GRAN BRETAÑA-IRÁN: Tres grados más de temperatura

El título de caballero entregado al escritor de origen indio Salman Rushdie, la celebración del cumpleaños de la reina Isabel II de Gran Bretaña organizada por la embajada ese país en Irán y la disputa por un parque en la capital iraní elevaron la tensión entre Londres y Teherán.

Gran Bretaña, aliado de Estados Unidos en su campaña contra Irán, acusa a este país de ayudar y armar a grupos terroristas en Afganistán e Iraq.

Por su parte, Teherán incrimina a Londres de interferir en sus asuntos internos y de fomentar las pretensiones separatistas de la sudoccidental provincia árabe de Khuzistán.

La noticia de la entrega del título de caballero a Rushdie el 16 de este mes en honor a su trabajo literario desató reacciones negativas de grupos iraníes conservadores y provocó malestar en Malasia y Pakistán.

El parlamento pakistaní condenó el hecho dos días después. Lo mismo hicieron el miércoles 20 los 201 legisladores iraníes, señalando que Gran Bretaña mostró su "animosidad histórica hacia el Islam y los musulmanes", y pidieron a los gobiernos islámicos que redujeran sus vínculos con Londres.
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Al informar sobre la protesta presentada por el embajador iraní en Gran Bretaña, la Agencia de Noticias de la República de Irán (IRNA) señaló que se dio el título a "un autor apóstata y olvidado".

"El hecho avivará el choque de culturas y civilizaciones", advirtió el enviado iraní Rasoul Movahedian.

El embajador británico en Irán, Geoffrey Adams, fue llamado el martes 19 a la cancillería iraní para recibir una protesta formal acerca de lo que un funcionario calificó de "medida insultante, sospechosa e irresponsable del gobierno británico", informó la agencia de noticias Mehr.

Por su parte, el alto comisionado británico en Pakistán, Robert Brinkley, respondió a las protestas."Es sencillamente falso que se pretenda insultar al Islam o al profeta Mahoma con la entrega del titulo de caballero", afirmó.

De hecho, la reina también homenajeó a otros dos musulmanes, añadió Brinkley.

El ayatolá Rujolá Jomeini, máxima autoridad religiosa del régimen chiita iraní, ahora fallecido, emitió en 1989 una fatwa (edicto religioso) llamando a la ejecución de Rushdie y a su editor por considerar a su novela "Los versos satánicos" un insulto para el Islam.

Según la fatwa, todo musulmán que se encuentre con alguien acusado de blasfemia tiene la obligación de matarlo. El novelista británico debió vivir casi una década en la clandestinidad.

En 1998, el gobierno iraní arguyó que se trataba de un asunto religioso y se disoció del edicto. Pero los conservadores aún lo consideran vigente.

De hecho, el 18 de este mes, una organización iraní de línea dura elevó el precio de la cabeza de Rushdie de 100.000 dólares a 150.000, según la agencia de noticias Aftab.

"La entrega del título a Rushdie fue un acto irresponsable de los británicos. Ello enfureció a los musulmanes de todo el mundo, pero es aun más significativo para nosotros porque deterioró más las ya poco amistosas relaciones entre ambos países", sostuvo un analista de Teherán que pidió reserva sobre su identidad. "Los británicos tienen malos antecedentes aquí, y es grande el descontento con ellos por su respaldo a las dictaduras en este país", indicó.

"Mucha gente los culpa de todos los vicios, incluso de llevar a varios clérigos al poder, añadió.

La celebración del cumpleaños de la reina Isabel II, organizada por la embajada británica en Teherán el 14 de de este mes desató varias protestas estudiantiles.

Unos 50 estudiantes pidieron la expulsión del embajador británico y el cierre de la misión extranjera.

Además, dejaron bien claro que sólo esperan una señal del ayatolá Ali Jamenei, sucesor de Jomeini, para emprenderla contra la "guarida del viejo zorro", como los iraníes antibritánicos denominan a la sede diplomática.

Los estudiantes lanzaron piedras, huevos, botellas de agua y globos de pintura contra la embajada.

Además filmaron y fotografiaron a los convidados que se atrevieron a "aceptar la comida del cumpleaños de la reina" y atacaron sus automóviles, incluidos los de los diplomáticos.

Los manifestantes ya habían advertido a los cientos de funcionarios y políticos, artistas, periodistas y empresarios iraníes invitados a la ceremonia anual que se abstuvieran de participar.

Los invitados que se atrevieron a llegar a la embajada fueron intimidados por los manifestantes y calificados de traidores.

Luego hubo enfrentamientos con la policía y varias personas fueron detenidas.

"Se sabe que la ínfima cantidad de estudiantes pertenecen a un grupo títere que utilizan los gobernantes de línea dura para ejercer presión", señaló un observador de Teherán que prefirió no dar su nombre.

Mientras, organizaciones y personalidades iraníes ultraconservadoras pidieron que se confiscara una zona propiedad de la embajada británica, situada en el norte de Teherán.

El parque, entregado por el otrora rey de Irán a los británicos en el siglo XIX ha sido objeto de varias disputas. Tras asumir el cargo, el presidente Mahmoud Ahmadinejad creó un comité para analizar formas de recuperar el área.

Dentro del parque están enterrados los cadáveres de varios soldados británicos muertos durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Allí también se encuentran las residencias de algunos diplomáticos, el Consejo Británico y los centros de enseñanza francés y alemán.

"Con esas actitudes sólo logran justificar el extremismo de la política exterior iraní", concluyó el analista de Teherán.

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