PENA DE MUERTE-INDIA: Memorias de un verdugo

En una diminuta choza de un estrecho callejón en el sur de Kolkata, Nata Mullick, de 87 años, recuerda con orgullo y placidez su escalofriante carrera como verdugo y su último trabajo, que hace dos años lo catapultó a la fama internacional.

Los medios internacionales de comunicación rodearon con sus cámaras y micrófonos a Mullick, el "verdugo extraordinario" elegido por las autoridades para ejecutar al asesino y violador Dhananjoy Chatterjee.

La pena de muerte sigue vigente en India. La justicia condenó recientemente a Mohammad Afzal Guru, a quien se atribuye una conspiración para cometer un atentado con explosivos contra el parlamento indio.

El apasionado debate sobre la pena capital que siguió a la muerte de Chatterjee elevó, además, la fama de Mullick. Hoy, el verdugo protagoniza obras teatrales al aire libre de contenido melodramático, manifestación artística conocida como "jatra", muy popular en la Bengala rural.

Aunque algo enfermo, Mullick sigue de gira porque así obtiene buen dinero y reconocimiento. En estos tiempos escasean las ejecuciones. Pero su única queja se refiere a la ingratitud de las autoridades que, según dice, hicieron muy poco por su familia.
[related_articles]
"Llevo este trabajo en la sangre. Mi padre, Shiblal Mullick, era un verdugo en los días del colonialismo británico, cuando solían ahorcar a nuestros luchadores por la libertad", relató.

"Ahorcar es un arte. Las habilidades de un verdugo necesitan ser afinadas", explicó Mullick, con una mezcla de aplomo y frialdad.

"Empecé en la profesión a los 15 o 16 años. Mi padre tenía dos ayudantes que me ridiculizaban. Le decían que yo nunca podría hacer el trabajo. Pero a mí me apasionaba, y un día me les uní. Conducían a un hombre al cadalso y le até las manos a la espalda. Así les demostré que no era un gallina. Ése fue el comienzo."

"Mi padre estaba sorprendido por mi hazaña. Luego empecé a ayudarle en cada ejecución. En aquellos días, había ejecuciones por toda India, y yo viajaba con él a todas partes. Nos pagaban 16 rupias por ejecución. Era mucho dinero en ese entonces."

"Soy el mejor verdugo de India. Mi padre fue el mejor de su tiempo. Él me enseñó todas las técnicas y en toda su carrera nunca hizo un mal trabajo. Yo tampoco fallé en ninguno de los 25 ahorcamientos que realicé.."

"Buena parte del trabajo depende del peso del condenado. Por eso, ensayamos el ahorcamiento tres o cuatro veces con una bolsa de arena que tenga su mismo peso."

"La preparación de la soga también tiene sus detalles. Para eso necesitamos ciertos ingredientes, como jabón y ghee (manteca aclarada). Cuando la soga es fijada al cadalso, le untamos una banana aplastada."

"Cuando traen al condenado, dos de mis ayudantes atan sus piernas y manos. Lo mantienen erguido, porque podría desmayarse al enfrentarse a la muerte. Luego, en un minuto, le cubro el rostro, coloco la soga alrededor de su cuello y mi mano sobre la manivela. El superintendente de la cárcel da la señal y tiro de la palanca."

Otros detalles son esenciales para lograr un ahorcamiento "perfecto". Por ejemplo, preparar "cinco nudos en la soga", explicó Nata Mullick con toda calma.

"La preparación del nudo es importante. El condenado sentirá menos dolor si los nudos están bien. Si es pesado, se requieren menos nudos. Si el tirón es demasiado fuerte, la cabeza puede quedar separada del cuerpo o emanar sangre por la boca y la nariz. El tirón debe tener una fuerza mortal, pero sin causar dolor."

La ejecución implica una preparación espiritual no menos perfecto que el ahorcamiento en sí. El verdugo ora al dios hindú Narayan en procura del perdón divino para su alma y la del propio condenado.

"El oficial de la cárcel le pide perdón a quien será ejecutado. El fiscal le pide perdón. Yo mismo le pido perdón. Le decimos que estamos cumpliendo con nuestra obligación. Y le pido a Dios que lo haga nacer de nuevo como una buena persona."

"Cuando trabajo, no siento culpa alguna. Le rezo a Dios, pongo flores en el cadalso. Pido perdón una y otra vez. También doy limosna a los pobres para purificar mi alma."

Mallick realizó última ejecución mientras cientos de activistas de derechos humanos exigían en una vigilia la clemencia presidencial para el condenado. Había allí muchos periodistas y equipos de televisión de todo el mundo.

La situación no fue difícil de manejar, según el verdugo. "Él estaba calmado. Le pedí perdón, también."

Funcionarios de la cárcel debieron rescatar a Mullick del asedio de la prensa. "En los días que precedieron al ahorcamiento, me acosaron medios de todo el mundo. Fue demasiado.".

Mullick cree firmemente en la pena capital. "¿Debería seguir vivo alguien como Chatterjee, que violó y asesinó brutalmente a una muchacha de 14 años? ¿Debería seguir vivo un terrorista como Mohammad Afzal Guru? No lo creo", opinó, recostándose en su cama contra las sucias paredes rosadas.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe