El sindicato del Banco Mundial, que representa a 10.000 empleados, pidió este jueves la renuncia al presidente de la institución, el estadounidense Paul Wolfowitz, por aumentar sin justificación el sueldo de su novia e intentar ocultarlo.
La Asociación de Empleados del Banco Mundial formuló el pedido en una conferencia de prensa informal en el recinto de la entidad, en Washington.
La reunión adquirió un cariz dramático cuando el propio Wolfowitz apareció en el lugar e intentó defender sus acciones.
"El presidente debe admitir que su conducta puso en tela de juicio la integridad y eficacia del Grupo del Banco Mundial y destruyó la confianza de sus empleados en su liderazgo", dice una declaración firmada por la presidenta de la Asociación de Empleados, Alison Cave.
"Debe actuar honorablemente y renunciar", agrega el documento.
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El pedido fue formulado menos de una hora después de que el presidente del Banco Mundial divulgara su propia declaración por escrito al respecto. "Cometí un error del que me arrepiento", dijo Wolfowitz, de 64 años.
El sindicato informó que había decidido pedirle la renuncia a pesar de que la Junta de Directores del Banco, a cargo de las operaciones diarias de la institución, anunció que realizará una investigación oficial sobre las acusaciones.
Wolfowitz es acusado de usar su cargo para enriquecer a su novia Shaha Riza, empleada del Banco, a través de un gran aumento de sueldo que violaba los protocolos internos.
El sindicato dijo temer que la Junta de Directores no actúe con la celeridad requerida, y exigió la difusión de todos los documentos referidos al caso, incluido un memorando remitido por Wolfowitz al vicepresidente del Banco a cargo de Recursos Humanos.
En ese documento, el presidente del Banco Mundial ordenaba aumentar el salario de Riza a 193.000 dólares anuales, una suma que supera en 7.000 dólares el sueldo de la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice.
Wolfowitz alegó este jueves que ya había pedido asesoramiento al Comité de Ética del Banco y que había actuado "de buena fe".
Además, sugirió, aunque no dio detalles, que con sus acciones había intentado, en realidad, evitar que Riza demandara al Banco.
Como dos funcionarios del Banco Mundial que tienen un vínculo personal no pueden trabajar juntos, según el estatuto de la institución, Riza fue transferida en "misión externa" al Departamento de Estado, donde sigue cobrando el salario del organismo internacional.
La funcionaria, una experta en asuntos de Medio Oriente nacida en Libia hace unos 50 años, podría alegar que el movimiento había sido contra su voluntad y reclamar una compensación.
En ese sentido, Wolfowitz dijo: "Fue una transferencia involuntaria y creí que habría un riesgo legal si no se resolvía de mutuo acuerdo. Asumo la plena responsabilidad por los detalles."
Pero la declaración del presidente del Banco no aventó la preocupación de los empleados por que haya puesto los intereses de su novia por encima de los de la institución.
El sindicato advierte, por ejemplo, que no hubo representación de la asesoría legal del Banco durante las negociaciones del nuevo contrato de Riza, aunque sí estaba presente su propio abogado personal.
Wolfowitz recibió varios golpes la semana pasada, el último de ellos propinado por el ex presidente del Comité de Ética del Banco, Ad Melkert, quien negó que el órgano hubiera establecido o dado su anuencia a los términos del contrato de Riza, como aseguró su novio.
La Asociación de Empleados dijo que el ex consejero general del Banco, Roberto Danino, rechazó los térmios de la transferencia de la funcionaria, lo que llevó a Wolfowitz a excluirlo de las negociaciones del contrato.
"Parece imposible para la institución avanzar bajo el actual liderazgo, especialmente en nuestra tarea de ayudar a gobiernos y pueblos a mejorar su propia administración", sostuvo el sindicato.
La controversia ha sido particularmente embarazosa para Wolfowitz y para el Banco. Apenas el ex subsecretario (viceministro) de Defensa estadounidense y uno de los ideólogos de la invasión a Iraq asumió la presidencia de la institución en 2005, lanzó una cruzada contra la corrupción.
El año pasado, Wolfowitz anunció una "estrategia de largo plazo" que implicaba el uso de fondos y asesoramiento del Banco para ayudar a los países en desarrollo a librarse de sobornos y otras prácticas deshonestas.
El funcionario le dijo "a aquellos que no están de acuerdo" con su gestión como subsecretario de Defensa estadounidense que su actual trabajo es "para esta institución y sus 185 accionistas".
Wolfowitz insinuó así que las acusaciones son motivadas por el malestar que origina su papel en la invasión a Iraq, que cumplió cinco años y ha tenido un enorme costo humano y financiero.