AGUA: El Danubio… ¿azul?

El músico austriaco Johann Strauss compuso el vals «Danubio azul» en 1867, atraído por la exuberancia del río. Pero 140 años después, esta corriente fluvial no inspira más que lástima.

Con sus 2.888 kilómetros, el Danubio es el segundo río más largo de Europa, después del Volga, en Rusia. Esta vía de navegación pagó un alto precio por la industrialización y la contaminación que ésta supuso.

Los ministros de Ambiente de los 16 países de su cuenca se comprometieron por escrito a elevar la cooperación para mejorar la calidad de sus aguas.

El documento firmado por los ministros reconoce la importancia de la región del mar Negro y el Danubio, el perjuicio histórico que padeció el río y algunos signos de recuperación como resultado de "acciones conjuntas".

Pero afirma que "se necesitan más esfuerzos y cooperación entre los 16 países y la Unión Europea (UE) para mejorar el ambiente".

El Danubio nace en la Selva Negra alemana, fluye hacia el mar Negro y muere en un delta que constituye una rica y exótica reserva ecológica de 4.500 kilómetros cuadrados.

Las naciones que comparten la cuenca (Alemania, Austria, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Federación Rusa, Georgia, Hungría, Moldova, República Checa, Rumania, Serbia, Turquía y Ucrania) suman 148 millones de habitantes.

Ocho de esos países (Alemania, Austria, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, República Checa y Rumania), integran la UE. Otros cinco (Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Georgia, República Checa y Turquía) no tienen acceso directo al río, pero lo alcanzan a través de otras vías fluviales o del mar Negro.

Todos esos países suscribieron al menos una de las convenciones de protección ambiental del área, una de ellas referida al Danubio y la otra al mar Negro, pero se necesitan más esfuerzos para mejorar sus ecosistemas.

Uno de los principales problemas es la contaminación por nutrientes que comienza en las nacientes del río y van a desembocar al mar Negro.

El problema obedece al vertido de nutrientes —fertilizantes y residuos orgánicos— en el agua, que consumen el oxígeno del agua sofocando a los peces y a otras formas de vida acuática, lo cual crea virtuales "zonas muertas".

Casi todo el Danubio fluye por valles de gran producción agrícola, que lo exponen a ese tipo de contaminación.

Procesar y reducir la contaminación por nutrientes en una de las tareas que se proponen en la región el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF).

Ya se implementaron proyectos que alientan la agricultura no contaminante en países como Croacia y Serbia. Pero el problema persiste.

"La contaminación por nutrientes está lejos de terminarse", dijo el director regional de programa del Pnuma, Ivan Zavadsky, en Bucarest, Rumania, donde se realizó en el encuentro de ministros.

"Hace 15 años que trabajamos para comprender mejor el problema y hallar soluciones. Llegó la hora de tomar medidas conjuntas en toda la cuenca, entre ellas un mejor tratamiento de las aguas residuales y la utilización de detergentes sin fosfatos", señaló.

En los últimos años se solucionaron algunos de los principales problemas que se suscitan en los 600 kilómetros que el Danubio recorre por territorio serbio, aseguraron expertos.

"Se ha hecho mucho. Los problemas en Serbia fueron preocupantes, y parecía que iban a persistir durante años", dijo a IPS la activista y ex ministra de Ambiente de ese país, Andjelka Mihajlov.

Serbia debió limpiar el Danubio en los alrededores de la ciudad de Novi Sad, unos 60 kilómetros al norte de Belgrado, donde tres puentes gigantescos fueron destruidos por el bombardeo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999.

Los restos de los puentes bloquearon la circulación del río. Unas 7.000 toneladas de escombros quedaron en su lecho. Sólo en 2003 se logró extraerlos totalmente a un costo de 30 millones de dólares donados por la comunidad internacional.

Los aviones de la OTAN también destruyeron 18 depósitos de la refinería de Novi Sad y cinco más en Pancevo, otra ciudad ribereña a sólo 10 kilómetros de Belgrado.

Miles de toneladas de crudo inundaron el río y mancharon la tierra. Varias organizaciones internacionales habían gastado a fines de 2006 más de 16 millones de dólares a fines para tratar las aguas contaminadas.

"Fue un desastre ecológico", dijo a IPS el profesor Dusan Reljin de Novi Sad. "Ese tipo de contaminación no tiene límites."

Además, el Danubio debe afrontar otras dificultades crónicas. Una de las obstrucciones del río es el gigantesco sistema compuesto por dos centrales hidroeléctricas compartidas por Serbia y Rumania, Djerdap I y Djerdap II, construidas a principios de la década del 70 unos 250 kilómetros al este de Belgrado.

Ese sistema es considerado un "punto negro ambiental", dada la acumulación de sedimentos tóxicos en los lagos artificiales creados tras la construcción de las plantas.

"Las consecuencias ambientales no eran una preocupación cuando se construyeron las represas", dijo a IPS un ex funcionario serbio que participó en el proyecto. "Un estudio al respecto fue mantenido en el más absoluto secreto y enterrado en algún cajón de uno de nuestros jefes del partido."

Tanto Rumania como Serbia tenían entonces regimenes comunistas.

"A diferencia de aquella época, ahora el ambiente es algo que nos preocupa a todos", aseguró. (FIN/IPS/traen-vf-mj/vz/ss/eu en md wt gb/07)

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