CIENCIA-BRASIL: Batalla ideológica por los embriones

Todos pretenden a su modo estar defendiendo la vida y la ética científica, pero no hay acuerdo posible. Las convicciones opuestas parecen inamovibles y la Suprema Corte de Brasil no tendrá cómo fallar sin exponerse a la condena moral del lado derrotado.

Defensores y opositores de la investigación científica con células embrionarias humanas participaron el viernes de una audiencia pública sin precedentes, promovida por el Supremo Tribunal Federal (STF) en su sede en Brasilia, que desnudó la intensa batalla ideológica, externa e interna, en que se metió la ciencia.

El debate no enfrentó a investigadores y religiosos, sino a los mismos miembros de la comunidad científica.

Un total de 34 expertos fueron invitados a la audiencia, convocada por el STF para promover un amplio debate antes de emitir un fallo sobre la constitucionalidad del uso de células madre embrionarias en investigaciones y terapias médicas. Solo 22 hicieron uso de la palabra, y el tiempo se dividió en forma equitativa entre ambas partes.

La Ley de Bioseguridad, aprobada en 2005, autoriza el uso de embriones "inviables" congelados hacía más de tres años en las clínicas de fertilización artificial cuando la norma entró en vigencia. Pero la Procuraduría General de la República denunció que eso constituía una violación del principio constitucional que asegura la protección a la vida humana, ya presente en el embrión.
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Cuándo se inicia la vida humana se convirtió entonces en la cuestión clave del proceso. Si la vida empieza en la fecundación, el embrión ya es "un ser humano en fase inicial", y por tanto debe ser protegido por la Constitución contra su destrucción para la investigación, como argumentó el ex Procurador General Claudio Fonteles, autor de la denuncia.

Algunos defensores de estas investigaciones reconocen el inicio de la vida en el momento de la fecundación, pero arguyen que procuran aprovechar los embriones que serán descartados por sus proveedores y por las clínicas de fertilización.

La posibilidad de esos embriones de generar un ser humano "es prácticamente cero", y donarlos para la investigación científica representa la esperanza de futuro tratamiento para 7.000 enfermedades degenerativas que afectan a más de cinco millones de niños brasileños, sostuvo la genetista Maiana Zatz, de la Universidad de Sao Paulo (USP), experta en distrofia muscular y coordinadora del Centro de Estudios del Genoma Humano.

La vida es un proceso continuo, y querer determinar su inicio es un ejercicio de "regresión infinita", indebido en el caso, en el que la verdadera cuestión es definir si los embriones deben de ser protegidos en el mismo nivel que los millones de niños enfermos, opinó la antropóloga Débora Diniz, de la Universidad de Brasilia, y directora del Instituto Anis de Bioética, Derechos Humanos y Género.

Un óvulo fecundado sin su fijación en un útero tampoco tiene potencialidad de vida, señalaron investigadores, mientras otros añadieron que, por analogía al reconocimiento de la muerte cuando el cerebro deja de funcionar, el inicio de la vida humana requiere la formación del sistema neurológico, que solo empieza a los 14 días del embrión.

Los embriones que se quieren usar en las investigaciones deben tener hasta siete días en el momento de congelarse.

Aceptar que la vida humana no empieza antes de que surja tejido nervioso neurológico liberaría el uso de los codiciados embriones sin la condena moral de los que defienden el derecho a la vida del feto, como los religiosos en general.

Pero no es tan sencillo. Al fundirse el óvulo y el espermatozoide", nace una identidad genética única, distinta incluso de sus genitores", afirmó Dalton Ramos, profesor de bioética de la USP. El cigoto ya es una persona en formación, y está "programado" para desarrollarse con todas sus características, añaden otros.

El embrión se comunica con su madre pocas horas después de la fecundación, emitiendo señales a las 75 billones de células del cuerpo materno, incluso para los cambios hormonales, preparando la gestación, acotó Lilian Piñero Eça, bióloga molecular del Instituto de Investigación de Células Madre (IPCTRON).

Además de atentar contra la vida, la investigación de células embrionarias no mostró ninguna eficacia hasta ahora, y su uso experimental en animales comprobó que puede provocar cáncer, acusó Alice Ferreira, médica y profesora de biofísica en la Universidad Federal de Sao Paulo, participante del grupo de once expertos invitados a la audiencia por la Procuraduria.

Los estudios con células madres adultas, por el contrario, mostraron mejores resultados y pueden alcanzar las potencialidades que se supone tienen las embrionarias, sostuvieron médicos contrarios al uso de estas últimas.

Existen 72 aplicaciones clínicas de células adultas de éxito reconocido y ninguna con las embrionarias, por lo cual "no es necesario destruir la vida para usar células madre", sentenció el médico Marcelo Mazzetti, vicepresidente del IPCTRON.

De hecho, en los últimos años se divulgaron muchos casos de enfermos graves del corazón, de diabetes y otras enfermedades que se recuperaron tras la aplicación de células madre recogidas de la médula y otras partes del propio cuerpo de los enfermos.

El uso terapéutico de las células embrionarias necesita aún largas investigaciones, de inciertos resultados, admitió Stevens Rehen, neurocientífico de la Universidad Federal de Río de Janeiro y presidente de la Sociedad Brasileña de Neurociencias. Pero, "sin investigación es cierto que no habrá tratamiento" para muchas enfermedades, agregó.

Las células embrionarias son "pluripotentes", esto es, pueden convertirse en prácticamente todos los tejidos del cuerpo. Tienen potencial para generar nuevas neuronas, pero las células adultas no, señaló Rehen.

Además, son vitales para comprender cómo se forman los órganos y se desarrollan enfermedades como cáncer y Alzheimer, acotó.

Asimismo, solamente las células embrionarias podrán tratar enfermedades degenerativas genéticas que afectan más de cinco millones de brasileños.

Las adultas sacadas del mismo enfermo no sirven porque "portan todas el mismo error genético" que causa la enfermedad, explicó Zatz, reconocida autoridad en ese tema.

Ella espera que la Iglesia Católica, que se opone dogmáticamente al uso de embriones, cambie de posición "al conocer los primeros resultados" de las investigaciones que trata de impedir, concluyó la científica.

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