Elizabeth Cheney, hija del vicepresidente estadounidense Dick Cheney y ex alta funcionaria del Departamento de Estado (cancillería), exhortó a la comunidad internacional a disponer un embargo contra Damasco.
Una semana antes, Dick Cheney había acusado a la presidenta de la Cámara de Representes, Nancy Pelosi, del opositor Partido Demócrata, de "mal comportamiento" por visitar Siria y reunirse con el presidente Bashar el-Assad.
En una columna publicada el jueves en The Washington Post, Elizabeth Cheney, quien hasta hace apenas 10 meses se desempeñaba como "número dos" en la oficina para asuntos de Medio Oriente del Departamento de Estado, acusó al gobierno de Assad de asesinatos en Líbano.
Cualquier acercamiento diplomático con el régimen sirio es "no solamente irresponsable", sino "vergonzoso", advirtió la experta.
"Hablar con los sirios los envalentona y recompensa a expensas de Estados Unidos y de nuestros aliados en Medio Oriente", según Cheney, quien, mientras estaba en el Departamento de Estado, trabajaba en cercana relación con la oficina de su padre, promoviendo a los exiliados sirios opuestos a Assad.
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"Eso no cambió ni cambiará su comportamiento. Constituyen un régimen ilegal y deberían ser aislados", sostuvo.
"Los miembros del Congreso y funcionarios del Departamento de Estado deberían dejar de visitar Damasco. Los líderes árabes deberían dejar de recibir a Bashar al-Assad", continuó,.
El golpe parece no sólo dirigirse a Pelosi, sino también a su ex jefa, la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice, y al rey Abdullah de Arabia Saudita, quien mantuvo dos reuniones privadas con Assad durante la cumbre de la Liga Árabe celebrada en marzo en Riyadh.
Cheney, quien abandonó el Departamento de Estado de licencia maternal en la primavera boreal de 2006, es conocida por ser políticamente muy cercana a su padre y a algunos neoconservadores como dos asesores de su padre, John Hannah, de seguridad nacional, y David Wurmser, experto en Medio Oriente.
El radical llamado de Elizabeth Cheney a aislar diplomáticamente a Siria mediante la adopción de medidas multilaterales y unilaterales originó diversas especulaciones en Washington.
El objeto de los rumores es el actual balance de poder dentro del gobierno del presidente George W. Bush, entre los "halcones" liderados por el vicepresidente Cheney y el viceconsejero nacional de Seguridad, Elliott Abrams, por un lado, y los "realistas" del Departmento de Estado por el otro.
"Esto podría ser un intento desesperado por revertir una tendencia que va en contra de los halcones", dijo Wayne White, ex analista sobre Medio Oriente en el Departamento de Estado y académico adjunto del Instituto de Medio Oriente en Washington.
La política de aislamiento del gobierno hacia Siria tuvo hace poco algunos retrocesos, como la visita de legisladores estadounidenses y diplomáticos extranjeros, recordó White.
El ataque de Elizabeth Cheney, agregó, "no podía ocurrir en peor momento. Con el enojo que muestra Siria ante este tipo de reacciones, podría empeorar la situación".
En las últimas seis semanas, Rice se movió —aunque cautelosamente— para eliminar el embargo diplomático unilateral de Washington contra Damasco lanzado a comienzos de 2005, tras el asesinato del entonces primer ministro libanés Rafik Hariri.
El crimen es objeto de una investigación encomendada por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuyos resultados se espera sean hechos públicos en breve.
A fines de febrero, Rice aceptó explícitamente las recomendaciones del Grupo de Estudios sobre Iraq, entre ellas que Estados Unidos participara en negociaciones directas con Siria e Irán. Las conversaciones regionales sobre Iraq comenzaron a principios de marzo en Bagdad.
Al mismo tiempo, la funcionaria anunció que participaría en persona en la segunda ronda de conversaciones que actualmente se considera probable que tenga lugar en Egipto a comienzos de mayo.
Rice también envió a Damasco a su alta asistente para los refugiados, Ellen Sauerbrey, a comienzos de marzo, para discutir con funcionarios de allí la difícil situación de un millón de iraquíes que buscaron refugio en Siria.
Finalmente, ofreció un fuerte apoyo a los esfuerzos del rey Abdullah para relanzar en la reunión de la Liga Árabe celebrada el mes pasado en Riyadh, la "Declaración de Beirut" (2002), un plan de paz que ofrecía que Israel normalizara las relaciones con todos los miembros de la Liga Árabe, incluida Siria, a cambio de regresar a sus fronteras de 1967.
Fue en la reunión de Riyadh que Abdullah se reunió con Assad, poniendo fin de modo simbólico a dos años de distanciamiento entre los dos gobiernos, que comenzó con el asesinato de Hariri y empeoró durante la guerra de julio-agosto entre el movimiento chiita Hezbolá e Israel.
Assad acusó entonces a los líderes sunitas de la región de ser "mitad hombres" por atacar a la organización libanesa.
Los sauditas, como los "realistas" del Departamento de Estado y los co-presidentes del Grupo de Estudios sobre Iraq, el ex secretario de Estado James Baker y el ex representante demócrata Lee Hamilton, han llegado a creer que buscar el apoyo de Siria, cuyo aislamiento la volvió cada vez más dependiente de Irán, es esencial para una más amplia estrategia de contención y reducción de la influencia iraní en Medio Oriente, particularmente sobre Hezbolá y sobre el palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas).
Ese punto de vista también es cada vez más aceptado en Israel, donde cada vez más altos funcionarios de seguridad nacional en funciones y retirados llamaron al gobierno a aceptar las reiteradas insinuaciones de Assad desde el otoño boreal pasado para reanudar las conversaciones de paz que se interrumpieron a comienzos de 2000.
El mismo día en que Cheney arremetió contra todos los esfuerzos occidentales y árabes de realizar concesiones a Damasco, el Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del parlamento israelí recibió a Alon Liel, sirio-estadounidense con vínculos cercanos a la familia Assad y ex alto funcionario de la cancillería israelí.
Liel expuso entonces sobre sus gestiones secretas de dos años por elaborar un plan de paz detallado.
"Le pedí al gobierno israelí que responda al llamado de paz del presidente Bashar el-Assad", dijo el confidente de Assad, Ibrahim Suleiman, quien pronosticó que un acuerdo final por la normalización de las relaciones y la gradual devolución de las alturas del Golán a Siria podría ser discutida en un plazo de seis meses.
Pero semejante concesión chocó con la oposición de Cheney, Abrams y otros halcones del gobierno, que en los últimos meses vieron reducida su fuerza con la partida del ex secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld y del ex embajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) John Bolton.
Si la columna de Elizabeth Cheney, titulada "La verdad sobre Siria", refleja el punto de vista de los halcones, están preparados, al parecer, para luchar con dientes y uñas contra cualquier intento —de Israel, de Arabia Saudita e incluso de aliados europeos— de obtener la cooperación de Siria en una serie de asuntos de Medio Oriente, desde estabilizar Iraq hasta frenar a Hezbolá y Hamas.
"Los gobiernos europeos deberían demostrar que valoran la justicia por sobre los beneficios económicos e imponer a Siria sanciones financieras y a los viajes", escribió Cheney.
La ex funcionaria también llamó al gobierno a imponer la gama completa de sanciones que el Congreso legislativo previó contra Damasco, varias de las cuales hasta ahora fueron ignoradas por Bush ignoró.
Pese a que investigadores de la ONU todavía tienen que presentar su informe final, Elizabeth Cheney responsabilizó a Assad del asesinato de Hariri y otras cuatro figuras de Líbano, incluido Pierre Gemayel, muerto en noviembre en circunstancias que, según analistas independientes, apuntan más a rivales cristianos de la víctima que a Damasco.
"Ciertamente, ella asume el papel de jueza, jurado y verduga", dijo Chris Toensing, editor del Proyecto de Investigación e Información sobre Medio Oriente.
Toensing agregó que tanto el prejuicio de Cheney sobre los asesinatos como su abierto alineamiento con el actual gobierno libanés contra una oposición que representa un porcentaje sustancial, si no una mayoría, de la población, fue "salvajemente irresponsable, incluso para una ex funcionaria".
Algunos analistas en Washington dicen creer que la columna de Cheney reflejó pánico por la erosión del poder de los halcones, particularmente dada su desilusión ante la falta de indignación popular o parlamentaria tras la visita de Pelosi. Otros dicen creer que reflejó los puntos de vista del propio Bush, al menos sobre Siria.
"Ella le está haciendo los mandados al papá", opinó el coronel retirado Lawrence Wilkerson, jefe del equipo del Departamento de Estado durante la gestión de Colin Powell al frente de esa cartera.