SALUD-EEUU: Cuando la guerra nunca termina

El sargento estadounidense Don Hanks, quien estuvo un año patrullando el corazón del triángulo sunita en Iraq, regresó del conflicto totalmente cambiado.

Crédito: Depto. de Defensa de EEUU
Crédito: Depto. de Defensa de EEUU
"Perdí amigos allí, y algunos eran de toda la vida. Estás con ellos en sus casas, comes con sus hijos, con sus familias, y luego un día ya no están. Es realmente una muy mala experiencia", dijo a IPS.

Hanks sufre de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés), un desorden de ansiedad que puede surgir tras la exposición a experiencias terribles. Los que padecen este trastorno pierden contacto con la realidad y reviven constantemente sus vivencias trágicas.

El fenómeno también es conocido como fatiga de batalla, neurosis de guerra o síndrome de Vietnam, ya que fue identificado por primera vez en los ex soldados estadounidenses que pelearon en la guerra en ese país asiático (1965-1975).

"Uno empieza a olvidar, ¡mierda! Puedo decirle cuántas veces me levanto en mi casa y me dirijo a la cocina, al baño, al dormitorio, y simplemente olvido por qué estaba allí", dijo.
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"Esto comenzó a afectar mis relaciones personales. Empecé a reprimirme. No iba a hablar con nadie, cuando debía hacerlo, a causa del estigma, porque no quería que los demás supieran que estaba teniendo problemas, puesto que eso no es una característica de una persona exitosa, de un buen soldado", agregó.

Hanks contó que se aisló completamente. Dejó de ir a los centros comerciales y a otros lugares asistidos por muchas personas. Empezó a fumar marihuana para enfrentar sus problemas. Cuando fue hospitalizado en una institución mental militar, un examen de consumo de drogas resultó positivo.

Cuando los militares decidieron expulsarlo, Hanks no opuso resistencia, porque la alternativa era volver a Iraq. Consiguió un trabajo de limpiador de ventanas en los rascacielos de Fort Lewis, a las afueras de la nororiental ciudad de Seattle.

"Peleamos contra el régimen de Saddam Hussein y lo conquistamos, pero eso no es lo que pasa ahora", dijo a IPS.

"No sé… para mí esto no tiene sentido, y es una trágica pérdida de vidas", añadió.

Pero la historia de Hanks no es la única.

"Muchos quieren salir de allí", dijo a IPS el presidente de la junta directiva de los Veteranos de Iraq contra la Guerra,Garrett Rappenhagen. "Los militares, en lugar de asumir la responsabilidad sobre este joven, que peleó en la guerra y que por ello se ha perjudicado, están permitiendo y prácticamente ayudando a que los chicos se les de la baja, y que al salir del ejército se liberan del problema".

Pero los soldados que salen de las fuerzas militares por abuso de drogas y alcohol, por lo general no califican para recibir los beneficios de los veteranos, porque son dados de baja de manera no "honorable". Esto afecta no sólo la atención en salud, sino también la vivienda y los programas de educación técnica para los ex soldados.

Las consecuencias, dijo Rappenhagen, son por lo general trágicas.

"En (el central estado de) Colorado, atendí a una mujer en las sesiones de consejería de Vets4Vets (programa de ayuda a excombatientes), llamada Jessica Rich", dijo.

Rich, una joven de 24 años reservista del ejército, estuvo en Iraq y se le diagnosticó PTSD en 2004. Fue dada de baja en 2005.

Su amiga, Makayla Crenshaw, quien también fue soldado en Iraq, dijo al periódico The Colorado Denver Post que Rich no podía superar los recuerdos de la guerra, entre ellos el del suicidio de un compañero del ejército.

"Ella todavía sufre pesadillas, tiene recuerdos vívidos repentinos y ansiedad. Dijo que le era muy difícil superar todo eso porque no podía encontrar ayuda de nadie", contó Crenshaw.

Rich murió a principios de este mes como consecuencia de un accidente por alta velocidad en la autopista interestatal de Colorado. El informe oficial señaló que ella tenía el doble del nivel de alcohol permitido en su sangre.

"Ella aprovisionó el auto (de combustible) y aceleró por la interestatal en sentido contrario sin colocarse el cinturón de seguridad, hasta estrellarse contra un auto de marca Chevrolet SUV, muriendo instantáneamente", explicó Rappenhagen.

"Esto es lo que está pasando, y no se está haciendo los suficiente para tratar a estos soldados. Esto es corriente, realmente común".

Una investigación del grupo de periódicos de la compañía McClatchy, que analizó millones de casos abiertos al público gracias a la federal Ley de Libertad de Información, y que entrevistó a numerosos expertos en salud mental y veteranos de guerra, reveló que cerca de 100 clínicas de ex combatientes prácticamente no recibieron atención en salud mental en 2005.

Se desconoce cuál es el porcentaje de soldados que actualmente sufren de PTSD, pero un estudio de 2004 realizado por el ejército sobre la salud mental de las tropas que pelearon en Iraq —el primero en su género— reveló que cerca de uno de cada ocho mostró síntomas de este fenómeno.

Por otro lado, cada vez personas con antecedentes penales por casos de violencia son reclutados en las Fuerzas Armadas.

El 14 de este mes, el Centro Michael D. Palm de la Universidad de California dio conocer un estudio según el cual el número de personas con antecedentes penales admitidos filas militares se duplicó en 2003.

"Descubrimos que, en los últimos tres años, los militares permitieron el ingreso de unas 106.000 personas con sentencias por delitos graves, así como por abuso de drogas", dijo a IPS el director del Centro, Aaron Belkin.

Otro estudio del Centro también reveló que las Fuerzas Armadas no contaban con programas especiales para ayudar a estas personas a adaptarse a la vida militar.

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