Comer y beber dentro del perímetro del Foro Social Mundial (FSM), que se desarrolla en la capital de Kenia, es bastante costoso, y más cuando uno se acerca a los lugares donde se llevan a cabo las principales conferencias y talleres.
El siempre repleto restaurante Windsor Sideshow, propiedad del ministro de Seguridad Interna keniata John Michuki, es uno de los pocos centros de comida permitidos dentro de la zona del Foro, y también es el más caro.
Hay más de 50 centros de alimentación en el FSM, y la mayoría de ellos son espacios designados fuera del perímetro, sin señalización clara para marcar la plaza de comidas.
Una botella de medio litro de agua sacada del grifo cuesta unos 22 chelines keniatas (unos tres centavos de dólar) en un supermercado local, pero 25 chelines en las afueras del FSM y hasta 100 en el Windsor Sideshow.
Una baguette cuesta cinco dólares en el Foro, mientras que en el centro de Kenia se las puede comprar por un dólar. Un plato de arroz y pollo, vegetales o carne vacuna en Windsor cuesta cinco dólares.
Los organizadores del FSM cobran a los participantes una tarifa para registrarse de más de 2000 chelines keniatas (28 dólares) para cubrir un déficit de cinco millones en el presupuesto de las actividades. Los de nacionalidad keniata pagan 500 chelines (siete dólares).
Nairobi, capital de uno de los países más pobres del mundo, presenta grandes contrastes: existe una gran riqueza, pero también profunda pobreza, y todas las señales de desigualdad social y económica que los participantes del FSM quieren erradicar.
La Organización de las Naciones Unidas ubica a Kenia en el puesto 152 de una lista de 177 países sobre desarrollo humano, y el Banco Mundial señala que el ingreso promedio anual por habitante es de 460 dólares.
La plaza de comidas ofrece un bufet libre con entre seis y ocho platos que cuestan entre cuatro y cinco dólares. El pan y las tartas se venden a menos de un dólar.
La estadounidense Monica Cordova no se enteró de que había una plaza de comidas sino hasta el lunes. "No hay ninguna señal y nadie nos dijo nada. Aquí se consigue mejor comida, hay mejores precios y un completo servicio con una sonrisa", señaló, y se mostró indignada por la discriminación en la designación de los espacios para los centros de comida.
"Cada uno de de nosotros tenemos que pagar 472 dólares para poder hacer negocios por cuatro días. Pero nos ubicaron muy lejos. El lugar es como estar en un monte", dijo David Nakhabi, uno de los comerciantes.
Nakhabi y otros vendedores mudaron sus comercios más cerca del perímetro del Foro, pero el martes la seguridad intentó expulsarlos en tres ocasiones.
"No nos vamos a mover", aseguró Nakhabi.
Otro vendedor que no quiso dar su nombre señaló: "No sabíamos que no tendríamos espacio dentro del perímetro. Nadie viene tan lejos a comer".