EDUCACIÓN-BOLIVIA: Alfabetización a todo vapor

Coipasa lleva la delantera, seguido de cerca de Chipaya, pero nada está dicho. Un poco más atrás van Urubichá y Guarayos en esta carrera por batir un récord en Bolivia. Los competidores no son atletas, sino municipios rurales resueltos a declararse libres del analfabetismo.

El disparo de arranque lo dio el Programa Nacional de Alfabetización "Yo sí puedo", implementado en 2006 y bautizado así por basarse en el método cubano del mismo nombre.

Su propósito es alcanzar una meta más grande, establecida en 2000 por los líderes del mundo en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la de reducir a su mínima expresión la tasa de analfabetismo en adultos.

De las 9,2 millones de vidas que laten en este país ubicado en el corazón de América del Sur, 1,2 millones de personas no saben leer ni escribir. Son mayores de 15 años con escasos recursos económicos que viven en comunidades campesinas y barrios periféricos de las ciudades. Muchos son migrantes y si no tienen acceso a los servicios de luz, agua potable y alcantarillado, menos han podido acceder a la escuela, según datos del Ministerio de Educación y Culturas.

El actual gobierno no ha escatimado recursos ni incentivos para llegar a ese grupo: desde becas universitarias, premios para los maestros que se sumen a la campaña, lentes de aumento para quienes los precisen, televisores, videocaseteras y hasta paneles solares donde no haya luz eléctrica para hacer uso de los nuevos equipos.
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El "cómo" parece menos importante, aun si hay que "perseguir a los alumnos para que continúen con las clases", dijo a IPS Octavio Colque, coordinador de alfabetización del occidental departamento de Oruro al que pertenecen los municipios de Coipasa y Chipaya.

Y si bien las cifras inmediatas cantan victoria, hay preocupación de que la campaña resulte a la postre un retroceso en el sistema educativo de Bolivia.

"La reforma educativa (implementada en 1994) tocó picos elevados en lo que hace a innovación pedagógica, llevando al maestro casi al mismo nivel del estudiante, superando antiguos esquemas. Lo que se está haciendo ahora con el ‘Yo sí puedo’ sugiere una tendencia de retroceso en ese sentido", opinó Mario Yapu, docente e investigador sobre la reforma educativa en Bolivia, entrevistado por IPS.

El método cubano consiste en la asociación de las letras con números. Por ejemplo, A con 1, B con 2 y así sucesivamente, con lo que se logra familiarizar al estudiante en la construcción de palabras sencillas sobre la base de la relación asociativa o la suma de los números.

El trabajo del programa estatal es desarrollado en 65 clases impartidas a través de vídeos (teleclases) de media hora, con el apoyo de un profesor que sienta a los alumnos vista al frente, como en las aulas de adultos de hace 13 años atrás en este país.

La mayoría de las lecciones se dictan en español en comunidades indígenas que no necesariamente son bilingües. De los 15.000 puntos de alfabetización instalados en todo el país, apenas 88 imparten enseñanza en quechua o aymara, las principales lenguas nativas en Bolivia.

"Parece ser que los resultados, en este caso la alfabetización, son más importantes que la propias personas, pues con este método se estaría formando lo que se conoce como analfabetos funcionales, es decir individuos que reconocen las palabras, pero que son incapaces de hacer construcciones en el lenguaje", criticó Yapu.

"Estos detalles los estamos superando. En Cuba grabamos 65 teleclases en aymara y quechua utilizando actores y motivos bolivianos, con las que hemos iniciado la alfabetización bilingüe en marzo. Para mediados de este año está previsto que empecemos a alfabetizar también en guaraní", explicó a IPS el ministro de Educación y Culturas, Víctor Cáceres.

Pese a obstáculos de este tipo, la competencia se vive a todo vapor. Coipasa y Chipaya — cerca de la frontera con Chile, en una de las regiones más pobres de Bolivia—, se juegan por estos días el segundo y tercer lugar en el podio de los municipios sin analfabetos.

El primer puesto se lo ganó Tolata, pueblo del central departamento de Cochabamba donde una bandera blanca fue izada el 12 de abril para dar cuenta de la victoria en una competencia que involucra a otros 27 municipios también en la recta final.

El método "Yo sí puedo" —implementado ya en países como Venezuela, Argentina, Brasil, México y Paraguay, entre otros— no se quedará ahí. Este año llegará a los 329 municipios de las 112 provincias en los nueve departamentos de una Bolivia que ostenta la poco honrosa medalla del analfabetismo más alto de la región.

El Cuarto Informe de Progreso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, elaborado por la gubernamental Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (Udape) y publicado en diciembre de 2006, dice que en Bolivia 13 de cada 100 personas de más de 15 años no saben escribir ni su nombre.

Esta situación es cercana a la de Perú, que tiene una tasa de analfabetismo de 12 por ciento, y Brasil, donde es de 11 por ciento. Pero en comparación, las cifras de países como Argentina y Chile, que tienen 2,8 y 4,3 por ciento respectivamente, son envidiables.

El analfabetismo en la población de entre 15 y 44 años ha tendido a bajar en los últimos años y se redujo en 1,5 puntos porcentuales entre 1999 y 2004.

El Programa Nacional de Alfabetización estableció como objetivo una reducción hasta cero por ciento en los próximos tres años. "Aunque esta meta es difícil de alcanzar, debido principalmente a la geografía del país, se espera llegar a un nivel muy cercano, a 2,2 por ciento de analfabetismo en el 2015", señala Udape.

Eso significaría unos 121.962 analfabetos entre los aproximadamente 5.422.885 mayores de entre 15 y 44 años de edad que existirán en ocho años más, cuando se cumpla el plazo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, una cuenta regresiva desde 1990, año que los países de la Organización de las Naciones Unidas eligieron como punto de partida para erradicar la pobreza y la desigualdad en sus diferentes formas, una de ellas representada en el ámbito de la educación.

Con los plazos sobre los talones, el Ministerio de Educación y Culturas prefiere hablar de los logros, que tampoco son sencillos.

Por ejemplo, los coordinadores de alfabetización del departamento de Oruro identificaron en un municipio a 25 personas iletradas y con ellas empezó el curso en abril del 2006. Veinte de ellas lo terminaron, cinco dejaron el lugar por diferentes razones, pero los que culminaron las 65 teleclases no lo hicieron por iniciativa propia.

Los alfabetizadores y supervisores tuvieron que buscarlos y convencerlos de los beneficios que traerían a su comunidad. "Fue muy difícil enseñarles la lectoescritura, por eso tardamos un año", dijo el coordinador Octavio Colque.

Los incentivos han ayudado, pues los municipios se juegan también la posibilidad de obtener becas universitarias de Cuba para los mejores bachilleres que, terminada la alfabetización cursen la enseñanza básica y media, entre otros premios en especie.

A Chipaya, por ejemplo, le ha venido bien la visita de los técnicos optometristas cubanos que tienen la misión de distribuir 200.0000 lentes entre los nuevos alfabetizados que los necesiten.

De modo que, en poco menos de un año, 226 indígenas chipayas, pertenecientes al pueblo milenario Uru-Chipaya, aprendieron a leer y escribir con un método que en breve incursionará en las ciudades.

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