El proyecto de presupuesto elevado al parlamento de Irán por el presidente Mahmoud Ahmadinejad prevé como factor de distorsión una caída del precio del petróleo atribuible a «conspiraciones de los enemigos», en una alusión al mundo árabe sunita.
El precio del crudo ya cayó de 78 dólares por barril en julio a 48 dólares en la actualidad, y podría deprimirse aun más si la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no dispone una reducción de la producción.
El Poder Ejecutivo iraní previó para el petróleo un precio de 33,7 dólares por barril, lo cual se consideró más realista que el del año fiscal en curso (que concluye el 21 de marzo), de al menos 36 dólares.
"Hay que tomar en cuenta el nuevo factor que influye en la economía iraní y regional y en los precios del petróleo: el conflicto entre sunitas y chiitas", dijo a IPS un politólogo que pidió reserva sobre su identidad.
"Hay razones ahora para creer que los sauditas, cuya economía no se verá seriamente afectada por una drástica caída del crudo, evitan deliberadamente ayudar a poner freno al derrumbe de los precios al oponerse a cortar la excedente producción de la OPEP de 700.000 barriles por día", añadió.
"El respaldo de Irán a los fundamentalistas chiitas en Iraq preocupa mucho a los países sunitas. La mejor forma de reducir la influencia iraní, sin recurrir a la violencia, es tornar económicamente imposible su apoyo, para que los iraníes tengan que apretarse el cinturón", prosiguió.
"El presupuesto deflacionario del año próximo, si se sigue estrictamente, puede servir para reducir los efectos más negativos de las sanciones de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y la caída de los precios del crudo", agregó.
La mayoría de los diarios locales, aun los pocos portavoces que le quedan a la oposición reformista, consideraron que el proyecto de presupuesto, enviado al parlamento la semana pasada, era favorable.
El periódico Keyhan, de línea dura e incondicional de Ahmadinejad, lo describió como "audaz".
"Este paso del Poder Ejecutivo es una firme respuesta a las conspiraciones occidentales contra Irán con el fin de reducir las inversiones en los sectores del gas y el petróleo y quitar a este país su principal fuente de ingresos. Ahora podemos decir que el enemigo perdió su último instrumento de presión", señaló Keyhan en un editorial.
A pesar de que el año pasado logró la aprobación de un presupuesto exageradamente abultado, el gobierno debió pedir partidas complementarias al parlamento en cuatro oportunidades, con depósitos acumulados en sus Fondo de Reserva Petrolera por la venta de crudo a altos precios.
"Aun con la venta de petróleo por encima de los 60 dólares por barril durante varios meses, el gobierno se las ingenió para vaciar las reservas. El balance quedará a cero al final del año fiscal si el gobierno sigue con la misma necesidad insaciable de dinero", dijo a IPS un analista económico en Teherán.
"Los gastos del gobierno consumirán hasta la última gota de los 56.000 millones de dólares que podrían alcanzarse este año por ventas de petróleo, mientras que 50 por ciento de los depósitos del Fondo de Reserva estaban destinados al sector privado", añadió.
Los críticos señalan que el gobierno puede tratar de elevar el gasto del aparentemente austero presupuesto, si el petróleo llega a venderse a un precio mejor que el estimado de 33,7 dólares por barril, otra vez mediante el recurso de las partidas complementarias solicitadas al parlamento y sacando dinero del Fondo de Reserva para cubrir sus necesidades.
"Al aprobar el presupuesto, el parlamento debe evitar que el gobierno convierta en tradición las partidas complementarias. Ahora que éste accedió a reducir sus gastos, el cuerpo legislativo también debe evitar que se eleven los gastos gubernamentales", sostuvo el economista Masoud Nili al diario Sarmayeh.
Si el gobierno puede pedir al parlamento cada vez más dinero, el presupuesto perderá su función, añadió.
El presupuesto iraní debe planificarse de acuerdo con "Perspectiva a 20 años", plan elaborado por el líder supremo ayatolá Alí Jamenei (máxima autoridad religiosa del régimen chiita) para que Irán sea un país próspero económicamente en 2021, y con el cuarto "Plan de Desarrollo de Cinco Años", hoy en su segundo año.
Ambos exhortan a que el gobierno reduzca su participación en la actividad económica.
Casi un año después de que Jamenei dispuso la implementación de disposiciones constitucionales para privatizar y reducir el papel del Estado, el gobierno de Ahmadinejad sigue teniendo una fuerte presencia en la economía y sigue debilitando al sector privado, una política que se refleja en el proyecto de presupuesto.
Si el gobierno no logra llevar a cabo las privatizaciones previstas en el próximo año fiscal, el presupuesto tendrá un gran déficit, pero aún no hay signos de que vaya a ceder el control de las empresas del sector público.
La interferencia del gobierno en la economía también se siente en otras áreas. El año pasado aumentaron los sueldos mínimos del sector público, lo que derivó en un aumento del consumo. A su vez, el gobierno prohibió un aumento de precios de los productos lácteos, lo que ocasionó grandes pérdidas a las compañías lecheras.
"Cuando el gobierno de Ahmadinejad y el parlamento fueron alertados el año pasado de no ocasionar el 'mal holandés' a la ya enferma economía, el Poder Ejecutivo respondió con desdén y el Legislativo aprobó uno de los proyectos más exagerados y ampliados desde el triunfo de la revolución, por temor a perder el apoyo popular", indicó el analista económico.
Ahmadinejad niega el aumento de la inflación, y tampoco su preocupación por las sanciones de la ONU.
La inflación de los últimos nueve meses se sitúa en 11,9 por ciento, según el Banco Central. Los críticos alegan que el gobierno mantiene bajas las cifras porque no incluye los precios de algunos sectores, como el inmobiliario, entre los 300 que utiliza para el cálculo.
Los bajos precios del petróleo, las sanciones de la ONU, las amenazas de Estados Unidos, el control gubernamental y la inflación no son los únicos males de la economía iraní. Las acusaciones permanentes del presidente contra los inversores privados precipitaron la inversión, algo que el gobierno también niega.
La reticencia inversora suscitó críticas del ayatolá Shahroudi, el presidente conservador de la Corte Suprema de Justicia. No debe considerarse "corrupto" a nadie, a menos que haya sido probado por un tribunal, consideró.
Si la ONU aprueba sanciones adicionales en caso de que Irán no suspenda su programa de enriquecimiento de uranio en las próximas semanas, puede llegar a ser un duro golpe para los bancos.
Dos de los principales bancos estatales, Saderat y Sepah, fueron boicoteados por el tesoro de Estados Unidos y luego seguidos por otros europeos. El flujo de caja hacia y desde el país quedó aun más restringido, y muchas transferencias se hacen mediante canales indirectos y más costosos.
"El boicot puede interpretarse en el marco de las nuevas políticas estadounidenses para sacar provecho de la complicada economía iraní", sostuvo el analista.
"La acción política es un procedimiento mucho menos costoso para los estadounidenses y, combinado con las presiones diplomáticas de la comunidad internacional, puede hacer tambalear más a Irán que con un ataque militar", concluyó. (FIN/IPS/traen-vf-mj/ks/rdr/mm if ip sp/07)