Pese a que en el imaginario colectivo se asocian con la muerte, los tiburones son muy vulnerables, y algunas variedades están en riesgo de extinción.
De las 40 especies de tiburones que nadan en los mares de Europa, un tercio está amenazado por la pesca intensiva e ilegal, la deportiva y la caza accidental, según la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).
Por esto, en los últimos 15 años la población de estos escualos disminuyó 80 por ciento, y 20 por ciento de las especies europeas están por pasar a la categoría de peligro crítico, denuncian organizaciones no gubernamentales (ONG) europeas.
"Los tiburones europeos corren graves riesgos. La sobreexplotación pesquera, la caza ilegal y el corte de la aletas son las causas de este descenso", explicó a Tierramérica Sonja Fordham, directora de políticas de Shark Alliance, una red de ONG que se dedica a la protección de los tiburones.
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés) recomienda no pescar las especies mielga (Squalus acanthias) y cailon (Lamma nasus), que nadan al noreste del Atlántico y son las más afectadas. La Unión Europea propuso incluirlas en el Apéndice de la II Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites, por su siglas en inglés).
"El problema es una combinación de la biología de estas especies y la pesca no regulada. No hay cuotas, ni límites, ni control. La presión pesquera sobre los tiburones es tan fuerte que sus poblaciones no pueden recuperarse. Se pescan más tiburones de los que nacen", dijo a Tierramérica la bióloga Rebeca Greenberg, de la no gubernamental Oceana, dedicada a la investigación y conservación de los océanos.
Los pescadores cazan estas y otras especies de tiburones para cercenar sus aletas. Después tiran sus cuerpos al agua. Las aletas se venden a buen precio en los mercados asiáticos y la demanda se incrementa a un ritmo anual de cinco por ciento.
En China, por ejemplo, hay unos 380 millones de consumidores para la famosa sopa de aleta de tiburón. En Hong Kong, esas aletas se cotizan a 131 dólares por kilogramo. En Corea y Tailandia, la sopa cuesta entre 150 y 200 dólares.
La pesca para comercializar las aletas mata a 100 millones de escualos al año. Noventa por ciento de las aletas cortadas pertenecen a tiburones azules (Prionace glauca), cuya población disminuyó 60 por ciento en las costas del Atlántico.
En 2004, la Unión Europea exportó más de 40.000 toneladas de carne de tiburón, que representa 40 por ciento de la exportación mundial total. España, que tiene la mayor flota de Europa, exporta anualmente a Asia entre dos y tres toneladas de aletas de tiburón, que equivalen a un millón de escualos.
Italia es el primer país europeo en la pesca de tiburones, con 1.061 toneladas (2004). Le siguen Turquía, con 1.018 toneladas y Grecia con 911.
"Si solamente se cortan las aletas están desperdiciando el resto. Los tiburones se usan para hacer dientes, collares, cosméticos, aceite, vitaminas", detalló Greenberg.
La caza accidental también constituye una amenaza para su supervivencia. Anualmente provoca la muerte de 100.000 tiburones en el Mediterráneo.
"Es un problema de los tiburones de todo el mundo. Están en riesgo de extinción por las capturas accidentales; generalmente terminan atrapados en las redes de los pescadores con los peces espada. No hay mucha información sobre este fenómeno", dijo a Tierramérica Marco Costantino, de la filial italiana del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
La carne de estos escualos se vende como si fuera "pescado fino" y termina en los platos de los europeos. También constituye una amenaza la caza deportiva de otras especies, como el tiburón mako (Isurus oxyrinchus).
La destrucción de su hábitat, su lenta madurez sexual —el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) la alcanza a los nueve años y el sandbar (Carcharhinus plumbbeus) a los 25— y su baja reproducción también los ponen en peligro.
La mayoría de las especies de tiburones tienen entre una y cinco crías. El periodo de gestación va de nueve a 12 meses.
Los tiburones son carnívoros y depredadores; comen peces medianos, viejos o enfermos. Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la sobreexplotación produce cambios en la estructura genética de algunas de estas especies, acelerando sus etapas de crecimiento, ciclos de madurez reproductiva y la disminución de su tamaño natural.
Los escualos son más antiguos que los dinosaurios. Aparecieron en los océanos hace unos 400 millones de años. Pueden ser pequeños, como el tiburón pigmeo (Squaliolus laticaudus), de 25 centímetros de largo, o enormes como el tiburón ballena (Rhincodon typus), de 18 metros.
Anualmente se producen 100 ataques de tiburón, 30 de ellos mortales. Pero apenas cuatro de las 300 especies conocidas (tiburones toro, tigre, oceánico y blanco) atacaron a personas.
"Hay que cambiar la idea sobre los tiburones. Tienen la misma mala imagen que los lobos. Hace años se pensaba que los lobos mataban y eran un peligro para los hombres. Pero no es así. En el Mediterráneo, la posibilidad de un ataque de tiburón es casi inexistente", aseguró a Tierramérica la bióloga marina Simona Clò, del Centro de Ambiente y Protección a Especies Marinas del Centro Turístico Estudiantil.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 3 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.