Desde su apartamento en un edificio de la capital cubana, Fernando Pérez observa el paisaje urbano envuelto por un humo que torna a las personas en espectros. Es el escenario de sus películas, donde ha revelado esencias del contradictorio devenir del país.
En "Madrigal", el último filme de Pérez, la capital de esta isla caribeña regresa casi irreconocible a través de la mirada de un joven actor de teatro, Javier, que vive y escribe con pesimismo de un presente y un futuro en brumas.
Esta obra, "aunque sea una realidad en otra dimensión, no es una realidad marciana, sino que hace referencia también, pero metafóricamente a la nuestra", dijo a IPS Pérez, considerado uno de los más importantes directores de cine cubano de las últimas dos décadas.
"Es una película que se mueve dentro de la subjetividad de los personajes, sus mundos interiores y pasa al terreno de lo abstracto en la narración, pero eso no quiere decir que esté de espaldas a la realidad", agregó el realizador, ganador en 27007 del Premio Nacional de Cine.
La primera parte del largometraje narra la historia de amor entre Javier y Luisita, una muchacha obesa rodeada de una atmósfera misteriosa que trabaja en un necrocomio. La segunda reproduce un mundo futurista imaginado por el joven, donde el sexo se ha convertido en una especie de dictadura.
Luego del éxito dentro y fuera de Cuba de una cinta como "Suite Habana" (2003), que muestra la existencia de varias personas en esta urbe de una manera cercana al documental, Pérez decidió retomar el discurso metafórico de dos de sus obras anteriores, "Madagascar" (1994) y "La vida es silbar" (1998).
"Madrigal" es el séptimo largometraje en la carrera del creador, que comenzó en 1987 con "Clandestinos", aunque desde 1971 dirigía documentales. Su próximo proyecto trata sobre la infancia y la adolescencia de José Martí, el héroe nacional de Cuba.
Las referencias a la situación de la isla parecen menos evidentes esta vez, lo cual ha levantado críticas entre quienes consideran ineludible que el cine cubano haga alusiones en particular al significado político de lo que ocurre día a día en el país.
"Ahora con 'Madrigal' lo primero que me pregunto es qué sentido puede tener este tipo de cine artificioso en un país que necesita mirarse a fondo y sin eufemismos, cada vez con más urgencia", señaló el crítico cubano Juan Antonio García Borrero, en "carta abierta" a Pérez.
Según García, la "búsqueda de la verdad individual", propuesta por la película, revela las tensiones "que genera en el individuo un contexto como el cubano, donde esa 'verdad individual' se somete a una 'verdad colectiva'".
En su opinión, esas indagaciones personales resultarían imposibles cuando "el pensamiento de plaza sitiada se empeña en decir verdades a medias para no ofrecerles armas al contrario."
El enfrentamiento de casi cinco décadas con Estados Unidos ha generalizado en la isla una sensación de asedio permanente, que se expresa en un discurso político siempre "en combate" contra el vecino antagonista y un llamado "síndrome del misterio", que restringe el flujo de información bajo el pretexto de no "dar armas al enemigo".
Sin embargo, Pérez estima que reflejar directamente la realidad cubana "es un punto de partida que no debe ser obligatorio". "¿Por qué no hacer ese otro tipo de cine y aspirar a esa otra mirada diversa que no por ello deja de insertarse en la realidad?", interrogó.
"Mi búsqueda estilística ('Madrigal' incluido) responde a la convicción de que el arte puede trascender la inmediatez de la política y propiciar lecturas más complejas y ambivalentes de nuestra realidad y del planeta en que vivo", apuntó en mensaje a García.
En ese sentido, el realizador Aram Vidal, de 25 años, discrepa de quienes creen que "el cine cubano y en general el latinoamericano, debe obligatoriamente referirse a la realidad social más inmediata, a personajes cotidianos, a su vida más concreta, como si no existiera nada más que eso o como si adentrarse en otras temáticas lo deslegitimara como producto de nuestra región."
"El filme de Fernando me alegra mucho, pues él se atreve justamente a hacer este cine más cercano a un mundo propio, donde necesariamente la realidad no se vislumbra como la cotidianidad que vivimos", dijo a IPS Vidal, autor de dos documentales sobre los problemas de la juventud cubana contemporánea.
A juicio de Pérez, las visiones sobre Cuba suelen estar plagadas de tópicos, que han llegado a establecerse también como parámetros presuntamente válidos para el cine. "Pienso que lo cubano, o la cubanía es, como decía Fernando Ortiz, un sentimiento inefable", señaló.
Los estudios de Ortiz sobre las raíces de la nacionalidad cubana le valieron el título de tercer descubridor de la isla, junto al naturalista alemán Alejandro de Humboldt y el almirante Cristóbal Colón.
"No creo que el cine cubano, para ser distinto al de otras regiones o para reafirmar su nacionalidad, deba apostar sólo por lo que hoy se entiende por 'cine cubano', o sea, realismo social, con una estética muy realista o neorrealista", sostuvo Vidal.
Pérez ha reconocido que en cada película trata de cuestionarse a sí mismo, de buscar respuestas a "fuerzas espirituales desconocidas" palpitantes en el ser humano. Lo impulsa siempre la emoción de asumir nuevos riesgos, de experimentar en los terrenos del llamado séptimo arte.
"El camino del cine metafórico que aspira a la abstracción, en tanto abstraerse del contexto implica ir más a lo esencial, es un cine que a mí me interesa muchísimo, que siempre que pueda voy a ensayar", confiesa.
En esa senda de ensayos, "Madrigal" podría significar el inicio de una nueva tendencia en el cine de ficción producido en Cuba.
"Como primer paso, puede ser controvertido, pero estoy seguro de que aquí hay un camino, por el que muchos cineastas jóvenes van a transitar, porque es una manera de tratar de ir más allá con el lenguaje cinematográfico", afirmó Pérez.