El respaldo de la Casa Blanca al asediado presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, pone bajo la lupa el papel de Estados Unidos en la institución y su escasa democracia interna.
Los resultados de un informe interno acerca de violaciones de Wolfowitz a las normas éticas del Banco no impidieron al gobierno de George W. Bush apoyar a su ex subsecretario (viceministro) de Defensa, lo cual desató reclamos para que Washington deje de controlar la institución.
Un denunciante anónimo del Banco filtró desde el inicio del escándalo documentos sobre el modo en que Wolfowitz se las ingenió para que su novia, Shaha Riza, y otros funcionarios se beneficiaran con enormes salarios y partidas especiales de dinero.
El martes, ese mismo informante dio su opinión sobre el caso en una carta que divulgó a través de la red informática Internet, al tiempo que reclamó un proceso más democrático en la selección del presidente de este organismo multilateral de crédito.
"Hoy no sabemos cuál será el resultado final del escándalo protagonizado por Paul Wolfowitz en el Banco. Pero sabemos que ya quedó atrás el momento en que el presidente podía renunciar con ciertos visos de elegancia", reza la misiva.
"En el Banco Mundial muchos creemos que este episodio indecoroso ilustra a las claras la necesidad de reformas rápidas del marco de gobernanza, en general, y del proceso de selección de presidente, en especial", continúa la carta.
El texto puede ser consultado en el sitio web del Government Accountability Project (GAP, Proyecto para la Responsabilidad del Gobierno), organización no gubernamental con sede en Washington.
La carta advierte que el personal del Banco, compuesto por 10.000 funcionarios, está decepcionado porque el gobierno estadounidense, a pesar de su retórica acerca de la democracia en el mundo, sigue respaldando con desenfado a Wolfowitz.
Washington mantiene su posición sin mostrar preocupación por las conclusiones del panel de investigación del Banco sobre el caso, ni por el sentir de los funcionarios, que manifestaron, incluso a través de su sindicato, su deseo de que el presidente se aleje del cargo.
"Los empleados del Banco observamos incrédulos junto con el resto del mundo cómo este hombre sólo rindió cuentas al líder de un solo país, dueño de apenas 16 por ciento de las acciones de la institución, cuyas políticas no se inmutan ante las opiniones de sus vecinos", señala la carta acerca del estilo unilateral de administración practicado por Estados Unidos en la institución.
"Los accionistas del Banco no habrán aprendido nada del daño hecho a la institución por Paul Wolfowitz si vuelven a permitir que un accionista minoritario designe al presidente y ejerza su influencia con la determinación que le caracteriza", prosigue.
La carta coincide con diversas señales emitidas por el gobierno de Bush, responsable de proponer como presidente del Banco a Wolfowitz en 2005, según las cuales el comportamiento del funcionario no merece la destitución.
El panel de investigación especial del Banco que investiga el asunto reveló el lunes que Wolfowitz, de 63 años, violó las normas de la institución y las obligaciones éticas de su contrato.
El ex número dos del Pentágono calificó esas conclusiones de "tendenciosas y viciadas".
La Junta de directores del Banco, de 24 miembros, deberá decidir el destino final en de Wolfowitz esta semana.
El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, reiteró el martes el respaldo del gobierno estadounidense a Wolfowitz.
Mientras, la secretaría de Estado (canciller), Condoleezza Rice, señaló en Moscú que las conclusiones del panel "no parecen ser el tipo de cosas por las cuales debería destituirse al presidente del Banco Mundial".
El vicepresidente estadounidense Dick Cheney ya había respaldado a Wolfowitz y le había aconsejado seguir en el cargo. "Creo que es un muy buen presidente para el Banco Mundial y espero que pueda continuar", declaró el lunes.
Pero hasta ahora ese apoyo oficial sólo logró concentrar la atención en el dominio de Washington en el seno de una de las instituciones más influyentes del mundo desde el punto de vista económico.
El Banco Mundial tiene 184 países miembro, pero sólo uno, Estados Unidos, designa al presidente.
Al crearse el Banco Mundial en 1944, impulsada por los países que triunfarían el año próximo en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se alcanzó un acuerdo informal según el cual Estados Unidos designaría al presidente de esta institución, mientras Europa se encargaría de elegir al del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Críticos de la gestión de estas organizaciones multilaterales sostienen desde hace tiempo que ambas,a pesar de su intención declarada de combatir la pobreza, han servido de herramienta para la política económica y exterior de Estados Unidos y Europa.
Este último escándalo reforzó esa visión de los hechos.
"El gobierno estadounidense fortaleció la percepción de que considera al Banco Mundial como una herramienta de su política exterior para garantizar sus intereses económicos y geopolíticos", escribieron Bruce Jenkins y Nancy Alexander, dos veteranos observadores de la institución, en un sitio de Internet.
Con más de 23.000 millones de dólares en préstamos otorgados el año pasado y su participación en miles de proyectos como represas, caminos, escuelas, hospitales y sistemas de irrigación en todo el mundo, el Banco mantiene una enorme influencia sobre muchos gobiernos y debe ser administrado de forma más responsable, según varios analistas. "Si el Banco quiere fortalecer su legitimidad de institución multilateral del siglo XXI, transparente y responsable, que puede cumplir en forma efectiva con el objetivo de reducir la pobreza es necesario realizar reformas urgentes", sostienen Jenkins y Alexander.
La organización independiente New Rules for Global Finance (Nuevas Reglas para las Finanzas Mundiales), con sede en Washington, también exhortó el martes a que Estados Unidos modere su influencia en el Banco.
Otros activistas que abogan por cambios en la economía global porque sostienen que favorece a las naciones ricas también se unieron a la lucha reclamando algo más que el simple reemplazo de Wolfowitz.
"El presidente del Grupo del Banco Mundial, ostensiblemente el cargo más importante de las finanzas, no debe ser una decisión unilateral de Estados Unidos", sostuvo Sameer Dossani, de la organización 50 Years Is Enough Network (Red 50 Años Es Suficiente), que combate la influencia de esa institución en las naciones pobres.
"Si el Banco Mundial tiene esperanzas de salir de esta dura prueba, al menos debe intentar implementar procedimientos democráticos y transparentes en la contratación de su propio presidente", sentenció. (FIN/IPS/traen-vf-mj/em/ks/wd na ip if dv md sp/07)