Cuando escuchó en la radio la condena dictada por un juez iraquí contra cinco hombres por la masacre de decenas de miles de kurdos en 1988, Samira Jabbar lustraba el cristal que cubre la foto de su fallecido esposo sobre una pared de su casa.
Samira, hoy de 44 años, perdió a su esposo y a otros familiares en abril de 1988. Unidades del ejército iraquí arremetieron entonces contra el poblado de Qafade, al este de Kirkuk, como parte de una ofensiva a gran escala contra la población kurda.
"Nuestros hombres nos pidieron a las mujeres y niños que abandonáramos el poblado para que no cayéramos en manos del ejército", dijo Samira el domingo, cuando conoció el fallo. "Huimos y nunca más los volvimos a ver. Mi hijo menor nunca conoció a su padre."
"Merecen ir a la horca", agregó esta mujer, que sigue guardando luto 19 años después de la muerte de su marido. "Mi tristeza terminó hoy. Bailaría de felicidad."
Hoy, Samira y otros sobrevivientes procuran una compensación económica.
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Luego de 61 audiencias que comenzaron en agosto pasado, un tribunal especial iraquí condenó a muerte a tres de los principales colaboradores del dictador Saddam Hussein, depuesto tras la invasión encabezada por Estados Unidos en 2003 y ejecutado en diciembre pasado.
Uno de los condenados fue el primo del dictador, Alí Hassan al-Majid, más conocido como "Alí el químico" por haber usado gases venenosos contra la población civil kurda.
El ex ministro de Defensa Sultán Hashem Ahmad y el ex subjefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas iraquíes Hussein Rashid también fueron condenados a la pena capital.
Otros dos acusados recibieron una sentencia a cadena perpetua y otro fue liberado por falta de evidencia.
Este juicio se refirió a la campaña Anfal ("botín de guerra", en árabe), que se desarrolló en ocho etapas entre febrero y septiembre de 1988.
La operación tenía como objetivo elevar la moral de las fuerzas armadas iraquíes, luego de la derrota en la guerra contra Irán (1980-1988). Los militares y sus colaboradores kurdos asesinaron hasta 180.000 personas, en su mayoría civiles.
Más de 3.000 poblados fueron arrasados. Miles de predios de cultivo, así como propiedades comunitarias y familiares en áreas rurales kurdas fueron incendiados. Las fuerzas iraquíes también aniquilaron numerosas cabezas de ganado.
Los acusados aseguraron que su objetivo militar eran insurgentes kurdos que combatieron contra el gobierno iraquí en los años 80.
Iraq usó en la campaña Anfal armas químicas en docenas de poblados y todas las acciones estuvieron bajo la directa supervisión de Al-Majid, según una amplia pesquisa de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York.
Luego del desalojo de las fuerzas iraquíes invasoras de Kuwait, en 1991, Saddam Hussein ordenó a Al-Majid reprimir las revueltas de la población chiíta del sur de Iraq. El general ordenó entonces ejecuciones sumarias, arrestos arbitrarios, desapariciones, torturas y otras atrocidades, aseguró HRW.
Las mismas organizaciones internacionales de derechos humanos que reclamaban el juzgamiento internacional de Saddam Hussein y sus comandantes cuestionan ahora la legitimidad del procedimiento judicial que culminó con la condena de Al-Majid, Ahmad y Rashid.
Pero la población kurda festejó la sentencia.
En varios poblados del Kurdistán, región que ya gozaba de amplia autonomía desde la guerra del Golfo de 1991 al amparo de fuerzas occidentales, hubo celebraciones públicas, con bailes callejeros y automóviles que salían a las calles adornados con la bandera kurda.
Pero el júbilo fue menor del esperado, en especial en la localidad de Halabja, al sudeste de Arbil, la capital regional. En ese poblado, el gas venenoso mató a 5.000 personas.
"La gente estaba feliz de que Alí el Químico fuera condenado a la horca", dijo Omar Halabjayi, de 28 años, maestro de escuela. "Pero Alí no fue acusado por sus acciones aquí en Halabja. Además, nuestra ciudad sufre muchas carencias de servicios públicos, por lo cual no hubo tanto entusiasmo."
El juicio por la masacre de Halabja se celebrará luego. Al-Majid será uno de los acusados, a menos que se lo ejecute primero. De todos modos, la ejecución estará pendiente de la revisión del veredicto, a cargo de un panel de jueces.
El tribunal dictaminó por unanimidad que los acusados fueron culpables de genocidio y crímenes de guerra y contra la humanidad.
El proceso judicial por el caso Anfal no terminó. Hay una larga lista de acusados de complicidad, entre ellos paramilitares kurdos que colaboraban con el ejército iraquí, conocidos como mustashar.
Muchos kurdos insisten en que la justicia no será completa hasta que esos colaboracionistas sean procesados.
"Los que cometieron las masacres de Anfal no fueron sólo esos seis acusados", dijo a IPS Shwan Mahmoud, un graduado universitario de Arbil de 29 años.
"Los veredictos del domingo son apenas una parte de la justicia. Todos los involucrados deberían afrontar a las familias de las víctimas en un tribunal."