La abundancia de recursos naturales en África, especialmente petróleo, es catalogada como una maldición a causa de la feroz apetencia global que provoca. Convertirla en una bendición es todo un desafío.
El petróleo y otros recursos minerales generaron conflictos y corrupción en países como Sierra Leona, con los diamantes, República Democrática del Congo, con diamantes, madera, fauna exótica, y Nigeria, Guinea Ecuatorial, Gabón y Angola, con el petróleo.
Según la Administración de Información sobre Energía, que brinda estadísticas oficiales al gobierno de Estados Unidos, globalmente hay más comercio de petróleo que de cualquier otro producto, dado que el petróleo de los países productores es embarcado a países consumidores.
Cada año, las firmas petroleras internacionales hacen ingresar millones de dólares a África, y otros millones son gastados en exploración. Es una fuente indispensable para la economía mundial y, por lo tanto, debería generar dinero para hacer frente a los asuntos sanitarios y sociales de los países productores en este continente.
Pero no es así. Una epidemia de cólera causó estragos el año pasado en Angola. El presidente de ese país, José Eduardo dos Santos, fue duramente cuestionado y se lo acusa de enriquecerse a partir de la industria petrolera mientras su pueblo se moría debido a la falta de agua potable.
En Guinea Ecuatorial se repite el mismo modelo. Es el segundo país más corrupto de África, luego de Chad, según la organización humanista Amnistía Internacional.
También es el tercer mayor productor de petróleo del continente, después de Nigeria y Angola, con una producción diaria de 350.000 barriles. Pero 70 por ciento de la población sobrevive con menos de un dólar por día.
En 2004, el Banco Riggs de Washington se vio involucrado en un escándalo cuando se comprobó que había aceptado miles de millones de dólares del líder de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasago.
Una investigación del Senado de Estados Unidos reveló que compañías petroleras que operan en ese país africano estaban sobornando a los dirigentes al pagar las escolaridades de sus hijos y hacer tratos empresariales con los líderes.
Hay firmas estatales chinas activas en Sudán meridional, Nigeria y Angola. Algunos críticos dicen que hay razones para preocuparse por el interés del gigante asiático en el petróleo africano. Beijing fue criticado por abusos de los derechos humanos y falta de responsabilidad en muchos de los sitios que invierte.
"China es simplemente un país que extrae petróleo. Es injusto culparlo por los problemas cuando hay otros en la industria petrolera cuyas manos no están limpias. Todos sabemos lo que ocurrió con Shell (angloholandesa) en Nigeria", dijo a IPS Sumayya Hassan Athmani, secretaria de la Compañía Nacional de Petróleo de Kenia.
"Los países africanos tienen que mirar las estructuras internas para asegurarse de que la riqueza petrolera llegue al hombre y la mujer comunes. Tienen que implementarse sistemas viables para controlar a la industria", agregó.
"Las grandes firmas petroleras están preocupadas por asuntos ambientales, de corrupción y de derechos humanos en el mundo occidental, donde hay estructuras de protección contra los abusos. En África y otros países en desarrollo, donde esas estructuras no existen, ellos no tienen escrúpulos en renunciar a estos estándares", alegó Athmani.
"Si una compañía petrolera pone alquitrán en una carretera que va desde su sede a los campos de exploración, definitivamente no puede decir que cumplió con parte de su responsabilidad social corporativa", destacó..
Los bancos también tienen que protegerse contra la corrupción. "No importa cuántos códigos de buena gobernanza hayan firmado, si en la práctica no los aplican, no significan nada", agregó Athmani.
Mary M'mukindia, una analista keniata independiente de temas de la industria petrolera, dijo que a quienes están en el poder "realmente les gustan las mercaderías gratuitas que vienen del suelo. Es un recurso que no pertenece a nadie y al mismo tiempo pertenece a todos. ¿Quién sabe realmente cuánto petróleo hay?".
"¿Quién está realmente a cargo de medir las cantidades de petróleo que salen del suelo? En muchos países no hay controles de débito y crédito. Los gobiernos obtienen enormes sumas de dinero a partir de un recurso que pertenece al pueblo. Pero en África hay pocas señales de que se compartan las ganancias", sostuvo M'mukindia.
Como Athmani, M'mukindia argumentó que los gobiernos tienen que establecer estructuras que garanticen que los ciudadanos se beneficien de la riqueza petrolera. Ella apoya iniciativas como "Publique lo que usted paga", que obliga a compañías petroleras internacionales a publicar las sumas que pagan a los gobiernos.
César Chelala, premiado escritor sobre temas de derechos humanos, escribió en un artículo publicado el 16 de este mes en Gulf Times que las petroleras, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y gobiernos poderosos deberían reclamar transparencia a los países africanos.
En 2002, el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair lanzó la Iniciativa de Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI, por sus siglas en inglés). Bajo las regulaciones de esta iniciativa, los países ricos en petróleo y otros minerales, así como las compañías dedicadas a la extracción de estos bienes, tienen que publicar los pagos que reciben y los que hacen.
Hasta ahora, 14 de los 23 países productores de petróleo de África son miembros de la EITI. Irónicamente, de todos ellos sólo Nigeria y empresas que trabajan allí acordaron presentar sus cuentas.
El único otro país que hizo esto es Azerbaiyán, según un artículo del Fondo Católico para el Desarrollo Exterior.
Para que EITI funcione, M'mukindia considera que debería haber una conformidad de tres vías. Primero, los gobiernos deberían "querer tener" un modelo de transparencia. Segundo, las compañías extractivas deberían estar interesadas. A este respecto, los gobiernos pueden implementar leyes que obliguen a las empresas a cumplir.
Tercero, deberían estar involucradas las organizaciones de la sociedad civil. "Ellas representan al pueblo, que es el real propietario de los recursos", dijo M'mukindia.
Pero para que las organizaciones de la sociedad civil tengan un efecto, necesitan estar bien informadas. "Ellas necesitan acompasar los estándares internacionales y las complejidades de la industria. Tienen que entender la economía de la industria minera y saber qué ocurre en los mercados en Europa y Estados Unidos", opinó.
"Deben conocer que el comercio es especialmente robusto en verano, cuando la demanda de productos petroleros es más elevada que en invierno", según M'mukindia.
Algunos países usaron sus ganancias petroleras para mejorar realmente las vidas de sus ciudadanos. En el mundo árabe, los emiratos de Dubai y Bahrein utilizaron sus petrodólares para diversificar sus economías.
En 2006, las divisas devengadas del petróleo y el gas representaron apenas alrededor de tres por ciento del producto interno bruto de Dubai, de 46.000 millones de dólares.
Se espera que las reservas de hidrocarburos de ese país de Emiratos Árabes Unidos se agoten en las próximas dos décadas. Pero la economía está en auge gracias a la promoción del turismo y al posicionamiento del país como un paraíso para los compradores.
En Bahrein, 30 por ciento del producto interno bruto procede de la industria petrolera. Hay estructuras que ven cómo enormes sumas de dinero son reinvertidas en la educación, el turismo y los servicios de salud. Esto creó puestos de trabajo y oportunidades de inversión para los habitantes de la zona.
En Noruega, donde el petróleo representa alrededor de 50 por ciento de las exportaciones, el gobierno aseguró el ingreso de los ciudadanos invirtiéndolo en un fondo nacional de pensiones. Desde 1990, el fondo creció drásticamente y, con 200.000 millones de dólares, es el mayor de su tipo en Europa.
"Estos países se dieron cuenta de que el petróleo es un recurso finito. Diversificaron sus economías y no son demasiado dependientes del petróleo. Si este recurso se agota, los otros sectores serán suficientemente fuertes para sostener la economía", concluyó Athmani.