Dos encuestas llevaron a conclusiones diferentes sobre la situación en Iraq. Pero los habitantes de este país de Medio Oriente no necesitan a ninguna de las dos para saber qué es lo que están viviendo.
El periódico londinense The Sunday Times publicó el 18 de este mes los resultados de un estudio realizado por la firma consultora británica Opinion Research Business, según el cual la mayoría de los iraquíes prefieren a su actual gobierno, apoyado por Washington, que al régimen de Saddan Hussein (1979-2003).
Otra encuesta divulgada el mismo día, auspiciada por el diario USA Today y el canal de noticias ABC, de Estados Unidos, la red de televisión alemana ARD y la cadena británica BBC, concluyó que seis de cada 10 iraquíes consideran que sus vidas han empeorado, y sólo un tercio esperan que la situación mejore dentro de un año.
Pero los iraquíes no le prestan atención a las encuestas. No las necesitan. Ellos conocen bien su realidad.
"Nuestro gobierno y sus amigos estadounidenses no saben mucho de nosotros. Lo único que les preocupa es su guerra contra (la red terrorista) Al Qaeda", dijo a IPS el maestro escolar Razzaq Ahmed, de 35 años y originario de la oriental ciudad de Ramadi.
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Muchos iraquíes sostienen que el gobierno se preocupa poco de sus derechos, y para esta afirmación se basan en algunos acontecimientos que conmovieron a la población en los últimos meses.
Uno de ellos fue la muerte el mes pasado de 18 personas, la mayoría niños, por una explosión cerca de una cancha de fútbol en Ramadi, capital de la provincia a Al Anbar.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia señaló que "la muerte de tantos niños inocentes cuando se encontraban jugando" era algo "inaceptable", mientras que la oficina del primer ministro Nouri al-Maliki calificó la masacre de "acto brutal" que revela "el rostro maligno de los terroristas".
Pero la indignación popular aumentó con las confusas versiones de lo ocurrido. Mientras por un lado se informaba que la explosión había sido causada por un coche bomba de insurgentes, por otro trascendía que habría sido provocada por las fuerzas de Estados Unidos, que intentaban detonar en forma controlada un explosivo.
No hay evidencias de que soldados estadounidenses hayan sido los responsables de la masacre, pero el incidente de todas formas incrementó el resentimiento de la población hacia ellos.
Las fuerzas de ocupación "dicen que fue Al Qaeda, pero es su responsabilidad mantener la paz en Iraq, no importa lo que hagan los demás", dijo a IPS Suha Aziz, madre de un niño de cuatro años muerto en 2006 por fuego estadounidense.
Las últimas encuestas difieren, pero lo que parece cierto es que la mayoría de los iraquíes se oponen a la ocupación liderada por Estados Unidos.
También critican a muchos líderes locales de Al Anbar, que han negociado con las fuerzas de ocupación.
Los estadounidenses "sólo buscan colaboradores a través de las llamadas negociaciones", dijo a IPS un jefe tribal de Ramadi. "La situación de seguridad se agrava cada vez más, y si los estadounidenses no nos matan, seguro que no nos pueden proteger".
Según las Convenciones de Ginebra, que rigen el derecho internacional humanitario, una fuerza ocupante tiene el deber de garantizar el orden y la seguridad en el territorio.
Ese deber es adjudicado tan pronto como las fuerzas de ocupación ejercen control o autoridad sobre la población civil.
El derecho internacional también estipula que las fuerzas ocupantes son responsables de proteger a la población de actos de violencia de terceras partes, como nuevos grupos armados.
También deben salvaguardar a los grupos minoritarios y a ex autoridades de gobierno de eventuales represalias y ataques.
Mientras, a los soldados estadounidenses se les hace difícil protegerse a sí mismos.
La provincia de Al Anbar ha sido escenario de una de las mayores resistencias a la ocupación. Las operaciones en la zona, incluyendo dos ataques contra la ciudad de Faluya, no han hecho nada para atenuar la insurgencia. Las bases estadounidenses cercanas a Faluya son con frecuencia asediadas.
"La situación en la provincia de Al Anbar sigue igual de mal. Hay muchos actores armados y son peligrosos", dijo a IPS Shakir Ali, de la localidad de Haditha, 200 kilómetros al oeste de Bagdad.
"Las nuevas milicias formadas por las autoridades de Estados Unidos y de Iraq intentan demostrar su poder a expensas de nuestros ciudadanos", añadió.
Mientras, las autoridades siguen pintando una realidad optimista. El general Joseph Fil, comandante a cargo de la seguridad de Bagdad, dijo a periodistas el 20 de este mes que los residentes de la capital estaban satisfechos con las nuevas medidas adoptadas.
"La seguridad ha mejorado, y las personas pueden dedicarse a sus asuntos y no tienen que temer entrar o salir de sus automóviles, o ir al mercado", aseguró.
*Ali, nuestro corresponsal en Bagdad, trabaja en colaboración con Dahr Jamail, especialista en Iraq radicado en Estados Unidos, quien viaja frecuentemente a la región.