Chico se dio cuenta de que sus dibujos en los muros de Río de Janeiro eran expresiones artísticas cuando leyó, a los 18 años, un reportaje sobre los pioneros del grafiti en esta ciudad de Brasil.
Antes había intentado ser jugador de fútbol. También trabajó como empleado administrativo. Mientras, dibujaba por gusto y archivaba sus obras.
Desarrolló una "marca" propia a modo de firma, una bandera que recuerda, por su diseño, a la de Brasil. Al darse cuenta en 1998 de su vocación, aprendió la técnica. Formó el grupo Nação Grafitti dos años después, junto con cuatro amigos.
Este grupo se hizo conocer en Río de Janeiro. Dos de sus miembros, Bragga y Ment, figuran entre los participantes de la muestra "Fabulosos desórdenes" con que el centro cultural de la Caixa Económica Federal, banco estatal volcado al área social, acoge el grafiti y le da su lugar entre las artes plásticas…
Se trata de 18 autores, dos de ellos de carácter colectivo, que ocupan tres salas con sus obras dibujadas, pintadas o montadas en paredes y columnas, revelando gran variedad de estilos, incluso con esculturas y otros objetos tridimensionales que escapan al grafiti convencional.
Los brasileños son todos de Río de Janeiro y Sao Paulo. Los extranjeros son dos alemanes, Loomit y Stohead, el neoyorquino Daze, el español San y el dúo francés formado por Scien y Klor.
En esa actividad, todos se identifican por su nombre de pila o por un apodo. Acme, Nunca, Onesto, Akuma, Piá y Flip son algunos de los seudónimos brasileños.
Todas las obras fueron creadas en el propio local especialmente para la muestra. Un vídeo a la entrada, en exhibición permanente, documenta el trabajo de los "grafiteros" ejecutando sus trabajos, la mayoría en amplias paredes.
"Entre garabato y arte", escribió Bragga en su mural, dudando, en su modestia, del carácter artístico de su obra. Además de pintura con pincel y dibujo con stencil (formas recortadas en película de radiografía que quedan estampadas en la pared al rociárseles pintura en aerosol), Bragga usa la luz para destacar un punto brillante y pequeñas esculturas sobre el dibujo, recursos que no son habituales en sus grafitis.
La muestra en una galería de arte permitió a los grafiteros trascender las restricciones de su forma de expresión, al mezclar técnicas y recursos. Vitché, de Sao Paulo, hizo esculturas de madera y metales, como un muñeco articulado con un tridente de hierro en la boca.
Ment, otro miembro de Nação Grafitti, construyó una casita en que un lado del techo representa una "favela" (barrio pobre hacinado) y el otro edificios lujosos. En un túnel interior se representa la vida cotidiana y la violencia de Río de Janeiro.
En las paredes laterales exteriores, sólo hay garabatos con que jóvenes ensucian las paredes y muros de la ciudad, confundidos por muchos con el grafiti.
Aunque es fundador de Nação Grafitti, Chico no fue elegido por la curadora de la muestra, Daniela Labra, para participar en "Fabulosos desórdenes", pero está satisfecho con la atención y el reconocimiento que esta manifestación artística logró en Brasil, dijo a IPS.
Gracias al grafiti, "ya conocí Gran Bretaña y pretendo viajar a India", acotó.
En su caso y el de algunos de sus compañeros, no se trata solo de un oficio que les permite ganar la vida vendiendo algunos cuadros, haciendo dibujos para sitios web y prestando otros servicios artísticos.
Su trabajo también tiene un sentido social. Chico enseña grafiti a jóvenes pobres en el marco de Afro-reggae, iniciativa que empezó con bandas musicales en una favela de Río de Janeiro y que hoy desarrolla cursos y actividades variadas para la población marginada de muchas ciudades.
El grafiti surgió en los años 70, en los barrios afroestadounidenses pobres de Nueva York. En la década siguiente, Sao Paulo fue la primera metrópoli brasileña en tener sus propios grafiteros. En Río de Janeiro había muchos "garabateadores", pero el grafiti en serio sólo llegó en los años 90.
En general, los grafiteros de Sao Paulo, como los extranjeros, estudiaron arte en la universidad o en escuelas, y esa formación se nota en sus obras, explicó a IPS Carlos Eduardo Mota, estudiante de música que trabaja en la muestra de la Caixa Cultura, que comenzó el día 13 y seguirá allí hasta el 29 de abril.
Los grafiteros de Río de Janeiro son "casi todos autodidactas", como Chico, que solo estudió la secundaria.
Los cariocas empezaron a dibujar en los muros de los barrios de la Zona Norte, más pobres y sin interés turístico que la Zona Sur, explicó Mota. Su vínculo con la cultura hip-hop, que comprende también la música rap y el break-dance siempre fue limitado, y prácticamente ya no existe.