SALUD-ANGOLA: No hay mal que por mal no venga

En vísperas del quinto aniversario de la paz lograda tras cuatro décadas de guerra en la que se perdió un millón de habitantes, Angola se ve amenazada ahora por el cólera, el paludismo y el sida, los nuevos asesinos de ese martirizado país de África Austral.

Tan sólo la semana pasada se registraron 111 muertos, que se sumaron a los 3.017 fallecidos registrados entre los 76.823 casos de cólera detectados desde que apareció la enfermedad, el 13 de febrero de 2006, según cifras de la delegación de la Organización Mundial de Salud (OMS) en Luanda, divulgadas esta semana en Lisboa por la prensa portuguesa.

La situación comenzó a agravarse desde mediados de octubre, con un aumento de los casos debido al comienzo de la época de las lluvias, con inundaciones que afectaron en especial a Luanda, causando una proliferación aun mayor de los casos de cólera, una infección intestinal aguda debida a una bacteria, adquirida a través del consumo de agua o de alimentos contaminados, capaz de provocar una entero-toxina que causa diarrea.

Respecto de este mal, el gobierno angoleño asegura tener la situación bajo control, bastando la colaboración con la OMS.

"Al menos, nosotros que tenemos una estrecha colaboración con los países de expresión portuguesa, no hemos recibido ningún pedido de ayuda, al contrario de lo que ocurrió con Guinea-Bissau, donde cooperamos en el combate de la epidemia que apareció hace unos dos años", dijo a IPS el doctor Jaime Simões Nina, del Instituto de Medicina Tropical (IMT) de Lisboa.

Oficialmente, el paludismo, también conocido como malaria, continúa constituyendo la primera enfermedad que más mata angoleños. Pero según estimaciones del IMT, el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), ya ocuparía el primer lugar en esa vasta ex colonia portuguesa de casi 1,3 millones de kilómetros cuadrados y 16 millones de habitantes.

El paludismo es una enfermedad infecciosa causada por parásitos del tipo Plasmodium, que son transmitidos por la picadura de mosquitos de la familia Anofeles y para la cual no existen vacunas, sino sólo prevenciones basadas en la quinina, los que no dan seguridad total de inmunidad.

En Angola, el paludismo representa 35 por ciento de todos los pedidos de cuidados de salud y 20 por ciento de las solicitudes de hospitalización, en el marco de una enfermedad que alcanza un índice de mortandad de 15 y 30 por ciento, dependiendo de su tipo y grado, estima una estadística del Ministerio de Salud.

Según las últimas cifras oficiales, divulgadas a fines del año pasado por Filomeno Fortes, director del Programa Nacional de Lucha contra la Malaria, entre enero y octubre de 2005, la enfermedad provocó 11.648 muertes en Angola.

Pese a que aún no se cuenta con datos de 2006, los expertos estiman que esta cifra no ha sufrido grandes cambios, porque el elevado número de muertes se debe a la resistencia del parásito de la malaria, trasmitido por un mosquito, a los tratamientos basados en cloroquina y amodiaquina.

"Para invertir esta situación, el Ministerio de Salud comenzará a usar en todo el país, un medicamento llamado Coartem, que tiene como base la artenisinina", dijo Fortes en declaraciones a la radioemisora de la Iglesia Católica portuguesa Renasceça.

Simões Nina, uno de los más destacados expertos en enfermedades tropicales del mundo, dijo en entrevista a IPS este jueves, que en efecto, "la lucha contra la malaria, debe llevarse a cabo mediante los nuevos principios defendidos por la OMS en cuanto al uso de la terapéutica combinada", contenida en el Coartem.

El investigador del IMT y médico de la unidad infectocontagiosa del Hospital Egaz Moniz de Lisboa, reveló que en el campo de la malaria, su institución tiene proyectos con todos los miembros de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), de la que hacen parte Angola, Brasil, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, Portugal, Santo Tomé y Príncipe y Timor Oriental.

"En octubre tuvimos una reunión con todos los países de la CPLP, precisamente para coordinar nuestras políticas de lucha contra la malaria", precisó Simões Nina y reveló que en el caso de Angola, "tenemos equipos de médicos portugueses constantemente trabajando en el terreno, colaborando con nuestros colegas angoleños".

Oficialmente, "el gobierno de Angola continúa sosteniendo que la malaria es la primera causa de muerte en el país, pero muchos de nosotros sospechamos que ya no es la primera, sino la segunda, y no porque la situación haya mejorado, sino porque está siendo desplazada por la tremenda explosión del sida", concluyó el medico investigador. Ana Maria Filgueiras, presidenta de Rede-Sida (Red Sida), organización que coordina la lucha contra el flagelo en los países de la CPLP, reforzó estos recelos de Simões Nina, al revelar a IPS que la proliferación del sida en Angola en gran parte se debe a las guerras y a que "los programas de prevención avanzaron tardíamente".

El sida es provocado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que penetra en el organismo por contacto con una persona infectada, a través de relaciones sexuales, contacto con sangre infectada, de madre para hijo durante el embarazo o parto y por lactación.

Estos motivos son alentados por la proliferación de conflictos armados, tan frecuentes en África, subraya esta doctora luso-brasileña de 56 años que ha dedicado su vida profesional trabajando largos períodos divididos entre Lisboa y Río de Janeiro y con vasta experiencia también en Luanda, Maputo, capital de Mozambique, y en el archipiélago lusoafricano de Santo Tomé y Príncipe. Angola vivió una violencia armada de 41 años, desde el estallido de la lucha contra el ejército colonial portugués en 1961 hasta el fin de las hostilidades en 1974, sellado con la independencia en 1975, año en que se inició la guerra civil, que se prolongó hasta la muerte en combate del líder rebelde Jonas Malheiro Savimbi, el 22 de febrero de 2002.

Durante todo este período de guerras, "las transfusiones de sangre a los heridos se hacían brazo a brazo, entre angoleños y extranjeros que allí combatían, muchos de ellos mercenarios, sin ningún control sanitario", apuntó Filgueiras.

En el período de paz, que comenzó en 2002, "llegaron miles de soldados ‘cascos azules’ de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), reclutados en gran parte en los países vecinos, altamente infectados con sida, justamente cuando Angola no tenía un programa de prevención implantado", añadió la presidenta de Rede-Sida. El índice de incidencia del sida es oficialmente de 2,5 por ciento, una cifra que causa dudas a Filgueiras "porque está subestimada, al no existir sistemas de vigilancia epidemiológica, el único método que podría ofrecer resultados confiables".

"La mejor prueba de esto, es que el promedio nacional de 2,5 por ciento, es muy lejano de la realidad, pero en esta misma relación, en la provincia (meridional) de Cunene, en la frontera con Namibia, el también optimista índice oficial de incidencia del sida, alcanza a nueve por ciento", acotó.

El porcentaje del índice de incidencia se obtiene de cada 100 mujeres embarazadas, que son consideradas la mayor fuente de expansión del sida, en especial en zonas de guerras y conflictos, donde son frecuentes las violaciones, explicó la activista luso-brasileña.

El mayor impacto del sida en Angola, concluyó Filguieras, "además de Luanda, que tiene en común con todas las grandes ciudades la inmensa promiscuidad, se sitúa en las regiones fronterizas, permeables a la movilidad de las poblaciones, que hasta hace poco tiempo llegaban a la enorme cifra de 4,2 millones de desplazados, prófugos de su propio país". (FIN/IPS/mdq/dm/he ip dv/sd/07)

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