El ministro de Defensa de Israel, Amir Peretz, advirtió esta semana en dos ocasiones que Israel no evitará una operación terrestre masiva en Gaza si persisten los ataques con cohete desde esa franja de territorio palestino en la costa del mar Mediterráneo.
Este martes, Peretz dijo al responsable de política exterior y seguridad de la Unión Europea, Javier Solana, que su gobierno estaba practicando una intensa contención antes de enviar tropas de tierra en respuesta a los bombardeos desde Gaza.
Antes, esta misma semana, Peretz aseguró que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), mayoritario en el gobierno palestino, "no debe llamarse a engaños". "No se nos disuadirá de tomar ninguna decisión, incluida una operación por tierra", dijo. A pesar del tono categórico de estas declaraciones, una gran incursión militar de Israel en Gaza parece hoy poco probable. Olmert, profundamente asustado por la debacle en la guerra de Líbano el año pasado, no parece desear otro despliegue israelí masivo en territorio palestino.
Tampoco la mayoría de sus ministros, que se preguntan si el público israelí tiene paciencia para soportar otra larga y complicada operación.
Oficiales militares también se muestran parcos sobre un ataque, y se preguntan cuándo acabará la puja, pues no desean encontrarse acorralados en Gaza. Eso no significa que la última escalada no termine en una incursión israelí en ese territorio palestino.
La presión sobre el gobierno para que implemente una respuesta más dura a los ataques con cohete se intensificó el lunes, cuando una mujer de 35 años murió en la meridional localidad de Sderot.
Fue la primera baja fatal israelí en el último ciclo de violencia, en el que cayeron 140 cohetes en Israel en la última semana.
Por ahora, el gobierno de Olmert se limitará, al parecer, a mantener sus ataques aéreos sobre Gaza, en los que murieron hasta ahora más de 30 palestinos, la mayoría de ellos militantes armados, según las autoridades israelíes.
Los miembros de Hamas y Jihad Islámica, organización responsable de muchos de los ataques con cohete, son otra vez blanco de los caza bombardeos israelíes.
En un ataque, cuatro combatientes de Jihad Islámica murieron el domingo con un ataque misilístico contra su vehículo, cerca del campamento de refugiados de Jabalya en Gaza.
En el peor ataque hasta ahora, ocho palestinos murieron cuando un misil impactó contra la vivienda de un legislador de Hamas, Khalil al-Haya, el domingo de noche. Al-Haya no se encontraba allí, pero fallecieron siete familiares suyos, incluido su padre, de 60 años.
Según Hamas, dos de los muertos eran militantes armados y el resto, civiles. En cambio, para las fuerzas israelíes los combatientes muertos fueron cinco.
De inmediato, surgió la duda: ¿se trataba de asesinatos selectivos de dirigentes políticos de Hamas, como sucedió hace varios años, cuando cayeron por este mecanismo la mayoría de sus líderes?
Quienes creen eso vieron sus convicciones reforzadas por las amenazas pronunciadas por dos ministros israelíes.
El de Seguridad Interna, Avi Dichter, afirmó que los misiles deberían apuntar contra el líder de Hamas en Damasco, Khaled Mashaal.
Dichter, ex jefe del servicio de inteligencia Shin Bet, dijo a la radioemisora del ejército israelí que Mashaal, a quien Israel intentó asesinar en Jordania en 1997, no era "inmune, ni en Damasco ni en ninguna parte".
El ministro se manifestó "convencido" de que "en la primera oportunidad habrá que despedirse de él".
Mientras, el de Infraestructura, Benjamin Ben-Eliezer, consideró que no hay diferencia entre quienes atacan con misiles contra Israel "y quienes dan las órdenes". "Todos ellos deben estar en la mira", amenazó.
Pero oficiales militares insistieron en que Al-Haya no era blanco del ataque nocturno del domingo, sino militantes armados de Hamas reunidos cerca de su casa.
Y, a pesar de las renovadas amenazas contra los líderes, otros funcionarios del gobierno hicieron saber que los ataques aéreos iban dirigidos contra el ala militar de Hamas y no contra su ala política.
Por ahora, Israel parece tener la intención de mantener la presión aérea sobre los militantes armados de Hamas y la Jihad Islámica, con la esperanza de que así pongan freno a los ataques con cohetes.
Algunos ministros descartaron la exhortación del ex jefe del gobierno Benjamin Netanyahu, líder del conservador partido Likud, a atacar la infraestructura civil palestina en Gaza, como las instalaciones eléctricas, si los cohetes siguen volando.
Con el trauma de la guerra en Líbano aún fresco, el gabinete no cree que haya apoyo popular para un gran ataque de infantería contra Gaza.
En respuesta a un ataque contra una patrulla fronteriza en la cual tres soldados fueron asesinados y otros dos capturados por guerrillas del Partido de Dios (Hezbolá), Israel lanzó un gran ataque contra Líbano en julio pasado.
Pero a pesar de su poder de fuego, fue incapaz de detener el disparo de docenas de cohetes diarios al norte del territorio israelí.
Después de verse impotente para someter a Hezbolá por aire, un vacilante Olmert ordenó una ofensiva terrestre limitada, también infructuosa.
El viceministro de Defensa Ephraim Sneh alertó contra una nueva incursión en Gaza, de donde Israel se retiró en agosto de 2005. No hay "soluciones mágicas" a los cohetes, consideró.
Olmert también se resiste a prometerlas. El lunes, conversando en persona con la desolada población de Sderot, dijo: "No tengo respuestas fáciles. Incluso cuando estábamos en Gaza continuaban disparando contra nosotros."
Pero Olmert debe contemplar a los halcones de su frágil coalición. El líder del partido conservador Israel Beiteinu, Avigdor Lieb, amenazó con retirarse del gobierno si no se toman medidas duras en Gaza.
"Llegó el momento de la verdad para la coalición", dijo Lieb. "Debemos desmantelar Hamas o desmantelar el gobierno."