El juicio militar al primer oficial del ejército estadounidense en negarse a cumplir funciones en Iraq terminó abruptamente, pues el juez a cargo del caso lo declaró nulo por detalles técnicos.
Según el magistrado, teniente coronel John Head, el punto de discusión fue el carácter de un documento firmado por el acusado, teniente Ehren Watada, en que admitió no haber viajado a Iraq cuando su unidad fue enviada allí y haber pronunciado varios discursos contra la guerra.
El propio Head había dicho que la firma del documento equivalía a una "confesión" del cargo de "conducta impropia de un oficial". Pero Watada discrepó.
"Su Señoría, siempre creí que tengo una defensa legal y moral. Me doy cuenta de que el gobierno puede hacer alegatos y usted puede fallar en contrario, pero eso no niega mi creencia de que tengo una defensa", dijo.
"Para mí, conducir a soldados a un batalla en Iraq significa participar en una guerra que creo ilegal", declaró Watada al tribunal.
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En instancias anteriores, el juez Head había dictaminado que el principal argumento de Watada —que la guerra es inmoral e ilegal— no era admisible en este juicio.
Watada esperaba utilizar ese argumento en el marco de los Principios de Nuremberg, que surgieron de los juicios a los criminales de guerra nazis tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
El cuarto de esos principios establece que las órdenes de superiores no eximen de culpa en un acto ilegal. Por lo tanto, los soldados que cometen un crimen de guerra en cumplimiento de una orden son tan culpables como sus superiores.
"¿Cómo vamos a hacer que esa campana deje de sonar?", dijo Head al advertir el conflicto entre la declaración de Watada, acordada con un panel de siete oficiales que juzgaba el caso, y los hechos estipulados en ese mismo acuerdo.
Luego Head falló que el acuerdo que incluía la declaración de Watada sería anulado. Así, al juicio le quedan dos opciones: documentar el caso más minuciosamente o declarar su nulidad.
Al no estar preparados para la primera opción, los fiscales militares optaron por la segunda.
El abogado de Watada, Eric Seitz, consideró que la anulación resuelta el miércoles fue consecuencia de la "legítima defensa" de su cliente.
"El gobierno intentó impedir todo el tiempo que el discurso político, que intenta castigar, sumiera en el caos los procesos judiciales que él mismo creó, y muchos de esos casos resultaron en anulaciones", dijo Seitz, mencionando unos pocos que él mismo manejó a lo largo de los años.
Por ejemplo, el juicio por conspiración que celebrado en 1969 en Chicago, en que se acusó a siete pacifistas, entre ellos Tom Hayden y Bobby Seale, de cruzar las fronteras del estado de Illinois para incitar disturbios antibélicos y desbaratar la Convención Nacional Demócrata de 1968 en esa ciudad.
"El gobierno intentó, artificialmente, impedir que los acusados explicaran a su manera por qué estaban allí y por qué hicieron lo que hicieron", relató Seitz.
"Pero hay una contradicción, porque esos son los temas centrales para determinar por qué el acusado estaba allí en primer lugar", agregó.
Activistas antibélicos que observan el juicio a Watada se alegraron por su resultado.
"Estuve en una situación muy similar durante (la guerra de) Vietnam", señaló Mike Wong, trabajador social de San Francisco que desertó del ejército para no combatir en ese conflicto bélico.
Como docenas de otros activistas por la paz, Wong viajó a Fort Lewis para presenciar el juicio a Watada. Dijo que cada vez más militares siguen su ejemplo y se oponen a la guerra.
Wong afirmó que una línea telefónica creada para ayudar a los soldados que quieren irse de Iraq o abandonar el ejército recibe 2.000 llamadas por mes.
"Hay soldados que se rebelan de diferentes maneras. Incluso en Iraq hay soldados que tienen sus propios blogs (sitios web que a menudo funcionan como diarios personales de consulta pública) donde escriben contra la guerra mientras están allí. La resistencia de los soldados está creciendo", agregó.
En el juicio, uno de los superiores de Ehren Watada, el teniente coronel William James, aseguró que los comentarios públicos del acusado oponiéndose a la guerra en Iraq "bajaron la moral" al "crear mucha discusión en el comedor".
Eso perturbó a los soldados, que en esos momentos debían estar "concentrándose en sus armas y despidiéndose de sus esposas con un beso", advirtió James.
Geoff Millard, un veterano de Iraq que cubrió el juicio militar a Watada para el sitio web http://truthout.org, dijo que ésa fue una de las declaraciones más significativas pronunciadas allí.
"Los militares no quieren que el público estadounidense sepa que los soldados hablan de esto en los cuarteles. Algunos soldados piensan que Watada es una vergüenza, y otros piensan que es un héroe", explicó Millard.
"Pero lo que está haciendo es que los soldados discutan. Eso es lo que realmente atemoriza a este gobierno: que los soldados piensen. El gobierno no quiere que los soldados piensen. Quiere que sigan órdenes", agregó.
Es posible que haya un nuevo juicio en la primavera boreal. Al mismo tiempo, fuera de tribunales continuarán las negociaciones entre los abogados de Watada y los fiscales.
Mientras, el teniente Ehren Watada permanecerá en servicio en Fort Lewis, realizando tareas administrativas.