Fueron necesarias más de tres décadas de batalla por los derechos de las mujeres para que Portugal diera, mediante referéndum, luz verde al parlamento para cambiar una restrictiva ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo.
En la consulta pública del domingo a los 8,7 millones de electores sobre si "¿Concuerda con la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, si ésta se realiza por opción de la mujer, en las 10 primeras semanas, en un establecimiento de salud legalmente autorizado?", 59 por ciento de los votantes respondieron "Sí" y 41 por ciento optaron por el "No", en un contexto de abstención de 56 por ciento del padrón.
El referéndum revoca uno anterior, de 1998, cuando el No se impuso al primer intento de cambiar la inflexible legislación que prohíbe la interrupción del embarazo y estipula penas de hasta de tres años de prisión para las mujeres acusadas —que deben cumplir tras humillantes juicios públicos televisados— y que ayudó a multiplicar la cantidad de abortos clandestinos, estimados en unos 20.000 por año.
Portugal abandona así la lista más conservadora de la Unión Europea (UE), en la que se mantienen sólo Irlanda, Malta y Polonia, si bien sus legislaciones sobre el aborto no contemplan la prisión para las mujeres.
El primer ministro y líder del Partido Socialista (PS), José Sócrates, se encargó el domingo de distanciar a su país de esa lista, al calificar el resultado de "un avance para Portugal, que dio un paso hacia las sociedades europeas más modernas, desarrolladas y abiertas".
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El debate en el hemiciclo unicameral de São Bento comenzará en los próximos días y podría prolongarse hasta el fin de la actual legislatura, en julio, anticipó Sócrates, ya que su intención es lograr consenso con los demás grupos parlamentarios.
Hasta entonces seguirá vigente la ley de 1984, que sólo permite el aborto por peligro de vida de la madre, malformación del feto o un embarazo producto de una violación, antes de las 12 semanas de gestación..
El referéndum "no fue una derrota de nadie, lo único que deseamos es avanzar para combatir el aborto clandestino", apuntó el gobernante, pero advirtió que la nueva ley que surja del parlamento "debe respetar el resultado de la consulta".
De este modo, Sócrates salió al paso de los sectores más radicales del No, que este lunes recordaron que el referéndum no era jurídicamente vinculante, pues no votaron más de 50 por ciento de los electores como estipula la ley.
Pero la participación ciudadana "fue mucho más alta que en 1998" y sus resultados mucho más esclarecedores, porque ese año la abstención fue de 68,11 por ciento y el No venció al Sí por el estrecho margen de 50,07 a 48,28 por ciento de los sufragios, recordó Sócrates.
El líder del PS envió un mensaje tranquilizante, adelantando que la nueva legislación no será aprobada simplemente mediante la mayoría absoluta del PS, sino discutida con todos los partidos, y contemplará que "la decisión de la mujer sea tomada tras una profunda reflexión".
El proyecto cuenta con apoyo inicial del PS, del Partido Comunista (PCP) y de los ex trotskistas del Bloque de Izquierda (BI), así como de algunos diputados del Partido Socialdemócrata (PSD, conservador pese a su nombre) y con la única oposición unánime del Centro Democrático Social (CDS), pequeña fuerza de derecha nacionalista y ultracatólica.
El presidente del PSD, Luís Marques Mendes, aseguró que su partido no obstaculizaría el debate, porque "si bien el resultado no es jurídicamente vinculante, debe ser respetado con el mismo criterio usado en el referéndum de 1998". Pero la nueva ley debe ser "equilibrada", pidió.
El líder del PCP, Jerónimo de Sousa, afirmó que el resultado de la consulta "es una clara manifestación de tolerancia y una importante victoria de la modernidad", mientras su par del BI, Francisco Louçã no escondió su satisfacción con el resultado, al sostener con euforia que Portugal finalmente entró en el siglo XXI".
La única hostilidad sin tapujos fue expresada por José Ribeiro e Castro, presidente del CDS, quien prometió continuar su lucha "por la defensa de la vida, votando contra la ley que el gobierno prepara" porque "abre la vía de la indiferencia hacia las mujeres en riesgo" y culpando a Sócrates por "este momento negro de la historia de Portugal".
Mientras, activistas por los derechos de la mujer y movimientos de la ciudadanía ya comenzaron a celebrar un triunfo que esperaron casi 33 años, desde que Portugal se democratizó merced al golpe de Estado de los capitanes izquierdistas de la Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974.
"Después de tres décadas, se cumple la última de las asignaturas pendientes del 25 de abril: plenos derechos para la mujer", dijo a IPS la activista Manuela Tavares, presidenta del Movimiento de Ciudadanía y Responsabilidad por el Sí.
En los últimos 32 años, esta profesora universitaria se convirtió en una de las voces más representativas de las organizaciones feministas. Su lucha contra la penalización del aborto se remonta a 1975, cuando con 19 años protagonizó una protesta en las galerías del parlamento, reclamando una "revolución" mental de los hombres destinada a reconocer los derechos de las mujeres.
"Bastó una palabra, la expresada el domingo, para acabar con las injusticias y las humillaciones de más de la mitad de la población portuguesa (52 por ciento de los 10,2 millones de habitantes), que son las mujeres", estimó.
La despenalización del aborto "no impedirá a nadie continuar luchando por sus ideas y contra la práctica del aborto", acotó.
Una opinión casi contraria emitió Ana Líbano Monteiro, portavoz de "Juntos por la Vida", el movimiento más representativo de la Plataforma por el No, al aseverar a IPS que "el aborto hace parte de una estrategia para combatir la familia y la vida".
"Creemos que el aborto no es jamás una solución, porque el daño psíquico y físico puede acompañar a la mujer por el resto de su vida, y eso se puede verificar en los países donde es libre", explicó Líbano Monteiro. Su lucha continuará presionando al parlamento "para crear mejores condiciones sociales para las mujeres", dijo.
Ese punto de vista es en parte compartido por el obispo auxiliar de Lisboa y secretario general de la católica Conferencia Episcopal Portuguesa, Carlos Azevedo, al subrayar que el rechazo al aborto "es sólo uno de los preceptos morales defendidos por la Iglesia", que sin embargo no tomó parte abiertamente de la campaña.
En un país de recursos limitados, "es necesario ampliar la obra social y la educación de las poblaciones, en especial de las áreas rurales", creando condiciones para que ninguna mujer se vea obligada a abortar, dijo Azevedo a IPS.
A juicio de Mario Soares, ex presidente de Portugal (1986-1996), después de la democratización de 1974, se mantuvo "el peso de un cierto pensamiento conservador" en este país, a pesar de que la Iglesia Católica "se abrió bastante, tornándose tal vez menos retrógrada que la española".
Ese pensamiento todavía subsiste, "ya que la Iglesia tuvo grandes responsabilidades en la supervivencia del régimen salazarista", dijo Soares a IPS en alusión a Antonio de Oliveira Salazar, ministro de la dictadura militar instaurada en 1926, que en 1933 asumió plenos poderes de dictador.
Para la UE, la importancia del referéndum portugués "es sin duda de gran significado, en especial para Malta, Irlanda y Polonia", dijo a IPS la eurodiputada socialista Ana Gomes, que en las últimas dos semanas hizo una pausa a su actividad en Estrasburgo y Bruselas (sedes del Parlamento Europeo) para participar en la campaña por el Sí en Lisboa.
"En el Parlamento Europeo existe una cierta tendencia a provocar un retroceso en el área de salud de la mujer, al reducir los ya restringidos programas de salud sexual y reproductiva", afirmó.
En caso de que el No se hubiese impuesto en Portugal, "habría repercutido en otros países, en especial en Polonia, donde vastos sectores conservadores están alentando el cambio de la ley por una más restrictiva, promoviendo una campaña con fotos en las que se llega al punto de asociar fetos con el holocausto" judío, aseveró.
