PALESTINA: Haraquiri político en Gaza

«Lo que ocurre en Gaza pone en peligro no sólo al gobierno de unidad, sino al tejido social palestino, a la causa palestina y a la estrategia global palestina», se lamentó Saeb Erekat, colaborador del presidente Mahmoud Abbas y experiente negociador con Israel.

Fue una súplica angustiante de un político veterano que ve cómo su pueblo se destruye a sí mismo sin que él pueda hacer nada al respecto.

Erekat se refería a los violentos enfrentamientos callejeros en Gaza entre el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) y el secular y moderado partido Fatah, que se cobraron cerca de 50 vidas esta semana y obligaron a los habitantes del área a encerrarse en sus hogares.

El ingreso de Israel en la lucha —apuntando a integrantes de Hamas en represalia por el bombardeo con docenas de misiles desde Gaza hacia el sur israelí— amenaza con complicar aun más la situación.

En uno de los incidentes más sangrientos de esta semana, cinco guardias de Fatah fueron muertos a balazos cuando militantes de Hamas atacaron la vivienda de un alto funcionario de seguridad de Abbas en Gaza.
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Rashid Abu Shbak y su familia no estaban en su casa en el momento del ataque. Pocas horas después, miembros de Hamas dispararon con sus morteros contra el complejo donde se encuentra la oficina de Abbas en Gaza.

En otro ataque, hombres armados de Hamas le tendieron una emboscada a uno de los vehículos de un organismo de seguridad palestino leal a Abbas, matando al conductor y a otros seis pasajeros.

Sin embargo, pronto se supo que cinco de los muertos eran militantes de Hamas que habían sido arrestados y eran conducidos a la cárcel.

Hombres de las dos facciones rivales, usando máscaras negras y portando rifles semiautomáticos, se apostaron en las esquinas. Los habitantes de Gaza que se aventuraban a salir lo hacían a su propio riesgo.

Ocho personas fueron heridas cuando militantes armados abrieron fuego contra un grupo de 200 manifestantes que expresaban su indignación por los enfrentamientos.

El derramamiento de sangre es el peor desde que unos 100 palestinos resultaron muertos cuando estallaron batallas en Gaza a comienzos de este año.

Esa ronda de violencia terminó luego de un acuerdo promovido en La Meca por la corona de Arabia Saudita, quienes convencieron a Hamas, que ganó las elecciones parlamentarias en enero de 2006, y a Fatah, al que pertenece Abbas, de constituir un gobierno de unidad.

Pero la implementación del acuerdo falló. Quedó sin resolver quién ejercería el control sobre las fuerzas de seguridad palestinas, y así se sembraron las semillas para un nuevo brote de violencia.

"El problema básico del control de los servicios de seguridad quedó abierto", dijo a IPS Ely Karmon, investigador del Centro Interdisciplinario en Herzliya, al norte de Tel Aviv.

"Hamas continúa contrabandeando armas hacia Gaza y entrenando a una gran fuerza para actuar como contrapeso a las fuerzas de seguridad de Fatah", agregó.

La situación socavó la autoridad central palestina en Gaza, donde viven un millón de personas. Abbas debió cancelar una visita al área esta semana, en un intento por frenar las peleas, porque no había garantías para su seguridad personal.

El primer ministro Ismail Haniyeh, de Hamas, ya no tenía mayor control sobre la situación, aunque llamó a la calma. Militantes de la organización islamista se lanzaron a pelear en las calles de Gaza.

Karmon señaló la debilidad del liderazgo político palestino y las divisiones dentro de Fatah y Hamas como factores que tornan inútiles los esfuerzos por acabar con la violencia.

"Hay una ruptura en ambas organizaciones. Abu Mazen (Abbas) no logró unir a Fatah, que está dividido entre la vieja guardia y la generación más joven", dijo.

Pero también hay una división en Hamas, sostuvo: Khaled Meshal, líder del grupo radicado en Damasco, fue quien negoció en su nombre el acuerdo de La Meca, no el primer ministro Haniyeh.

Desde el secuestro, el 25 de junio pasado, del soldado israelí Guilad Shalit —todavía cautivo en Gaza— a manos de miembros de Hamas, "Haniyeh no tuvo control sobre el ala armada" del movimiento, afirmó Karmon.

Pero el caos en Gaza no puede ser explicado simplemente como un enfrentamiento entre Hamas y Fatah.

Con el desmoronamiento de las instituciones de la Autoridad Nacional Palestina —acelerado por las sanciones internacionales impuestas a Hamas por su negativa a reconocer el Estado de Israel y a renunciar a la violencia—, clanes y pequeñas facciones tomaron el control de diferentes áreas de la franja de Gaza.

"A menudo, esto está guiado por intereses económicos", opinó Karmon.

Según el experto, el secuestro del corresponsal de la cadena de radio y televisión británica BBC, Alan Johnston, hace semanas en Gaza, es ilustrativo de la situación. "Está en manos de un clan que no está dispuesto a escuchar a Fatah ni a Hamas", dijo.

En la reciente ola violencia, los militantes de Hamas mejor armados tomaron el control, mientras que las fuerzas de Fatah sufrieron la mayor cantidad de víctimas.

El diario israelí Haaretz informó este viernes que "funcionarios de seguridad occidentales pidieron a Israel que le dé al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, las herramientas que necesita para combatir a Hamas".

Y la herramienta prioritaria, agregó el periódico, es "la capacidad de pagar los salarios a sus servicios de seguridad".

Pero una intervención israelí en favor de Fatah podría debilitar aun más a Abbas, percibido por Hamas como un lacayo de Israel y de Occidente.

Esta semana, luego de que circularan versiones sobre refuerzos militares solicitados por Fatah, Hamas acusó a ese partido de títere de Occidente.

Acusaciones similares surgieron cuando Israel, en respuesta a los ataques con misiles de Hamas, comenzó a atacar a miembros del movimiento islamista en Gaza. Al menos 10 combatientes de Hamas resultaron muertos en estos ataques hasta el viernes.

La única manera de salir del empantanamiento en Gaza es que el ala más pragmática de Hamas se una con Fatah, dijo Karmon.

"Puede ser que entonces haya una posibilidad", expresó.

Pero este escenario parece improbable, pues las voces moderadas están ahogadas por el estruendo de las balas palestinas y los misiles israelíes en las calles de Gaza.

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