La Junta de Directores del Banco Mundial confirmó a Robert Zoellick como próximo presidente del organismo bajo un acuerdo tácito posterior a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), según el cual Washington tiene el privilegio de nombrar al máximo responsable de la institución.
La Junta de 24 miembros, que en apariencia representa a los 185 países miembros, eligió por unanimidad a Zoellick, propuesto el mes pasado por el presidente estadounidense George W. Bush.
El ex representante de comercio de Estados Unidos fue el único candidato para el cargo. Ningún otro país hizo otra propuesta.
Zoellick, quien asumirá el 1 de julio, se convertirá en el presidente número 11 de la institución por un periodo de cinco años.
En el anuncio hecho público el lunes, la Junta lo describió como líder internacional con capacidad para restablecer la credibilidad del Banco, destrozada por varias semanas de disputas acerca de la controversia suscitada por su predecesor, Paul Wolfowitz.
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El ahora ex presidente presentó su renuncia el 18 de mayo tras ser acusado de nepotismo y favoritismo.
Wolfowitz fue el primer presidente del Banco Mundial obligado a renunciar. Su partida, tras el escándalo por los aumentos de salario y compensaciones que el organismo asignó a su novia, Shaha Riza, se hará efectiva este sábado.
El alboroto que mantuvo en vilo al Banco duró semanas y enfrentó a Wolfowitz con el personal de la institución en una batalla pública sin precedentes que terminó con su renuncia.
Bush, quien había elogiado a Wolfowitz por ser un apasionado luchador contra la pobreza, ahora destacó que Zoellick era "un líder dinámico, profundamente comprometido con la misión del Banco Mundial de ayudar a las naciones a luchar contra ese flagelo".
En sus primeras declaraciones, Zoellick fue conciliador, en contraposición con el tono más combativo de su predecesor.
Prometió comenzar su trabajo con "el aprendizaje" de las prácticas internas y relacionándose con todos los involucrados dentro y fuera del organismo.
"Estoy deseoso de reunirme con las personas que llevan adelante la agenda de la lucha contra la pobreza en todas las regiones", declaró.
"Estoy al tanto de la devoción del personal por su misión y respeto su orgullo por los logros, su permanente búsqueda por aprender y mejorar y su compromiso con los resultados", añadió.
Zoellick también reconoció que el Banco necesita reformas, un reclamo de larga data y al que se le ha prestado poca atención.
"El mundo ha cambiado enormemente desde que se creó el Banco hace unos 60 años. Ésta consumada institución de desarrollo, reconstrucción y finanzas no sólo necesita adaptarse. Debe ser una guía para una globalización sustentable basada en oportunidades y crecimiento inclusivos y respeto por la dignidad de las personas", subrayó.
Además de la reforma, hay otros asuntos menos ambiciosos y más realistas que Zoellick debe atender, como elevar la financiación de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), entidad que otorga préstamos sin intereses a los países más pobres.
Funcionarios del Banco tratan de reabastecer a la AIF cada tres años. Esta es la decimoquinta vez que se aumentarán sus arcas.
Los países europeos habían amenazado con retirarse o recortar sus contribuciones si Wolfowitz se quedaba.
El currículum y los antecedentes del nuevo presidente del organismo multilateral no están exentos de cierta polémica.
Como representante de Comercio de Estados Unidos durante el primer gobierno de Bush, Zoellick fue un acérrimo defensor de los subsidios agrícolas en el Norte rico, a los que incluso los economistas del Banco Mundial atribuyen la expansión de la pobreza entre los agricultores de todo el mundo.
También defendió los derechos de propiedad intelectual en los acuerdos comerciales, a los que se considera responsables de que enfermos pobres del Sur no puedan acceder a fármacos que podrían salvarles la vida.
Resta por ver cuál será su postura acerca de varios asuntos importantes, como los servicios de salud reproductiva para las mujeres pobres, la política del Banco acerca del recalentamiento global y la corrupción.
La designación definitiva de Zoellick pone fin al escándalo en torno de Wolfowitz, pero el proceso de selección, para muchos, sólo sirvió para subrayar la falta de democracia dentro del Banco Mundial.
La tradición y acuerdo tácito entre Estados Unidos y Europa indica que el director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) debe ser europeo y el presidente del Banco Mundial estadounidense.
Analistas y organizaciones independientes trataron de aprovechar las acusaciones de nepotismo contra Wolfowitz para llamar la atención sobre del procedimiento de selección, sobre todo considerando que ambos organismos multilaterales ejercen un enorme poder e influencia sobre las naciones pobres y millones de personas del mundo.
"Si tuviéramos que crear un nuevo Banco Mundial para el siglo XXI, su estructura de gobernanza debería ceñirse a los estándares modernos de un procedimiento democrático, responsabilidad ascendente y transparencia. Hoy, el Banco Mundial no tiene nada de eso. Por eso su legitimidad está destrozada", sostuvo Rick Rowden, de la organización humanitaria internacional ActionAid.
"Una vez más vemos que Washington coloca con descaro a su hombre al frente del Banco Mundial de una manera que no se condice con las normas contemporáneas, estándares y expectativas de democracia", remarcó.
"Esto muestra los resabios de un mundo arcaico que debe cambiar", concluyó Rowden.