El segundo atentado contra el santuario chiita de Al-Askari de Samarra, en Iraq, dio inicio a otra espiral de represalias que aún no cesa. Pero también abrió paso a la solidaridad entre sunitas y chiitas contra la ocupación extranjera.
La cúpula dorada de Al-Askari, que dominaba el paisaje de Samarra, 125 kilómetros al norte de Bagdad, quedó casi totalmente destruida en el primer atentado sufrido por el santuario, el 22 de febrero de 2006.
Ese ataque desató una masiva ola de violencia entre chiitas y sunitas. Más de 1.300 personas murieron en los siguientes días y cientos de miles se vieron obligados a abandonar sus hogares.
Las tradiciones chiitas inican que el Mahdi (el duodécimo imán, máximo líder religioso de esta rama del Islam) volverá a la vida dentro del santuario de Al-Askari para salvar al mundo e instaurar una sociedad islámica justa.
En este santuario, así como en otros también con cúpulas doradas y tumbas de imanes en Najaf, Kerbala y Bagdad, hay tumbas de imanes que son objeto de peregrinación.
La semana pasada, el 13 de junio, un ataque tuvo como objetivo los minaretes de Al-Askari, a pesar del toque de queda que rige en Kerbala y de la gran presencia de fuerzas de seguridad iraquíes y estadounidenses.
Observadores habían atribuido el atentado del año pasado a la intención de extremistas sunitas de desatar una guerra civil entre las dos comunidades religiosas.
Las repercusiones del segundo ataque se limitaron a unas pocas represalias contra mezquitas sunitas en Basora y Bagdad.
"Ahora nos damos cuenta de la trama más que la otra vez", dijo a IPS Mustafá Hussain, residente en el barrio chiita bagdadí Ciudad Sadr.
"No estoy seguro de quién está haciendo esto y no suelo especular, pero la mayoría de los iraquíes estamos seguros de que se trata de una conspiración para dividirnos a los chiitas de los sunitas, de que esto fue planificado y financiado por gente fuera de nuestro país y de nuestra comunidad", evaluó.
Luego del atentado de la semana pasada, el gobierno iraquí impuso el toque de queda en Bagdad y otras ciudades, y también despachó gran cantidad de soldados a Samarra.
Muchos iraquíes están seguros de que el atentado no fue obra de la red terrorista Al Qaeda, que lidera el saudita y sunita ultrarreligioso Osama Bin Laden.
"Sueñan con desalojar a la gente de Samarra para profundizar la herida en la carne iraquí", dijo a IPS en Bagdad el periodista televisivo Yassir al-Samarrai, natural de aquella ciudad.
"Su problema es que los iraquíes aún son reticentes a involucrarse en una guerra civil abierta a pesar de todos los arreglos sucios de los ocupantes para encenderla, a través de los atentados contra los santuarios", agregó Al-Samarrai.
El Ejército Mehdi, la milicia que comanda el clérigo chiita Muqtada al-Sadr, está dedicada a custodiar el barrio bagdadí de Khadamiyah, donde está ubicado otro santuario. En ocasiones, milicianos chiitas se enfrentaron con militares estadounidenses en el área, pero no hubo combates.
El policía responsable de la seguridad de Al-Askari fue detenido para ser interrogado, en el marco de una investigación completa sobre el atentado.
"Soy chiita y sé, con total seguridad, que los sunitas tienen el mismo respeto que nosotros por los santuarios, y que nunca los humillarían", dijo a IPS en Bagdad Ruqaya Salih, de 29 años. "Los estadounidenses deben saber que hay iraquíes que nos damos cuenta quiénes tratan de dividirnos."
Al-Sadr ordenó a los 30 parlamentarios que siguen su prédica retirarse del gobierno en protesta del atentado de la semana pasada. Los legisladores anunciaron que permanecerían fuera de la coalición hasta que se tomen "medidas realistas" para la reconstrucción del santuario.
Pero poco se ha hecho por refaccionar Al-Askara desde el atentado del año pasado, lo cual ha enfurecido tanto a chiitas como a sunitas.
Las muestras de solidaridad entra ambas comunidades son abundantes en esta ocasión, en contraste con la animadversión que IPS detectó el año pasado.
"Atacaron 10 mezquitas en Basora, incluida aquélla donde está la tumba de Talha bin Obaidillah, colaborador directo de Mahoma", dijo a IPS el jeque Abdul-Wahab Hassan. "Los sunitas no cometen estos actos criminales, pues saben que sus hermanos chiitas tampoco los cometerían, excepto los chiitas que colaboran con las fuerzas ocupantes y con Irán."
Muchos residentes en Samarra acusaron a la ocupación por hacer la vista gorda para que se perpetren los atentados.
"Acusamos a las fuerzas ocupantes y a sus aliados iraquíes en el gobierno por todo esto, porque es su responsabilidad garantizar la paz y el orden", dijo a IPS un miembro del concejo de Samarra que solicitó reserva sobre su identidad.
"Esto no puede seguir así. Percibimos que los iraquíes se inclinan a la violencia contra las fuerzas estadounidenses cada vez que ocurren estas cosas en nuestros lugares sagrados", concluyó. (FIN/IPS/traen-mj/aaf/ss/mm ip ik hd cr/07)