Biocombustibles y otras fuentes renovables pueden ser la clave para resolver la crisis energética de África. Si las autoridades no actúan pronto, la situación se agravará, advirtieron expertos internacionales y funcionarios de los gobiernos.
Ciudades de África subsahariana como Lusaka, la capital de Zambia, Harare, la de Zimbabwe, Gaborone, la de Botswana, y Dar-Es-Salaam, la de Tanzania, se verán afectadas por la crisis.
"El continente tiene muchos recursos renovables que podrían beneficiar a la mayoría de la población en pocos años", aseguró el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Achim Steiner, el 23 de este mes.
Steiner realizó estas declaraciones al clausurar en Nairobi la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (Ticad), iniciativa impulsada por Japón en 1993 para hacer frente a las amenazas ambientales en el continente.
Desde la creación de Ticad, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Coalición Global para África, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Mundial se sumaron al emprendimiento.
Steiner advirtió que el continente corre el riesgo de quedar encerrado en un patrón de desarrollo que lo dejará rezagado ante el resto del mundo. Las naciones africanas deberían recurrir a sus propios recursos para diseñar sus estrategias de desarrollo, agregó.
Si las grandes potencias se tomaran en serio los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio acordadas por la comunidad internacional en septiembre de 2000, tendrían que volver a considerar cómo el mundo extrae y usa la energía, según el director del Pnuma.
Además, Steiner aplaudió la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (Nepad), plan de reestructuración económica para el continente, pero acotó que algunas de sus propuestas en materia de energía sólo favorecerán a los más pobres dentro de 20 o 30 años.
Para beneficiarse de la energía hidroeléctrica, como propone la Nepad, es preciso construir represas cuya instalación provocaría el desplazamiento de miles de personas y daños al ambiente, sostuvo.
Más de 80 por ciento de la población africana vive sin electricidad. En el continente hay, incluso, muchas escuelas, hospitales, empresas y redes informáticas que carecen por completo de energía eléctrica.
Más de 97 por ciento de los 60 millones de habitantes que se sumarán cada año al mundo hasta 2030, cuando la población total ascenderá a 8.000 millones, corresponderán al Sur en desarrollo, según el informe del Banco Mundial "Perspectivas económicas mundiales: Administrando la próxima ola de la globalización 2007".
La aritmética es simple: habrá más seres humanos demandando energía. Buena parte de ese crecimiento será en las ciudades, cuyos pobladores ejercen una demanda energética mucho mayor que los del área rural.
El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Hábitat) advirtió, ya en 1999, que si bien la mayor parte de la población africana vivía entonces en el campo, la tasa de urbanización era alarmante.
Varias ciudades dominaban ya la economía continental. Además de las populosas capitales de África del sur, brillaban en rojo en los mapas El Cairo, Lagos, Nairobi y Kampala.
Pero este año, por primera vez, la mayoría de la población mundial residirá en áreas urbanas, señaló en la conferencia la directora ejecutiva de Hábitat, Anna Tibaijuka.
También indicó que 75 por ciento de la energía gastada corresponde a pueblos y ciudades, lo que requiere inversión adicional para su generación y distribución en zonas urbanas.
"Ningún país redujo jamás la pobreza sin inversiones sustanciales en energía, que es clave para todos los objetivos de desarrollo humano. No se puede suministrar agua, brindar educación o proveer salud sin energía", sostuvo.
En África, dada la falta de electricidad, millones de personas destruyen las selvas en su permanente búsqueda de leña para cocinar, proceso que daña esos ecosistemas.
La destrucción de la vegetación puede llevar a la desertificación. La población de zonas que carecen de agua sufren las consecuencias, como la muerte del ganado y la escasez de cultivos.
La cuestión es si las naciones africanas pueden emprender el desarrollo de sus propios recursos. "África no es pobre: los africanos sí", resumió la premio Nobel de la Paz 2004 y ministra adjunta de Ambiente y Recursos Naturales de Kenia, Wangari Maathai.
La población del continente carece de "la formación necesaria para utilizar sus abundantes recursos" y no habrá "desarrollo en África si la gente no usa sus recursos de forma efectiva", sentenció.
Steiner citó como ejemplo de una forma barata y efectiva de acopio de agua de lluvia implementada en Kenia. Entre 100 dólares y 150 bastan para que una familia de ocho personas cuente en poco tiempo con ese recurso en forma constante.
El director del Pnuma instó a las naciones africanas a fijar con valentía su propia agenda estableciendo un marco para que cada país invierta en su futuro, sin depender de que los países ricos les pauten su camino hacia el desarrollo.