Venezuela vivió el retorno, integrador y feliz, de la opereta «La viuda alegre», del compositor austro-húngaro Franz Lehár, casi 100 años después de su primera puesta en escena en este país.
El lugar elegido esta vez fue el Teresa Carreño, la principal sala teatral de Caracas, con aforo para 2.500 espectadores.
"La viuda alegre" fue estrenada el 28 de diciembre de 1905 en Viena y llegó cuatro años después al entonces novísimo Teatro Nacional, de la capital venezolana. En el marco de la celebración centenaria, el Ministerio de Cultura auspició la nueva representación, aunque no en el reducido escenario original.
La historia que narra esta combinación de música, canto y danza es la de Ana de Glavary en el París de comienzos de siglo XX, quien hereda una fortuna al fallecer su marido y se convierte en la mujer más codiciada de la ciudad.
El embajador del ficticio país de Pontevedre busca la forma de que Ana no se case con un extranjero para evitar que los millones salgan del empobrecido reino, y recurre a un viejo amor de la viuda, el hedonista conde Danilo Danilovich.
Es una historia de amor entorpecido donde impera el escepticismo ante los sentimientos y se satiriza el matrimonio, al tomarlo sólo como un contrato por interés, al igual que la torpeza de los hombres para conducir asuntos de Estado.
La pieza se narra en cuatro horas con un aire ligero y la presencia de melodías pegajosas como mazurcas, cancán, polonesas, marchas y valses. En Caracas reunió, en medio de una escenografía rica en elementos de art nouveau, a 32 actores, 12 coristas, 51 bailarines y 12 músicos.
"Ha sido una producción propia, logrando reunir, por primera vez, todos nuestros cuerpos estables, coro y ballet, con la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Evidenciamos la fortaleza y el potencial del Teresa Carreño", dijo entusiasta a IPS Larry Gálvez, gerente del ballet en ese instituto estatal y conductor logístico de "La viuda", que se presentó del 7 al 10 de este mes.
"Siempre soñé con hacer una Viuda Alegre", confesó a IPS el director de la orquesta, Ángelo Pagliuca. "Se trata de una obra de envergadura y un desafío adicional por la combinación y cadencia de música, canto, representación y baile", explicó.
También José Luis Pacheco, director general del Teresa Carreño, señaló a IPS que la intención es "invertir esas ecuaciones, donde la danza, la música y el teatro viven por separado, cultivar las voces y resaltar a nuestro ballet".
Pacheco y Gálvez subrayan el papel del teatro Teresa Carreño como articulador de las distintas expresiones artísticas. Es un complejo cultural cuya construcción comenzó en 1973 y se finalizó 10 años más tarde, al cumplirse el bicentenario del nacimiento del libertador Simón Bolívar.
Hace un siglo, en junio de 1905, se inauguró con ese propósito el Teatro Nacional, que se conserva en una céntrica esquina de Caracas y que albergó, cuatro años después de su estreno en Viena, una representación de "La viuda alegre".
Ese montaje lo efectuó la "Compañía Italiana de Operetas", un elenco español en el que destacó Luisa Bonoris en el papel de Ana de Glavary.
Emulándole un siglo después, Betzabeth Talavera, soprano que hizo de Glavary este diciembre, comentó a IPS que "Venezuela es una potencia en canto, hay un gran movimiento de jóvenes talentos que necesitan el apoyo de una estructura de formación".
Pacheco sostuvo que la obra puede viajar al interior y aún al exterior de Venezuela, aunque no existen planes inmediatos para esas continuaciones. En cambio, sí los hay para trasladar en 2007 la experiencia de "La viuda alegre" a otras obras, antológicas y unificadoras, que combinen las expresiones y elencos con que cuenta el Teresa Carreño.
En lista están "El barbero de Sevilla", del italiano Gioacchino Rossini, "La leyenda del beso", del español Reveriano Soutullo, y "Los martirios de Colón", del venezolano Federico Ruiz. La lírica, insistió Pacheco, tiene muy buen futuro en Venezuela. (FIN/IPS/hm/dm/cr ae/sl la ve/06)