El Departamento de Justicia de Estados Unidos investiga un supuesto soborno por parte de la fabricante de armas británica BAE Systems al príncipe Bandar Bin Sultan, miembro de la familia real saudita y con múltiples contactos en Washington.
La indagación se inició en Gran Bretaña y luego pasó a Estados Unidos, donde la influencia política de la realeza saudita es bien conocida.
Aunque Londres canceló su propia investigación en diciembre, arguyendo razones de seguridad nacional, los fiscales estadounidenses concluyeron que BAE podía ser investigada bajo la Ley contra Prácticas Corruptas Extranjeras, debido a que la firma habría usado bancos de Estados Unidos para transferir pagos a cuentas controladas por el príncipe Bandar.
La participación del Departamento de Justicia en el caso tuvo inmediatas consecuencias. Las acciones de la compañía cayeron ocho por ciento el martes.
"BAE Systems fue notificada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de que había comenzado una investigación formal relacionada con el cumplimiento de las leyes anticorrupción, incluyendo los negocios de la firma que conciernen al rey de Arabia Saudita", señaló la empresa en una declaración enviada a IPS.
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No está claro todavía qué llevó a Washington a involucrarse en el caso, dadas sus estrechas relaciones tanto con Gran Bretaña como con Arabia Saudita, pero la decisión fue tomada luego de varias semanas de cabildeo de parte de funcionarios europeos y grupos anticorrupción de todo el mundo que criticaron al primer ministro británico Tony Blair por haber cerrado su propia investigación.
En una carta, estos grupos instaron a Blair a reabrir la indagación que realizaba la Oficina contra Fraudes Graves (SFO, por sus siglas en inglés) sobre fondos ilícitos vinculados al acuerdo de venta de armas conocido como "Al Yamamah", de 1985, entre BAE y Arabia Saudita, por 80.000 millones de dólares.
Los activistas señalaron que los futuros esfuerzos de Gran Bretaña para establecer estándares de gobernanza y transparencia en los países del Sur que reciben ayuda al desarrollo serán vistos con escepticismo si no aclara este caso.
El Comité Anticorrupción de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico también pidió una explicación al gobierno británico y decidió supervisar los esfuerzos de Londres para combatir irregularidades y sobornos.
La SFO todavía examina los cargos de corrupción que involucran a contratos de BAE en República Checa, Rumania, Sudáfrica y Tanzania.
Mientras, una investigación de la cadena británica BBC a comienzos de este mes concluyó que BAE pagó 2.000 millones de dólares en sobornos al príncipe saudita, acusación que tanto Bandar como la empresa niegan.
Activistas señalaron que el gobierno británico sucumbió a la presión tanto de BAE, la principal compañía de defensa europea, y de funcionarios sauditas que amenazaron con cancelar futuros acuerdos de ventas de armas lucrativos.
El año pasado, Riyadh firmó un acuerdo militar expandido con Londres, incluyendo un compromiso para adquirir al menos 24 aviones caza Eurofighter Typhoon británicos.
El acuerdo de 2006 también buscaba desarrollar la industria aeroespacial saudita a través de la transferencia de tecnología de BAE.
La compañía informó además que está en proceso de promover una amplia renovación de la flota de aviones Tornado de Arabia Saudita.
El príncipe Bandar goza de una enorme influencia política en Estados Unidos, en donde pasó gran parte de su carrera y desarrolló estrechas relaciones con muchos políticos locales, incluyendo a la propia familia Bush.
Recientemente se acercó a varios círculos políticos, incluyendo a algunos "halcones" el ala más belicista en el oficialismo en el Congreso legislativo, con un nuevo enfoque de las relaciones entre Arabia Saudita e Israel, el mayor aliado de Estados Unidos en Medio Oriente.
Luego de haberse desempeñado como consejero de seguridad nacional del rey Abdulá, el príncipe dio pasos sin precedentes para acercarse a Israel.
En el pasado, según algunas denuncias, Arabia Saudita habría negado visas a ciudadanos estadounidenses en cuyos pasaportes constaba que habían nacido o estado en Israel.
Al príncipe se le atribuye además haber forjado un frente sin precedentes con Egipto y Jordania para censurar al movimiento chiita Hezbolá (Partido de Dios) durante la última guerra con Israel en Líbano en el verano boreal pasado.
Esto le ganó muchos elogios en Washington, y fue visto como heraldo de una nueva era en las relaciones árabe-israelíes.
Arabia Saudita es vista ahora como un actor fundamental en una posible ofensiva militar estadounidense contra Irán, si ese país no renuncia a su plan de desarrollo nuclear.