TRANSPORTE-CHILE: Despega Transantiago

Este sábado comenzará a operar en la capital chilena un nuevo sistema de transporte público, con el cual se pretende mejorar la calidad de vida de sus habitantes y aminorar la contaminación ambiental. Pero su éxito requiere superar dificultades de infraestructura y de hábitos culturales.

"Es un buen plan, pero no se ha hecho la campaña educacional necesaria para su óptima implementación. Muchos problemas se van a ir resolviendo en el camino, pero tememos que éstos vayan minando la credibilidad del sistema", dijo a IPS Stefan Larenas, director de la Organización de Consumidores y Usuarios de Chile (Odecu).

El Plan Transantiago, inspirado en el Transmilenio de Bogotá, consiste en una red de vías troncales por donde ruedan autobuses articulados. A lo largo de estas calles funcionan estaciones de trasbordo a las que llegan autobuses "alimentadores", procedentes de barrios alejados. También se habilitarán conexiones a las estaciones del metro (tren subterráneo), incorporado como recorrido troncal.

El director del Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica, Pablo Allard, señaló al diario El Mercurio que el Transantiago "va a exigir grandes sacrificios, grandes costos, y un cambio cultural muy fuerte para las personas, pero con todos los defectos que pueda tener, los efectos positivos a largo plazo van a ser tremendamente benéficos y todos los costos sociales se van a ir corrigiendo".

Transantiago contribuirá a la disminución de la polución de la capital chilena, una de las más altas del mundo, dado que reducirá la cantidad de vehículos rodando y el volumen de las emisiones contaminantes.

Una de las principales fuentes de contaminantes atmosféricos en Santiago es el transporte. Según las autoridades, los autobuses articulados de Transantiago cumplen con la normativa ambiental de emisiones vigente en el plano internacional (EURO III).

Desde octubre de 2005 se vienen introduciendo estos vehículos, que cuentan con facilidades para los discapacitados, y reduciendo el parque de autobuses corrientes, de 7.000 a casi 5.000.

Transantiago también considera la utilización de un tipo de combustible diésel más limpio —con sólo 50 partes por millón de azufre— y que cumple con estándares internacionales.

Además se disminuirán las emisiones contaminantes por efecto de recortar los recorridos del transporte público, descongestionar las calles y desalentar el uso del automóvil.

Odecu, junto a las no gubernamentales Ciudad Viva y Fundación Terram, acaba de crear el Observatorio de Movilidad Urbana (OMU), para monitorear el radical cambio que experimentará el transporte público de la capital desde este sábado 10 de febrero.

Transantiago fue iniciativa del ex presidente Ricardo Lagos (2000-2006). Su diseño y ejecución está a cargo de diversos organismos estatales y cuenta con una inversión pública y privada que superará los 2.000 millones de dólares. Su inicio estaba programado originalmente para agosto de 2006, pero debió ser postergado por diversos inconvenientes.

Según Larenas, "una revolución como ésta requería una campaña de información de por lo menos dos años, como se hizo en Bogotá, donde se aplicó el proyecto Transmilenio, y no de un par de meses como sucedió en Chile", lo que le ha valido al gobierno críticas por actuar improvisadamente.

La campaña informativa de Transmilenio fue de varios meses, no sólo por ser Bogotá una ciudad con más habitantes que Santiago, sino principalmente porque no cuenta con metro, sistema de transporte con una estructura similar a la del futuro Transantiago.

Éste contempla también segregación de vías, modificación de rutas, tarifas diferenciadas y nuevas paradas.

Santiago se dividió en 10 zonas de servicio, cada una formada por grupos de comunas (barrios). Dentro de ellas se realizarán recorridos de dos tipos: "locales" (internos) y "troncales", que conectarán una zona con otra.

Uno de los cambios más radicales es la nueva forma de pago del pasaje, mediante tarjeta electrónica que ya se utiliza en el metro.

La tarjeta electrónica fue entregada gratuitamente y puede ser cargada con la cantidad de dinero que el usuario desee. El pasaje cuesta 380 pesos (70 centavos de dólar) y sirve para hacer tres transbordos de ida (durante 90 minutos contados desde el inicio del viaje) y viceversa. Para su uso se requiere la instalación de máquinas validadoras en las que se cargan las tarjetas.

El ministro de Transporte, Sergio Espejo, admitió el 2 de este mes que "efectivamente tendremos dificultades con algunos recorridos, coberturas y frecuencias, pero lo importante es tener los mecanismos para corregirlos".

La autoridad reconoció que en los primeros días el plan "naturalmente generará molestias" entre los usuarios.

Hasta el martes 6, no se habían repartido todas las tarjetas electrónicas, no todos los autobuses contaban con validadores y no se habían construido todas las vías segregadas ni las paradas.

En Bogotá, el sistema tampoco se inauguró completo. En un principio sólo tenía dos troncales y pocas paradas que, con los años, se han ido ampliando.

Casi la totalidad de los santiaguinos que han sido entrevistados por los medios de comunicación en las últimas semanas declaran no saber de qué se trata el Transantiago, pese a que el gobierno ha habilitado distintos canales de información, como centrales telefónicas, oficinas de atención y un sitio web.

Es el caso del maestro constructor José Olguín, de 58 años, quien comentó a IPS que días antes de comenzar el Transantiago desconoce los nuevos recorridos así como la forma de usar la tarjeta electrónica, aunque admite no haber hecho mayores esfuerzos por informarse.

Su trabajo lo obliga a trasladarse diariamente a distintos lugares de Santiago y, como no posee automóvil, está obligado a utilizar el transporte público. "Mi esposa (una dueña de casa) está más preocupada que yo, porque dice que se va a perder (en las calles). No sabe qué (autobús) tiene que tomar para llegar al médico", ya que en algunos casos se deben realizar varias combinaciones, señaló.

El Poder Ejecutivo también ha capacitado personal para que instruya en terreno y ha enviado mapas con los recorridos a todas las viviendas de la capital. Además convocó a uno de los ídolos del deporte nacional, el retirado futbolista Iván Zamorano, para explicar el sistema en avisos televisivos.

Transantiago nació como proyecto en 2002 para modernizar el deteriorado sistema de transporte público de la ciudad más grande del país, con 6,5 millones de habitantes.

El diagnóstico hecho por el gobierno de Lagos —y que se mantiene hasta hoy— justificaba un cambio urgente: imposibilidad de predecir la frecuencia de los autobuses ni los tiempos de viaje, enorme congestión vehicular, uso creciente del automóvil y grave contaminación ambiental.

De igual forma, la propiedad de los autobuses estaba enormemente atomizada y se registraban numerosas transgresiones a la ley laboral, como el no pago de cotizaciones de los conductores a la seguridad social y extenuantes jornadas laborales. Por todo ello, se obligó a los 3.000 antiguos dueños a agruparse en 10 empresas para competir en la licitación de recorridos.

Varias agrupaciones de ciclistas también han planteado a las autoridades algunas demandas para poder integrarse efectivamente al Transantiago. Solicitaron definir claramente las ciclovías —como existen en Bogotá—, rebajar los límites de velocidad máxima de los vehículos motorizados en la ciudad, y tener aparcamientos para bicicletas. El ministro Espejo se comprometió a responderles este sábado..

Larenas cree "que la verdadera prueba de fuego del Transantiago será en marzo", cuando comienza el año escolar y los trabajadores regresan a sus labores, luego de las vacaciones estivales.

Al director de Odecu le preocupa especialmente la participación del metro en el nuevo sistema, ya que desde este sábado comenzará a recibir el doble de pasajeros, unas seis personas por metro cuadrado. Según Larenas, se deben habilitar más carros y estaciones de las comprometidas hasta ahora.

En los próximos meses, el OMU trabajará en la elaboración de una carta de deberes y derechos de los pasajeros del Transantiago.

Entre los derechos, se considera esencial que los conductores proporcionen un trato digno a los usuarios y que se eleve la calidad de los vehículos. En cuanto a los deberes, se insiste en que todas las personas deben pagar su pasaje, ya que dependiendo de la cantidad de evasores que se registren podría aumentar el precio del pasaje.

Mientras el gobierno estima que la total implementación del nuevo sistema de transporte demorará aproximadamente seis meses, el director del Observatorio de Ciudades, Allard, cree que el proceso puede durar hasta dos años.

"Si el Transantiago se aplica correctamente puede reportar numerosos beneficios, pero nos preocupa que la desinformación, la falta de vías segregadas, de paraderos, de tarjetas electrónicas, pueda generar malestar entre la población y terminar desincentivando el uso del transporte público", advirtió el director de Odecu.

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