Siguiendo de cerca a sus pares de Estados Unidos y Gran Bretaña, el Departamento de Defensa Nacional de Canadá prepara para sus soldados y oficiales un exhaustivo manual contra la insurgencia.
El texto orientará la doctrina y el entrenamiento de las fuerzas canadienses en el futuro, según un borrador al que tuvo acceso IPS.
El manual, de 250 páginas, esboza los principios y prácticas del combate contra el tipo de insurgencia con la que se han enfrentado las potencias occidentales durante los últimos años en lugares como Chechenia, Afganistán e Iraq.
El instructivo, que lleva dos años en elaboración y su difusión se prevé para los próximos meses, describe a la guerra contrainsurgente como un enfrentamiento con movimiento locales, a menudo con apoyo popular, y no con estados.
Este tipo de guerra irregular ha desconcertado a las fuerzas de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Iraq y Afganistán respectivamente, donde crecientes movimientos insurgentes se han cobrado una gran cantidad de víctimas civiles y militares, y donde las señales de éxito para las fuerzas occidentales son pocas.
Aunque tal vez más relevante que nunca, la contrainsurgencia no es un fenómeno nuevo, como señala el manual canadiense.
Hace dos milenios, fuerzas locales combatieron al Imperio Romano en lo que hoy es Alemania, Escocia y Medio Oriente.
El Imperio Británico luchó contra rebeldes en el Afganistán del siglo XIX, como hicieron los franceses en Argelia luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Estados Unidos se retiró de Vietnam en 1975 tras cruentos enfrentamientos de 10 años con las guerrillas vietnamitas.
El general D.J. Lambert, director de doctrina del ejército canadiense y principal autor del manual, citó también varios ejemplos de históricas luchas contra insurgencias dentro de Canadá, como los enfrentamientos en 1885 con la llamada Rebelión Noroccidental, liderada por Louis Riel y la comunidad de los métis, mestizos de ascendencia indígena y francesa.
El manual señala que las fuerzas canadienses están hoy activamente comprometidas en varios niveles de confrontación con por lo menos tres insurgencias: en Afganistán, en Haití y también con organizaciones autóctonas internas de Canadá, como la Sociedad de Guerreros Mohawk.
Pese a sus "aspiraciones específicas y limitadas", las rebeliones indígenas en Canadá son consideradas insurgencias porque tienen el objetivo de alterar las relaciones políticas, tanto con el gobierno como dentro de las reservas "mediante la amenaza o el uso de la violencia", señala el manual.
En los últimos años, las fuerzas canadienses se enfrentaron con grupos indígenas y manifestantes, incluyendo enfrentamientos mortales con la comunidad mohawk de la meridional localidad de Kanehsatake, en la crisis de Oka de 1990, y con la comunidad ojibway en la también sureña Ipperwash, en 1995.
Las fuerzas canadienses están presentes en Puerto Príncipe, la capital haitiana, desde antes del derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide, en febrero de 2004.
Según el nuevo texto, Canadá ha realizado operaciones "contra la insurgencia de origen delictivo en Haití desde comienzos de 2004".
Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, las fuerzas canadienses han jugado un papel clave en Afganistán, tanto en la invasión como en las actuales operaciones de la OTAN para impedir el resurgimiento del movimiento islamista Talibán.
La denominada Operación Aquiles contra el Talibán, en la meridional provincia de Helmand, es la misión combinada más grande hasta la fecha en ese país, pues involucra a 4.500 soldados de la alianza occidental ya más de 1.000 del ejército nacional afgano, destacó el comandante de la OTAN en el sur, Ton van Loon.
La semana pasada, el centro de estudios internacional Senlis Council difundió los "alarmantes" resultados de una encuesta a 17.000 personas en el sur y este del país.
La mitad de los encuestados dijeron creer que la OTAN no vencerá a los talibanes, y 87 por ciento señalaron que las tácticas de las fuerzas occidentales para combatir a la insurgencia son incorrectas.
"Los resultados de la encuesta son sumamente alarmantes, porque indican que la comunidad internacional está en serios problemas en Afganistán", dijo el 19 de este mes el presidente del Consejo Senlis, Norine MacDonald.
"Un regreso del Talibán al poder tendría graves consecuencias tanto para el pueblo de Afganistán como para la seguridad mundial", alertó.
El manual de contrainsurgencia es parte de una significativa modernización y reestructura de las fuerzas canadienses que el Departamento de Defensa Nacional está anunciando como un esfuerzo por crear una fuerza más efectiva en la lucha por los "intereses nacionales" en el nuevo orden mundial tras la Guerra Fría.
Pero los cambios no son solamente doctrinarios. La intensidad de los combates en Afganistán es algo que los canadienses no veían desde la guerra de Corea (1950-1953).
"Es fascinante ser un soldado canadiense", dijo a la prensa el jefe del ejército, Andrew Leslie, en una conferencia organizada por el conservador Instituto Fraser, en la sudoccidental ciudad de Vancouver.
"Ya no somos un instrumento desafilado, relegado únicamente a mirar desde los costados o a interponernos entre dos facciones enfrentadas", agregó.
Muchos militares canadienses como Leslie o el jefe de Estado Mayor, Rick Hillier, han siempre criticado que el ejército canadiense tenga una imagen internacional de potencia mediana neutral y pacificadora, "de casco azul".
"No nos engañemos a nosotros mismos. Los enormes recursos invertidos por el gobierno en la transformación de las fuerzas armadas canadienses claramente no son sólo para Afganistán", señaló Leslie.
Esta previsto que la colaboración de las fuerzas canadienses en territorio afgano concluya a fines de febrero de 2009.
"Es lógico esperar que vayamos a alguna parte similar a Afganistán y que hagamos una clase de actividad bastante parecida", agregó.
* Este artículo es parte de una serie de dos referidos a la transformación de las misiones militares y humanitarias de Canadá. Con aporte de Anthony Fenton, desde Vancouver.