FINANZAS-BRASIL: Paraíso e infierno de los intereses

Los brasileños, que vieron distorsionada su noción de los precios por una inflación de más de tres décadas, no han logrado recuperarla del todo tras el exitoso plan antiinflacionario de 1994, porque las tasas de interés se han mantenido a niveles irracionales.

Es difícil explicar a un extranjero cómo funciona una economía en la que el consumidor paga intereses de 225 por ciento al año sobre las deudas vencidas de su tarjeta de crédito, y las empresas de 60 por ciento para obtener capital de giro a través de un préstamo bancario, admitió Miguel Ribeiro de Oliveira, vicepresidente de la Asociación Nacional de Ejecutivos de Finanzas, Administración y Contabilidad (Anefac).

La tasa de 60 por ciento es un promedio aproximado de lo que pagan las medianas empresas, porque las grandes disfrutan de mejores condiciones, con tasas de 18 por ciento, mientras para las pequeñas el capital de giro llega a costar "120 o 130 por ciento", dijo Oliveira a IPS. Brasil siempre convivió con esa "anomalía", y los consumidores "no miran los intereses, sino las cuotas mensuales que pagarán", buscando evaluar si son compatibles con su presupuesto mensual, sin importarles que al final el producto adquirido les costará el doble o el triple de su precio al contado, observó.

Un gran aviso en un diario de Río de Janeiro ofrece esta semana la "superventaja" de adquirir un automóvil Ford u Honda en 61 cuotas mensuales, sumando 72 por ciento al precio de contado. Otra publicidad de un vendedor de vehículos Renault sólo indica el pago por mes, sin siquiera mencionar la cantidad de cuotas.

La venta de vehículos se financia con las menores tasas de interés en bancos o en las mismas tiendas, porque se supone que el producto sirve de garantía en caso de insolvencia.

Ocurre lo mismo con los inmuebles, pero el financiamiento de la compra de viviendas cuesta entre 11 y 18 por ciento al año, de manera que se hace inaccesible para los más pobres, señaló a IPS Hessia Costilla, economista de ProTeste Asociación Brasileña de Defensa de Consumidores. Como se trata de sumas elevadas y de plazos largos, superiores a 10 años, la deuda es una bola de nieve.

Sin una efectiva política pública que abarate el crédito inmobiliario, el país seguirá ampliando las "favelas" (tugurios) que se diseminan en las regiones metropolitanas y también ahora en la periferia de ciudades medianas y pequeñas del interior, lamentó Costilla.

La polémica sobre los intereses, sin embargo, se concentra en las decisiones del Banco Central, que cada mes y medio ajusta su tasa básica con incidencia sobre las operaciones interbancarias y sobre casi la mitad de la deuda pública brasileña. El objetivo es contener la inflación cerca de la meta, fijada en 4,5 por ciento para éste y el próximo año.

Esa tasa está actualmente en 12,75 por ciento y viene cayendo desde mediados de 2005, cuando alcanzó 19,75 por ciento. Se trata de las tasas más elevadas del mundo, representando costos equivalentes a más de 60.000 millones de dólares anuales en intereses sobre la deuda pública, lo que traba las inversiones estatales y el crecimiento económico del país.

Eso se refleja en los intereses que gravan a las empresas y a los consumidores, mucho más elevados y de caída más lenta. En Brasil las tasas mensuales se acercan a las anuales de los países ricos, comparó Costilla. Bancos europeos, como el Santander o el HSBC, cobran aquí intereses 10 o 12 veces superiores a las aplicadas en sus países de origen, acotó.

Con todo, la situación "ya fue peor, y la tendencia es de baja", si bien llevará años llegar a proporciones aceptables, sostuvo Oliveira. Su esperanza es que la reducción de la tasa básica del Banco Central disminuya la rentabilidad de financiar la deuda pública, forzando a los bancos a prestar más dinero a empresas y consumidores, lo que los llevará a disputar su preferencia con intereses más bajos.

Sólo incrementando la oferta de crédito y la competencia entre los bancos se podrá bajar estos intereses anómalos, coincidieron Oliveira y Costilla. El volumen total del crédito en este país es aún muy bajo, pues equivale a 41 por ciento del producto interno bruto nacional (PIB), según la Anefac, mientras en países industriales alcanza o supera cien por ciento del PIB.

Los elevados intereses son "remanentes de la alta inflación e indexación de precios" del pasado, opinó Oliveira.

Entre 1959 y 1994, este país siempre tuvo índices de inflación superiores a 25 por ciento anual, con excepción del periodo entre 1969 y 1973, cuando ésta se situó entre 15 y 20 por ciento. En 1993 alcanzó el récord de 2.708 o 2.477 por ciento, según distintas mediciones. En julio de 1994, el Plan Real adoptado por el gobierno contuvo el alza de precios, inaugurando una nueva etapa.

Pero los intereses sustituyeron a la inflación en su capacidad de erosionar el ingreso. Un préstamo bancario personal cuesta 5,4 por ciento al mes, lo que equivale a 89 por ciento al año, según Anefac. Para anticipar el pago de facturas a las empresas, los bancos cobran 3,59 por ciento, o 51,8 por ciento anual.

Los bancos justifican sus altos intereses por el riesgo de insolvencia, que es de casi cinco por ciento de la suma total prestada. También se quejan de los pesados impuestos cobrados por el gobierno. Pero sus utilidades aumentaron de forma impresionante en los últimos años.

El comercio cobra en sus ventas a crédito 6,06 por ciento al mes como promedio, lo que corresponde a 102,59 por ciento anual, más del doble de la suma financiada, según datos de enero recogidos por Anefac. Es un peso perverso, ya que sólo así los pobres pueden adquirir bienes indispensables como refrigeradores y cocinas.

Las grandes empresas de comercio de bienes durables pasaron en los últimos años a evitar las ventas al contado, ya que ganan más financiando. Anuncian productos a pagar en 10, 12 o más cuotas mensuales "sin intereses", ocultando el interés ya incluido en el precio, y el pago se hace exclusivamente en sus cajas.

Esa es la forma de forzar a sus clientes a visitar regularmente las tiendas donde pueden ser seducidos para hacer nuevas compras, explicó Oliveira.

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