NACIONES UNIDAS: Alto cargo en cuestión

Menos de dos semanas después de asumir la secretaría general de la ONU, Ban Ki-moon es blanco de críticas de grupos de la sociedad civil porque, a su juicio, el funcionario realizó una designación inmerecida en un alto cargo.

Después de tomar su juramento en diciembre último, Ban anunció que haría los nombramientos para los máximos puestos del foro mundial sobre la base del mérito de cada candidato, pero los críticos sostienen que no ha hecho honor a su compromiso.

El nuevo secretario general designó como subsecretario general para Asuntos Humanitarios al diplomático británico John Holmes, que según organizaciones de la sociedad civil carece de experiencia en ese campo.

Holmes, estrecho amigo del primer ministro Tony Blair, era embajador de Gran Bretaña en Francia desde octubre de 2001. Antes, había representado a su país en Moscú, Nueva Delhi y Lisboa, entre otras capitales.

En 1995, Holmes se transformó en asesor diplomático del entonces primer ministro británico John Major, y siguió ejerciendo su función después de la asunción de Blair, entre 1997 y 1999.

Al anunciar el nombramiento la semana pasada, Michele Montas, portavoz de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), afirmó que Holmes "tiene una probada visión estratégica, además de experiencia en manejo de crisis y negociaciones multilaterales, dedicación y esfuerzo".

Holmes reemplazará a Jan Egeland, de Noruega, altamente respetado por la comunidad internacional y por activistas del desarrollo por su involucramiento profundo en el trabajo humanitario.

Durante su carrera en la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de la Unión Europea, resistió presiones políticas y criticó duramente a las grandes potencias por su inoperancia.

Tras el fin de la guerra del pasado invierno boreal en Líbano, por ejemplo, Egeland condenó el uso de bombas de racimo por parte de Israel.

Antes, se ganó la ira del gobierno de Estados Unidos por sugerir que los países más ricos del mundo fueron "mezquinos" en su respuesta a la tragedia del tsunami de 2004, que dejó más de 220.000 muertos en las costas del océano Índico.

"¿Acaso Ban fue influido por las cinco potencias cuando decidió designar a John Holmes?", preguntó William Pace, un antiguo observador de la ONU y director del Institute for Global Policy (Instituto de Políticas Mundiales), en referencia a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con poder de veto. Ellos son Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China.

"¿Cómo puede Gran Bretaña, que defiende la rendición de cuentas en la ONU, involucrarse en el nombramiento de alguien considerado ampliamente un ‘compinche’ político y cuyas calificaciones no se ajustan a las de un cargo de tanta importancia?", cuestionó Pace.

Permitir que un puñado de países miembros poderosos influyan en designaciones clave es "una temprana señal negativa" de Bam, agregó.

"No es solo una designación", señaló Jim Paul, director ejecutivo del Global Policy Forum (Foro de Políticas Mundiales), con sede en Nueva York. "Es más de lo mismo", dijo a IPS.

La decisión confirma la práctica de "feudos" que tradicionalmente otorga los máximos cargos de la ONU a ciudadanos de los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sostuvo Pace.

Esta práctica persiste pese a que los miembros de la Secretaría General juran no actuar como representantes de los gobiernos de sus respectivos países, sino permanecer imparciales y leales a la visión del foro mundial en su conjunto.

"La designación de Holmes plantea una paradoja. Por ahora, el discurso del nuevo secretario general difiere de sus acciones", concluyó.

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