Miles de personas abarrotaron este martes la primera playa artificial de la capital mexicana, ubicada a 2.250 metros sobre el nivel del mar y a más de 400 kilómetros de la costa más cercana. Rodeadas de cemento urbano y aire contaminado, encontraron palmeras, arena y mucho sol.
La primera de las cuatro playas, patrocinadas por la alcaldía, fue copada por unos cientos de visitantes, en su mayoría provenientes de zonas urbanas de medianos y bajos recursos. La gran mayoría llegaron en traje de baño y cargando pelotas, comida y toda clase de equipos de sonido y cámaras de video y fotos.
La alcaldía decidió crear las playas con el afán de darles una diversión novedosa a los capitalinos en la presente Semana Santa de los católicos, período que las autoridades y la empresa privada dan asueto a su personal.
La playa inaugurada este martes opera en un centro deportivo del sur de la ciudad, enclavado entre vías de alto tráfico vehicular.
Se trata de una superficie de 1.500 metros cuadrados donde se colocaron 170 toneladas de arena, palmeras naturales, cinco piscinas desmontables, aspersores de agua para generar brisa húmeda y pantallas donde se proyectan películas relacionadas con el mar.
"Para quienes no tenemos dinero está muy bien esto. Iremos con la familia para descansar un poco y por lo menos imaginaremos que estamos cerca del mar", dijo a IPS la empleada doméstica Elena Izquierdo.
El acceso a esta playa, a la que se sumarán las otras tres entre este miércoles y el viernes, todas ubicadas en zonas de alta concentración urbana, es totalmente gratuito.
Según el alcalde capitalino, el izquierdista Marcelo Ebrard, la oferta busca satisfacer a quienes no pueden o no quieren viajar a destinos de mar en esta temporada, lo cual se calcula que sucede con uno de cada 10 de los alrededor de nueve millones de habitantes de la ciudad. Entre los visitantes a la primera playa capitalina hubo también turistas, especialmente nacionales que por estas fechas llegan aprovechando las vacaciones y las altas temperaturas y el intenso sol que predominan en la ciudad de México entre abril y mayo.
Estadísticas oficiales indican que unos 12 millones de turistas arriban a la capital de este país cada año, ocho millones de los cuales son nacionales y el resto extranjeros. Estos visitantes gastan más de 4.000 millones de dólares anuales, lo cuales benefician a unas 800.000 personas vinculadas al sector turístico.
Una encuesta realizada el año pasado por la secretaría (ministerio) de Turismo de la capital a 400 visitantes del propio país indicó que 96,7 por ciento de ellos recomendaría a amigos y familiares visitar la ciudad.
En el mismo sondeo, 76,3 por ciento dijo que la hospitalidad de sus habitantes es buena.
Al ser consultados sobre qué no les gustó de la ciudad, 38,5 por ciento mencionó el intenso tráfico vehicular, 15,2 por ciento la contaminación y 15,1 por ciento la inseguridad. Aún así, 87,7 por ciento de los consultados afirmaron que, "sin duda", regresarán a esta urbe.
El alcalde Ebrard, del Partido de la Revolución Democrática, agrupación que gobierna la ciudad desde 1997, señala que una de sus principales metas es alentar el turismo local y extranjero y combatir los problemas de tráfico e inseguridad.
En la capital y el vecino Estado de México, que juntos conforman una mancha urbana de 20 millones de habitantes, circulan más de 3,5 millones de vehículos, la principal fuente de contaminación del aire.
Las autoridades emprendieron acciones formales contra la polución a inicios de los años 80. No obstante, aún fallecen cada año unas 30.000 personas de forma prematura debido a enfermedades relacionadas con esa causa y la ciudad se mantiene como una de las que tiene los más altos índices de contaminación atmosférica en el mundo.
Según datos de encuestas efectuadas por el no gubernamental Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, la capital ocupa los primeros lugares en incidencia delictiva: 20.368 víctimas y 32.572 delitos por cada 100.000 habitantes.
Pero aún con esos problemas, el turismo es abundante. Un 90 por ciento de las 40.000 habitaciones que ofrecen los 600 hoteles de la ciudad se llenan en períodos vacacionales como el actual.
Muchos llegan atraídos por las zonas históricas y las viejas tradiciones de la ciudad que hace 600 años era una zona lacustre habitada por indígenas con culturas de alto desarrollo y en la etapa de la dominación española uno de los más grandes centros urbanos de América.
En la llamada Semana Santa, uno de los principales atractivos para el visitante, fuera de la novedad que representan ahora las playas artificiales, es el rito que se cumple en el barrio de Iztapalapa, donde desde el siglo XIX se representa la pasión y muerte de Jesucristo.
Allí, más de 450 actores reproducen ante más de dos millones de personas los pasajes de la Biblia que hablan de los últimos momentos del hijo del Dios de los cristianos.
El acto teatral religioso de Iztapalapa, un populoso y antiguo barrio, es el más concurrido de su tipo en el mundo y uno de los más importantes de la Semana Santa en América Latina, donde la procesiones y los actos de penitencia son comunes en estas fechas.
Aunque la separación entre el Estado y la Iglesia Católica está garantizada en la mayoría de países latinoamericanos, algunos días de la Semana Santa continúan siendo feriados obligatorios en buena parte de la región, en especial jueves y viernes, en que se conmemora la última cena de Jesucristo, su captura y crucifixión.