El pedido del senador estadounidense Joseph Lieberman, del opositor Partido Demócrata, para que el gobierno de George W. Bush ataque a Irán parece ser el punto culminante de una campaña iniciada por quienes ven a la guerra como la única opción para resolver el conflicto con Teherán.
Pero la prédica "bombardeemos a Irán" está socavando el diálogo iniciado entre los dos países para colaborar con los esfuerzos de estabilización de Iraq.
Lieberman se mostró más "halcón" el ala más belicista del gobierno— que el propio Bush el domingo en el programa periodístico Face the Nation (De cara a la nación), cuando reclamó "una agresiva acción militar contra los iraníes".
El senador, al retomar acusaciones prácticamente abandonadas por la administración de Bush sobre la supuesta complicidad iraní en la muerte de soldados estadounidenses en Iraq, desató una tormenta mediática.
Súbitamente, la opción militar contra Irán volvió a ocupar el centro del debate.
La semana pasada, el ministro de Comercio de Israel, Shaul Mofaz, un "halcón" que también fue ministro de Defensa, viajó a Washington para mantener conversaciones con funcionarios de Estados Unidos acerca del programa nuclear iraní.
Según informes de prensa, Mofaz instó al gobierno de Bush a fijar el fin de este año como plazo límite para las negociaciones diplomáticas con Irán. Superada esa fecha, la opción militar debería ponerse en práctica.
"Hay que aplicar sanciones suficientemente severas como para forzar a los iraníes a cambiar su política antes de fin de año", le dijo Mofaz a la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleeza Rice.
Según el Canal 2 de la televisión israelí, Mofaz agregó que Israel bombardearía las instalaciones nucleares iraníes después de esa fecha en caso de que la diplomacia y las sanciones no forzaran a Teherán a abandonar sus actividades de enriquecimiento de uranio, paso previo a la construcción de armas atómicas.
Una semana antes de la visita de Mofaz a Washington, Norman Podhoretz, editor de la revista neoconservadora Commentary, publicó una larga columna de opinión en The Wall Street Journal, uno de los más prestigiosos diarios de economía y finanzas del mundo, con el título "Las razones para bombardear Irán".
Podhoretz comparó al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, con Adolfo Hitler. Asimismo, acusó a Teherán de buscar "el reemplazo del actual orden internacional por una cultura político-religiosa de fascismo islámico dominada por Irán".
En su columna, Podhoretz descartó el camino de las sanciones y la diplomacia. Según su opinión, "la verdad lisa y llana es que, para evitar que Irán desarrolle un arsenal nuclear no hay más alternativa que el uso de la fuerza, así como no había otra alternativa para detener a Hitler en 1938".
Ese año, en la conferencia de Munich, Gran Bretaña efectuó concesiones al expansionismo nazi con el objetivo de evitar una guerra frente a la cual Londres se sentía en desventaja. La estrategia, obviamente, no funcionó.
Los comentarios de Lieberman, Mofaz y Podhoretz tienen en común un sentimiento de frustración y desesperación.
Ese sentimiento tiene varias causas. La creciente oposición de la opinión pública contra nuevas aventuras militares en Medio Oriente y la salida de algunos "halcones" que tenían posiciones clave en el gobierno de Bush son dos de ellas.
Pero también se fundamenta en la férrea oposición a la guerra del almirante William Fallon, nuevo jefe del Comando Central de Estados Unidos, uno de los 10 que contempla la estructura del Pentágono, a cargo del área de Medio Oriente y el Golfo Pérsico. En la época de la Guerra del Golfo en 1991, el general Norman Schwarzkopf fue el jefe del Comando Central.
Asimismo, el Departamento de Estado prefiere la diplomacia a la guerra.
Para que la opción militar sea considerada seriamente por Washington, a pesar de sus riesgos impredecibles, la senda de las negociaciones debe ser catalogada previamente como un fracaso total. Pero si la diplomacia es capaz de producir algún resultado positivo dejará de lado la opción de bombardear las instalaciones nucleares de Irán.
En el escenario más pesimista, desde el punto de vista de quienes proponen la guerra, un éxito de la diplomacia con Irán respecto de la situación en Iraq podría llevar a Bush, a su vez, a alcanzar un compromiso con Teherán en el tema nuclear. El entendimiento permitiría a Irán un programa limitado de enriquecimiento de uranio, aunque bajo una estricta supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Aunque un programa limitado de enriquecimiento de uranio sólo plantea un riesgo menor de proliferación atómica en el corto plazo, la adquisición por parte de Irán del conocimiento sobre cómo manejar el ciclo de combustible plantea una amenaza devastadora en el largo plazo, opinan algunos expertos.
Además, dicen, el mero acceso de Irán a la tecnología atómikca, aunque no la use para fabricar armas, acabaría con el equilibrio estratégico en Medio Oriente, algo que sólo podría ocurrir a expensas de otros poderes regionales como Arabia Saudita e Israel, estrechos aliados de Estados Unidos.
En consecuencia, la utilización de la diplomacia con Irán es vista con gran preocupación por los partidarios de la guerra. Lieberman, por ejemplo, afirmó: Aun cuando exista "alguna esperanza de que los iraníes acepten vivir de acuerdo con la ley internacional y suspendan su programa de desarrollo de armas nucleares, nosotros no podemos hablar con ellos".
La discusión sobre bombardear Irán debilita el proceso diplomático que constituye el mayor obstáculo para que la opción militar se transforme en una realidad.
El debate, por otra parte, le indica a quienes toman las decisiones en Teherán, siempre afectos a la paranoia, que su cooperación con Estados Unidos en Ira no llevará a que Washington descarte un ataque en el futuro.
Ausente la posibilidad de un intercambio de garantías de seguridad por cooperación respecto de Iraq, los incentivos para que Irán adopte una actitud conciliadora se reducirán y la diplomacia fracasará. Y esto, en su momento, abrirá la puerta para que la opción militar sea llevada a la práctica.
* Trita Parci es autor de "Treacherous Alliance. The Secret Dealings of Israel, Iran and the United States", (Alianzas Traicioneras. Los tratos secretos entre Israel, Irán y Estados Unidos), Yale University Press, 2007. También es presidente del Consejo Nacional Iraní-Estadounidense (http://www.niacouncil.org/).