La liberación de los 15 infantes de la Marina Real Británica que Irán mantuvo en cautiverio 12 días deja dos lecciones clave, según varios expertos. Y el gobierno del presidente estadounidense George W. Bush debería tomar nota.
En primer lugar, al capturar a los marines británicos cerca del estuario de Shatt al-Arab, el régimen chiita iraní demostró que aún tiene fuerzas para responder a provocaciones atacando intereses occidentales, a pesar de la debilidad de su ejército convencional y del aislamiento internacional.
En segundo lugar, cuando las potencias occidentales tratan a ese país con respeto y como igual tienen más posibilidad de obtener lo que quieren que cuando optan por la vía del enfrentamiento para intimidar o humillar al régimen.
Ninguna de esas dos lecciones será seguramente bien recibida ni por Washington ni por los neoconservadores y otros expertos de derecha que trataron de describir el incidente como la última muestra de barbarie islámica o persa.
Pero aprender la lección podría echar los cimientos para un nuevo enfoque que pueda dar resultados, según Juan Cole, experto en Medio Oriente de la Universidad de Michigan.
"Los británicos abrieron una puerta", explicó Cole a IPS. "La crisis podría haber alcanzado niveles muy peligrosos, pero la solución se halló por la vía diplomática y ésta puede albergar las semillas de negociaciones similares en el futuro, si británicos y estadounidenses así lo quieren."
La liberación de los marines fue anunciada el miércoles, aprovechando la proximidad del aniversario del nacimiento del profeta Mahoma y las Pascuas cristianas hecha por el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, quien se reunió con los prisioneros.
"Nuestro gobierno los perdonó. Es un regalo de nuestro pueblo", declaró. El gesto no "tuvo nada que ver" con la liberación el martes, en Iraq, de un veterano diplomático iraní capturado hace dos meses por espías iraquíes de estrechos vínculos con la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA).
"Abordamos la cuestión desde un punto de vista humanitario. La nuestra fue una decisión unilateral", insistió.
Pero la liberación de los marines parecen más que una mera coincidencia, como lo sugieren la liberación de ese diplomático y el acceso al consulado de Irán garantizado a los cinco supuestos miembros de la Guardia Revolucionaria (fuerza de seguridad) iraníes, detenidos hace tres meses por soldados estadounidenses en una representación de Teherán en la ciudad iraquí de Arbil.
Sin embargo, Londres y Washington, así como Ahmadinejad, insistieron en que no hubo canje.
"Creo que la acción de Estados Unidos en Arbil se relaciona con la decisión de Irán de orquestar la captura de los marines británicos", señaló Gary Sick, experto de la Universidad de Columbia, quien trabajó en la Casa Blanca en la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981).
Esa visión es compartida por Trita Parsi, presidente del Consejo Nacional Iraní-Estadounidense. "Al ir contra objetivos 'blandos', los iraníes presionan a Estados Unidos", sostuvo.
Además de permitirle a Irán contar con una carta en las negociaciones, la captura también persiguió otros fines, incluyendo reunir sentimientos nacionalistas en favor del régimen en medio de la imposición de nuevas sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, por negarse a suspender su programa de enriquecimiento de uranio.
Y la misma importancia tiene el mensaje que Teherán quiso enviar a Occidente: todavía tiene capacidad como para responder a lo que considera provocaciones de Estados Unidos de tal forma de perjudicar e incomodar a sus aliados.
"Al capturar a los iraníes, quienes después de todo habían sido invitados por las autoridades iraquíes, los estadounidenses quedaron como agresivos", según Cole.
"Ahora los iraníes demostraron que las fuerzas anglo-estadounidenses no tienen una posición tan sólida como para permitirse esas cosas, porque les van a jugar con la misma moneda", añadió.
"Fue un recordatorio de que Irán tiene una serie de opciones asimétricas a su disposición para contrarrestar de forma indirecta las acciones de las fuerzas estadounidenses en Iraq y en cualquier otro lugar", coincidió Sick.
Al mismo tiempo, Teherán apostó fuerte su posición internacional con la captura de los marines en una zona marítima en disputa, la utilización de las "confesiones" de los británicos cautivos y la amenaza de llevarlos a juicio, añadió.
"Sospecho que el reconocimiento de ese hecho se vincula con el deseo de Irán de terminar la crisis lo antes posible", dijo Sick. "Por la misma razón, creo que esta estratagema no se repetirá pronto."
"Creo que los iraníes pensaron que era mejor salir victoriosos y terminar la crisis antes de que pasara a mayores", apuntó Parsi.
Pero Parsi y otros analistas señalaron que se llegó a un punto en que Irán se anotó una victoria, porque hubo cambios importantes en el enfoque británico de la crisis.
Cole sostuvo que Gran Bretaña cambió su la postura, de amenazas y exigencias a una vía más diplomática, el fin de semana, cuando el secretario (ministro) de Defensa británico Des Browne confirmó que había "comunicación bilateral directa con los iraníes".
El lunes, el jefe de la seguridad nacional iraní, Ali Larijani, ofreció una entrevista conciliadora al Canal Cuatro de Gran Bretaña, tras la cual conversó con el principal asesor en política exterior del primer ministro Tony Blair, Nigel Sheinwald, según el diario The Independent.
"Este tipo de incidentes siempre giran en torno de gestos. Al parecer, cuando los británicos accedieron a mantener negociaciones bilaterales directas, Irán sintió que mejoraba su imagen y podía dar un gesto magnánimo", sostuvo Cole.
"Irán señaló en reiteradas oportunidades, y no sólo en esta crisis, que participará en negociaciones diplomáticas pero sin precondiciones y en un pie de igualdad", indicó William Beeman, experto en cuestiones iraníes de la Universidad de Minnesota.
"Así que ahora dicen: 'Vieron, cuando tenemos el control somos generosos. Somos un pueblo civilizado, humanitario y razonable. Se puede conversar con nosotros'", explicó.
"El mensaje es que si nos tratan con respeto, mediante incentivos, las cosas se pueden resolver rápido", señaló Parsi. "Si recurren a la fuerza o imponen sanciones en el Consejo de Seguridad, se van a quedar empantanados e Irán les responderá de la misma forma."
"Los iraníes tienen esperanzas de que Occidente entienda que esa es la forma de avanzar. Si Occidente lo entiende o no, es obviamente otro asunto", agregó.
El silencio relativo del gobierno de Bush también puede haber transmitido, sin querer, otro mensaje: aún no tiene intenciones de atacar Irán, a pesar de su último refuerzo de tropas en el Golfo Pérsico o Arábigo.
"El secuestro de los 15 militares británicos por Irán pudo haber sido utilizado como pretexto para un ataque militar, pues pudo haber desembocado en una crisis militar total. Creo que la ausencia de una escalada desenfrenada en este caso es un indicador significativo de que el deseo de Estados Unidos de atacar puede ser menos fuerte que lo se ha dicho", según Sick.