Los océanos pueden ser la clave de la lucha contra las enfermedades infecciosas, e incluso contra el cáncer. Científicos del Instituto Scripps de Oceanografía, en la estadounidense Universidad de California, buscan la receta en los abismos.
Desde su despacho con vista al océano Pacífico, William Fenical, director del Centro Scripps de Biotecnología Marina, conduce investigaciones capaces de descubrir más microorganismos en una cuchara de té colmada de agua que árboles en un bosque.
Fenical cree que el trabajo de su equipo puede salvar millones de vidas.
La mayoría de la gente no se detiene a asociar avances de la medicina con los caracoles venenosos de los que se extrae anestésicos o de los espinosos cangrejos de herradura que proveen insulina.
Pero durante miles de años, la medicina convencional reconoce el poder curativo de sustancias que aparecen en los ambientes naturales.
El descubrimiento de la penicilina en el moho por parte del bacteriólogo escocés Alexander Fleming en 1928 abrió una revolución en la medicina, con el desarrollo de los modernos antibióticos, que salvaron cientos de millones de vidas.
La mitad de las nuevas medicinas no son desarrolladas de modo sintético en laboratorios, sino derivadas de compuestos químicos descubiertos en la naturaleza.
Hoy existen en el mercado unos 120 fármacos así creados. Y es en ese plano donde surge el problema: durante decenios, los científicos estudiaron una estrecha franja de vida terrestre, pero dejaron de lado tres cuartas partes de la superficie del planeta Tierra, cubiertas de agua.
La acción humana ocasiona la pérdida de hábitat oceánicos y también la de oportunidades de descubrir nuevas medicinas.
Científicos de Scripps ahora recurren al mar en busca de compuestos. "El océano representa una importante frontera para la investigación biomédica. La gran cantidad de organismos genéticamente diversos hallados en el mar brindan un potencial casi ilimitado para el descubrimiento de nuevos medicamentos", dijo Fenical a IPS.
De las 37 variedades de formas de vida, apenas 17 aparecen en la tierra. Es en el océano donde existe la mayor biodiversidad.
Se calcula que unos 10 millones de organismos únicos —animales, plantas y bacterias— viven en el mar, y puede haber incluso 1.000 especies vegetales y animales ocupando casi un metro cúbico de agua.
En los últimos 20 años, unos 12.000 nuevos compuestos fueron aislados de organismos marinos para una variedad de aplicaciones comerciales, desde pegamentos hasta cosméticos.
La diversidad de los compuestos bioactivos hallados en los oceánicos se debe, en parte, a las elaboradas defensas y a la extrema competencia que se produce entre los organismos por el espacio y los recursos.
En años recientes, Fenical y su equipo de científicos exploraron el suelo oceánico en busca de compuestos bioactivos en aguas territoriales estadounidenses e investigando recursos naturales que hasta ahora nadie reclamó.
Equipados con una suerte de cucharones que funcionan con resortes, extraen del fondo del océano lodo rico en nutrientes para identificar organismos microscópicos que contengan compuestos químicos sobre los que se pueda basarse la investigación en laboratorios.
Diez años de investigaciones comienzan a dar resultados. Tras acumular un escondido tesoro de microbios, los científicos de Stripps identificaron dos compuestos contra el cáncer que están en varias etapas de experimentos clínicos.
Desde 2006, treinta moléculas similares derivadas de fuentes marinas están en desarrollo clínico.
Hasta ahora, estos descubrimientos no han disparado una fiebre del oro líquido. Encontrar tratamiento para una enfermedad entre millones de organismos equivale a extraer una pepita de oro de una montaña de escombros.
Miles de horas de trabajo de laboratorio podrían arrojar un compuesto químico con propiedades medicinales.
Colocados en platos de Petri (platillos esterilizados que se usan para analizar las muestras), los especímenes son mezclados con cantidades diminutas de agentes biológicos causantes de enfermedades. La reacción es controlada y analizada, y los resultados tabulados por científicos investigadores.
El sistema rápidamente elimina fallas, lo que permite a los investigadores concentrar su atención en compuestos químicamente activos, con una intervención humana mínima.
Esta versión farmacológica del movimiento de "regreso a la naturaleza" señala un cambio de enfoque respecto de las corrientes científicas predominantes.
En los años 80, muchos investigadores pensaban que la principal usina de nuevas medicinas serían los laboratorios biotecnológicos y de ingeniería molecular. Pero hasta ahora los esfuerzos por crear o sintetizar genéticamente "medicamentos maravilla" no arrojaron los resultados previstos.
"Las compañías que fabrican medicinas abandonaron el intento de hacer nuevos descubrimientos para desarrollar fármacos", afirmó Fenical.
Fenical busca microbios en aguas territoriales de Estados Unidos. Mientras, otros investigadores del Norte rico procuran explotar los recursos naturales de países en desarrollo, sin que esas naciones reciban beneficios económicos significativos.
Pero existe un debate legal sobre la extracción de organismos del lecho del mar en regiones fuera de jurisdicciones nacionales.
Numerosos científicos y activistas consideran que el material genético de las profundidades del mar debería considerarse "patrimonio común de la humanidad" y estar sujeto, por lo tanto, a un programa de ganancias compartidas.
Ésa es, por ejemplo, la postura de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), organización que suma las actividades de 111 agencias gubernamentales, más de 800 organizaciones no gubernamentales y unos 10.000 científicos y expertos de 181 países.
"Nos gustaría llegar a una solución práctica que alentara la investigación y la innovación, pero reconocemos que deben regir los principios equitativos. Deberá haber alguna forma de compartir las ganancias", dijo Kristina Gjerde, experta en políticas de alta mar de la UICN,
Fenical rebate el argumento de que Scripps se beneficia directamente de su investigación farmacológica. "Gano 90.000 dólares al año", dijo el científico. Se trata de un salario reducido para profesionales de Estados Unidos.
Su centro de estudios es tan austero que debe rescatar piezas de computadora de la basura para mantener el equipamiento en condiciones, sostuvo.
Instituto Scripps fue fundada en 1903 como un laboratorio independiente de investigaciones biológicas, y se integró a la Universidad de California en 1912. Desarrolla 200 programas de investigación con 1.600 personas, y desde su creación no creció demasiado en tamaño.
Sin considerar quién se beneficia, Fenical cree que existe un vasto potencial médico para los microbios marinos y avizora nuevas oportunidades para la exploración de la diversidad de la vida marina mediante el análisis de secuencias de ADN (ácido desoxirribonuleico).
Esas investigaciones podrían conducir, aseguró, a nuevos medicamentos contra el cáncer. ***** +AMBIENTE: Escribiendo la historia de los mares (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=35644) +Instituto Scripps de Oceanografía, en inglés (http://sio.ucsd.edu/) +Unión Mundial para la Naturaleza, en inglés (http://www.iucn.org/) (FIN/IPS/traen-js-mj/eg/ks/na wd he sc dv/07)