El Grupo de los Ocho (G-8) alcanzó un acuerdo retórico: reducir a la mitad las emisiones de gases invernadero para 2050. Estados Unidos y Rusia se limitaron a anunciar que «considerarían seriamente» la meta que se impusieron los otros seis países.
Tras deliberar este jueves sobre el recalentamiento planetario en la primera sesión de la cumbre en Heiligendamm, los jefes de gobierno de los ocho países más poderosos del mundo se comprometieron en una declaración conjunta a tomar "acciones fuertes y tempranas" en la materia.
La anfitriona y canciller (jefa de gobierno) alemana Angela Merkel consideró que el acuerdo era un "buen resultado" y un "paso adelante", pero el documento tiene un enorme vacío.
Los presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y Vladimir Putin, de Rusia, sólo acordaron "considerar seriamente las decisiones de la Unión Europea, Canadá y Japón, que incluyen la reducción a la mitad, al menos, de las emisiones mundiales (de gases invernadero) para 2050", según el texto aprobado.
Así, ambos gobiernos dejaron la puerta abierta para eludir el cumplimiento del acuerdo.
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La meta de reducción de emisiones se estableció con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a dos grados centígrados, el máximo aceptable según el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para peor, como admitió la propia canciller Merkel, "ninguno de los documentos del G-8 son de carácter obligatorio". De todos modos, "puedo vivir muy bien con esta concesión", dijo.
"En términos de objetivos, acordamos términos claros que reconocen que el aumento de las emisiones de dióxido de carbono deben ser detenidas y luego sustancialmente reducidas", dijo Merkel en conferencia de prensa tras la primera ronda de debates de la cumbre.
La declaración conjunta indica: "Estamos preocupados por los recientes informes del IPCC, que concluyeron que las temperaturas mundiales están en aumento, que eso es causado principalmente por actividades humanas y que (…) se prevén grandes cambios en la estructura y funciones de los ecosistemas, con consecuencias predominantemente negativas para la biodiversidad y los ecosistemas como, por ejemplo, el suministro de agua y alimentos."
La posición de Estados Unidos en el acuerdo es considerada una concesión del presidente Bush a Merkel, quien fue objeto de grandes críticas por lo que activistas y dirigentes políticos consideran ingenuidad de su gobierno ante la cumbre.
Antes de la reunión, el gobierno alemán, a cargo de confeccionar su agenda, anunció que se "atribuirá gran importancia a la eficiencia energética", a la "protección ante el cambio climático" y a "los esfuerzos internacionales" a partir de 2012, cuando concluya la vigencia del Protocolo de Kyoto.
Pero luego quedó claro que Estados Unidos no aceptaría recortes obligatorios de las emisiones de gases invernadero, lo que llevó a Alemania a reducir las expectativas del público en la cumbre.
Un documento reservado redactado por colaboradores de hace tres semanas indicaba que "el público alemán espera que la cumbre sea un éxito en materia de protección ambiental" y que, de no alcanzarse acuerdos al respecto, la reunión sería considerada "un fracaso".
Por lo tanto, los expertos en opinión pública que elaboraron ese memorando recomendaron a Merkel "reducir las expectativas" en materia de ambiente y eficiencia energética.
En cierto sentido, Bush colaboró con ese fracaso, al anunciar una convocatoria a los principales 15 emisores de gases invernadero —lista encabezada por el propio Estados Unidos, pero que incluye también a los gigantes del mundo en desarrollo, China e India, no obligados a recortar sus emisiones por el Protocolo de Kyoto— a acordar antes de fines de 2008 nuevas metas en la materia más allá de 2012.
El presidente estadounidense, además, mantuvo su negativa a aceptar recortes de carácter obligatorio. Apenas comenzó su gobierno, en 2001, Bush retiró la firma de Estados Unidos del Protocolo.
Pero el mandatario aceptó, bajo presión, discutir su propuesta en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, del que el Protocolo de Kyoto es parte fundamental.
Estados Unidos es el único país del G-8 que no ratificó el Protocolo, que obliga a los países industrializados a reducir para 2012 sus emisiones de gases invernadero 5,2 por ciento respecto de los niveles de 1990.
"Estados Unidos se involucrará activamente en un marco post-Kyoto, y tal vez tome la delantera", dijo Bush en Heiligendamm.
Expertos en ambiente consideran que el presidente estadounidense debió aceptar esta ambigua concesión para evitar nuevas críticas y más aislamiento internacional.
"La meta de reducir 50 por ciento las emisiones para 2050 es clave y debe mantenerse, o, de lo contrario, la temperatura aumentará mucho más de dos grados", dijo a IPS el experto Tobias Muenchmeyer, de la organización ambientalista Greenpeace Internacional.
Por su parte, el experto Yuri Onodera, de Amigos de la Tierra Internacional, consideró: "Ya hemos visto muchas promesas vacías de los líderes del G-8 en los últimos años y pocas acciones reales. Urgimos a los líderes a actuar ahora y a recortar drástica e inmediatamente sus emisiones."
Onodera recordó que el G-8 tiene apenas 13 por ciento de la población mundial, pero concentra 43 por ciento de las emisiones de bases invernadero del planeta. (FIN/IPS/traen-nh/jg/ld/wd ip en g8 nr kp md/07)