Mientras en Iraq se agrava el caos y la lucha sectaria, Egipto mira con preocupación otros dos focos de inestabilidad más cercanos y también amenazados por la sombra de la guerra civil: Líbano y Palestina.
El Cairo ha realizado intensos esfuerzos diplomáticos en Gaza y en Beirut para resolver las crisis, pero no hubo progresos en ninguno de los dos casos.
En Gaza, los intentos para forjar un gobierno de unidad nacional entre Al Fatah, el principal partido opositor, y el gobernante Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) han terminado en fracaso. Ninguna de las partes ha podido acordar una fórmula para compartir el poder.
El llamado hecho el lunes por el presidente palestino Mahmoud Abbas, de Al Fatah, a realizar nuevas elecciones parlamentarias distanció todavía más a Hamas, ganador de las últimas elecciones legislativas de enero.
Por su parte, el primer ministro Ismael Haniya, de Hamas, calificó la propuesta de "bomba política", durante una conferencia de prensa el martes, y la rechazó por considerarla inconstitucional. Haniya responsabilizó del fracaso en la formación de un gobierno de unidad nacional a la presión extranjera que busca aislar al Hamas.
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"Está el objetivo no declarado de derrocar a este gobierno, y Estados Unidos se encuentra detrás de esa decisión", afirmó.
Casi en forma simultánea, varios enfrentamientos armados estallaron entre los dos grupos. El canal satelital árabe Al Jazeera informó que seis personas murieron por la violencia en Gaza, a pesar de que tempranamente se declaró un cese del fuego.
Con la esperanza de encontrar una fórmula de acuerdo, El Cairo, tradicional árbitro entre los sectores políticos palestinos, intentó convencer a Hamas para que hiciera concesiones.
"Egipto está resuelto a solucionar el problema subrayando la necesidad de un gobierno de unidad nacional", dijo el subdirector del Centro Al Ahram para Estudios Políticos y Estratégicos, Mohammed Sayyed Said.
Además de las concesiones a Al Fatah, el gobierno egipcio también quiere que Hamas —partido islamista que lucha contra la ocupación— alivie su postura en torno a Israel.
Pero los líderes de Hamas radicados en Damasco se niegan rotundamente a reconocer al Estado judío si los israelíes antes no hacen concesiones, como permitir la creación de un Estado palestino con las fronteras existentes antes de la Guerra de los Seis Días en 1967.
Esta resistencia a reconocer a Israel causó la ira de varios países e instituciones de Occidente, que adoptaron sanciones contra la administración del Hamas. El embargo, liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, ya lleva 10 meses y ha devastado a la economía palestina.
Said, repitiendo la visión oficial egipcia, responsabilizó de las sanciones a la obstinación de los líderes de Hamas.
"La resistencia de Hamas a reconocer a Israel es el principal factor que contribuyó al bloqueo financiero internacional. Egipto ha estado insatisfecho desde hace tiempo con el gobierno de Hamas y su posición sobre el tema. Se debe formar un aceptable gobierno de unidad nacional para acabar con el embargo", señaló.
Said sugirió que la impaciencia egipcia sobre la intransigencia de Hamas podría llevar a El Cairo a realizar una abierta declaración de apoyo a Al Fatah.
"Hasta ahora, Egipto a se ha ubicado tácitamente del lado de Mahmoud Abbas, en su cargo de presidente de la Autoridad Nacional Palestina, pero no ha apoyado abiertamente a Al Fatah. Sin embargo, esto podría cambiar si Hamas se niega a hacer concesiones", sostuvo.
La situación no es menos difícil en el frente palestino-israelí, donde Egipto también ha liderado esfuerzos de mediación destinados a llevar a ambas partes a la mesa de negociaciones.
Luego de los cinco meses de operaciones militares israelíes en Gaza, en las que murieron casi 500 palestinos, una frágil tregua fue finalmente declarada a fines de noviembre. No obstante, las hostilidades se repiten casi a diario.
En un esfuerzo por iniciar negociaciones de paz entre estos viejos antagonistas, Egipto instó a ambas partes a considerar un intercambio de prisioneros.
Pero, para Said, estas propuestas probablemente terminen en la nada a la luz de la última ola de combates entre los propios palestinos.
"El Cairo estaba cerca de auspiciar un intercambio, pero, ante el temor de una inminente guerra civil en los territorios palestinos, la atención se enfocó en formar un gobierno de unidad nacional y realizar nuevas elecciones", señaló.
El Cairo no está menos preocupado por la situación en Líbano, donde una fuerte oposición encabezada por el movimiento chiita prosirio Hezbolá (Partido de Dios) sigue organizando multitudinarias manifestaciones callejeras contra el gobierno del primer ministro Fouad Siniora, apoyado por Estados Unidos.
El Hezbolá prometió seguir con las protestas si el gobierno no responde a su demanda de una mayor representación política.
El líder del movimiento, Hasan Nasrallah, y su aliado cristiano maronita Michel Aoun acusaron al gobierno de Siniora de conspirar con Israel en la última guerra entre ese país y la milicia chiita.
Temiendo el estallido de un conflicto civil abierto en Líbano, el presidente egipcio Hosni Mubarak envió a inicios de este mes una carta al presidente el parlamento de ese país, Nabih Berri, en la que pidió trabajar por una "atmósfera de calma".
Según la edición del 5 de este mes del diario gubernamental Al Ahram, la carta instó a ambas partes a "trabajar para calmar la situación y depender del diálogo como único camino hacia una solución".
El Cairo sigue la línea diplomática marcada por el secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa, quien visitó Beirut la semana pasada en un esfuerzo por mediar en la crisis política.
"Egipto está básicamente apoyando los llamados de la Liga Árabe para iniciar el diálogo y lograr una salida viable al actual estancamiento", dijo Said.