La cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo comenzará este jueves en esta ciudad báltica alemana, sitiada por un enorme dispositivo de seguridad y por una cacofonía total en materia de cambio climático.
Los siete jefes de gobierno visitantes (los de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) fueron recibidos este miércoles a la anfitriona, la alemana Ángela Merkel, en Heiligendamm, antes de iniciar el debate en la jornada siguiente.
Además, participarán en la cumbre los jefes de gobierno de las cinco economías en desarrollo más destacadas: Brasil, China, India, México y Sudáfrica.
Unos 16.000 policías y más de 1.500 soldados patrullan la sede de la cumbre y sus alrededores, con el objetivo de detener a manifestantes procedentes de todo el mundo con la intención de perturbar las deliberaciones.
Las fuerzas de seguridad ya habían cerrado los ingresos a Heiligendamm el lunes. Antes, la justicia alemana había prohibido las manifestaciones en las cercanías de la ciudad.
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Pero numerosos activistas críticos de la globalización lograron llegar a la cerca de concreto y alambre de púas que rodea el lugar. Un portavoz policial informó que un millar de manifestantes eludieron los controles este miércoles y alcanzaron la cerca, supuestamente fuera de su alcance.
Al mismo tiempo, hasta 10.000 activistas, en su mayoría jóvenes alemanes y de otros países de Europa, bloqueaban las calles y rutas que conducen a Heiligendamm.
Otros manifestantes marchaban a campo traviesa hasta las cercas alrededor de Heiligendamm, y muchos otros se concentraban en localidades cercanas como Bad Doberan y Kuehlungsborn.
La mayoría de las manifestaciones fueron pacíficas, pero algunos informes, incluidos los divulgados por la policía, indicaban que las fuerzas de seguridad habían comenzado a dispersar en el mediodía de este miércoles a las muchedumbres con carros lanzaagua, gases lacrimógenos y bastones.
Mientras, los debates preparatorios de la cumbre alcanzaban inéditos niveles de ruido, concentrados en la búsqueda de un consenso sobre la reducción de emisiones de gases invernadero.
Los representantes estadounidenses volvieron a aclarar que no adherirían a un nuevo acuerdo internacional que sustituya en 2012 al Protocolo de Kyoto, con metas y plazos más ambiciosos en la materia, como proponen Alemania y Gran Bretaña.
Tanto el gobierno de Tony Blair como el de Merkel manifestaron su confianza en que se alcanzaría un acuerdo al respecto en Heiligendamm.
El asesor del presidente estadounidense George W. Bush en materia ambiental, James Connaughton, dijo el martes en Berlín que su gobierno "no está preparado en este momento para adoptar" la propuesta de la canciller Merkel de acordar un recorte de 50 por ciento a las emisiones de gases invernadero para 2050 con el fin de impedir un recalentamiento de dos grados en todo el planeta.
La jefa del gobierno alemán confiaba en que sería posible firmar un acuerdo en ese sentido en la cumbre.
Pero Connaughton advirtió que "el G-8 no fija políticas nacionales" y que el establecimiento de metas corresponde "a cada país". Estados Unidos prefiere "un enfoque nacional que tome en cuenta las circunstancias" de cada país.
A pesar de esta negativa, tanto Merkel como Blair continuaron manifestando su confianza en que habría avances en materia de cambio climático en Heiligendamm.
Blair insistió en que persuadiría a Bush de asumir por primera vez una meta mundial de recorte global "sustancial" de emisiones de gases invernadero en el marco aprobado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como la Convención sobre Cambio Climático y su Protocolo de Kyoto.
El saliente primer ministro británico llegó a aplaudir como "significativa e importante" la última propuesta estadounidense en la materia, aunque rechazaba el establecimiento de metas de reducción de emisiones claras y obligatorias.
Analistas independientes consideran que la iniciativa de Bush constituye un intento de eludir un acuerdo vinculante a partir de 2012, cuando expire el Protocolo de Kyoto.
"Creo que el anuncio del presidente Bush la semana pasada fue significativo e importante, y es absurdo decir lo contrario, pues hace avanzar las cosas", dijo Blair.
Luego de constatar que Estados Unidos rechazaría el acuerdo que proponía, Merkel confiaba en que lograría, al menos, que Bush prometiera la participación de su país en el debate de la ONU sobre recalentamiento planetario.
Y lo logró. Bush prometió este miércoles ante la prensa, recién llegado a Heiligendamm, que discutiría su plan "en el marco de la ONU".
Este jueves y viernes, los jefes de gobierno del G-8 discutirán tamibén cuestiones como el crecimiento de la economía mundial, el desarrollo de África, asuntos políticos y el destino de la Ronda de Doha de negociaciones multilaterales de comercio.
Las discusiones sobre cambio climático y energía están previstas para este jueves.