Las drásticas reducciones del presupuesto de salud pública de Portugal determinaron el cierre de servicios de urgencia y maternidades, y desataron protestas generalizadas contra el gobierno del primer ministro socialista José Sócrates.
En nombre de la eficiencia, de la economía de mercado y de la contención del gasto público, las portuguesas deben optar por recurrir a maternidades de la vecina Badajoz, la principal ciudad de la Región de Extremadura, en el suroeste de España.
La batalla por el derecho a dar a luz en territorio nacional no es la única consecuencia del recorte presupuestario, aunque se trasformó en la más emblemática y dio origen a la consigna más repetida en las protestas callejeras: "Badajoz para nacer, Portugal para morir."
Las medidas de austeridad también incluyeron el cierre de centros de salud y servicios de urgencia de hospitales públicos en ciudades pequeñas, y el aumento del precio de la atención médica.
Se trata de un impacto considerable en la nación donde los medicamentos son más caros en comparación con los el grupo de los llamados "países de referencia", compuesto además por España, Francia e Italia .
El resultado ha sido catastrófico. Algunos ancianos fallecieron camino al hospital más cercano, en el propio Portugal o en España, en un recorrido que en ocasiones supera los 200 kilómetros.
Las medidas, calificadas de "economicistas" por la oposición tanto de derecha como de izquierda, son justificadas por el gobierno sobre la base de criterios de racionalidad financiera, que apunta hacia esa solución en la bien apertrechada, más rica y tan cercana España, en lugar de sustentar maternidades deficitarias.
"Las madres de este país no podemos darnos ese extravagante lujo de tener nuestros hijos en Portugal", comentó irónicamente a IPS Eva Assunção, una joven del interior del país que recientemente dio a luz en Lisboa, usando el subterfugio de fijar residencia en la capital días antes del parto.
En nombre de la eficiencia económica, pero también de la calidad de la atención, el ministro de Salud, Antonio Correia de Campos, ordenó el cierre de maternidades, concentrando los bloques de parto en las ciudades y pueblos más grandes o recurriendo a España, y la reestructura de la red de urgencias en todo el país.
A pesar de las protestas de la población, entre las maternidades cerradas figura la del puerto de Figueira da Foz, unos 200 kilómetros al norte de Lisboa. Para dar a luz, una mujer solo tiene la opción de recorrer 35 kilómetros hasta Coimbra, capital del centro del país.
En los últimos 15 días, se registraron dos casos de madres que dieron a luz en la ambulancia de los Bomberos Voluntarios de Figueira da Foz, en camino a Coimbra.
El comandante de los bomberos, Lidio Lopes, declaró a la Radio Televisión Portuguesa (RTP) que "todo corrió bien en los dos casos", pero consideró "evidente que de haber una complicación en un parto, la situación puede ser peligrosa para la madre y para el bebé".
La entrevista fue repetida varias veces por la RTP, por los canales privados de televisión y emisoras locales, y fue ampliamente reproducida por los diarios.
El ministro Correia de Campos anunció el miércoles una investigación sobre los nacimientos en ambulancias, pero hizo hincapié en que no está "nada arrepentido" de haber cerrado la maternidad de Figueira da Foz.
Más aun, culpó por lo ocurrido en la autopista que une Figueira da Foz a Coimbra a "personas que no utilizan el Servicio Nacional de Salud como deberían", y afirmó: "Lo que hace nacer bebés en las ambulancias es el deficiente seguimiento del periodo prenatal."
En cuanto al cierre de los servicios de urgencia y a la limitación de personal médico y de los equipos en áreas rurales, causaron gran conmoción los casos de dos ancianos de la meridional localidad de Odemira, que, con pocos días de diferencia, fallecieron en una ambulancia camino a un hospital a 140 kilómetros de distancia.
Otro flagelo que aterroriza a los pacientes portugueses son las interminables listas de espera para someterse a intervenciones quirúrgicas en hospitales públicos.
El día 20, el Ministerio de Salud informó que a fines de 2006 se encontraban en lista de espera para ser operados 225.409 pacientes, 6,6 por ciento menos que en 2005. La lista incluía 122.858 personas en espera por más de seis meses y 25.191 por cerca de dos años.
Según las estadísticas correspondientes al año pasado, los beneficiarios del Servicio Nacional de Salud esperaron, en promedio, 6,9 meses por una cirugía.
Pero hay casos que a veces adquieren tono dramático o siniestro, como relató a IPS el inmigrante sudamericano Víctor Quiroz, al narrar la respuesta que recibió cuando solicitó ser operado de sinusitis en el Hospital Egaz Moniz de Lisboa.
"Cuando pedí a la doctora una mayor celeridad para ser operado, debido a las cada vez más frecuentes complicaciones con mi apnea (cortas paralizaciones de la respiración durante el sueño), respondió que la cirugía del departamento de otorrinolaringología le daba prioridad a los enfermos de cáncer", recordó.
"No me quedó otra que responder con humor negro y decirle que regresaría cuando me apareciera un cáncer", agregó..
El gobierno sostiene que sus estadísticas son correctas y que los tiempos en las listas de espera se han reducido considerablemente. "No es verdad, porque yo estoy esperando ser operado desde fines de 1999, o sea, más de siete años", refuta Quiroz.
El primer ministro Sócrates reafirmó oficialmente el miércoles en el parlamento que, gracias a la contención del gasto del Estado, el déficit público se había reducido en 2006 a 3,9 por ciento, ante el 4,6 por ciento que había previsto el propio gobierno.
Los drásticos cortes a los presupuestos de la salud y la educación permitieron, en parte, cumplir anticipadamente la meta prometida por el gobierno a la Comisión Europea (rama ejecutiva de la Unión Europea) al asumir hace dos años.
En marzo de 2005, Sócrates detectó un déficit de 6,83 por ciento, dejado por el gobierno conservador encabezado primero por el actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso (2002-2004) y luego por Pedro Santana Lopes (2004-2005).
Eso significa que Durão Barroso y Santana Lopes habían más que duplicado el máximo de tres por ciento tolerado por los países de la eurozona.
Ante esta situación, Sócrates se comprometió ante Bruselas a reducir el déficit fiscal a 6,2 por ciento en 2005, a 4,7 por ciento en 2006, a 3,7 por ciento este año y alcanzar la meta de tres por ciento en 2008.