LÍBANO: Israel sigue de cerca al Hezbolá

Que Líbano se convierta en un satélite iraní y sirio, donde el movimiento chiita Hezbolá opere libremente, es lo que líderes de Israel temen pueda ocurrir si fuerzas contrarias al gobierno libanés logran derrocar al primer ministro Fouad Siniora.

"Lo que nos preocupa es que los partidos que intentan obtener poder en Líbano son los que obedecen a Irán y a Siria", dijo a IPS el legislador israelí Ephraim Sneh, del Partido Laborista.

"La ambición del régimen iraní es que haya una contigüidad territorial desde la frontera de Afganistán hasta el Mediterráneo. Asumir el mando de Líbano por medio de apoderados y convertir a ese país en un satélite iraní es una forma de lograr esto", agregó.

Durante dos semanas, opositores al gobierno libanés acamparon frente al edificio del parlamento en Beirut, reclamando que se le conceda poder de veto en el gabinete al movimiento chiita Hezbolá, que lidera a la oposición.

"Si Hezbolá obtiene poder de veto, eso esencialmente significará que el gobierno libanés pasará a ser un apoderado de Siria e Irán", dijo a IPS Shmuel Bar, director de estudios en el Instituto para Políticas y Estrategia, ubicado cerca de Tel Aviv.
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Lo que haga el "Hezbolá determinará lo que ocurra" en el gobierno, agregó.

Tanto Irán como Siria respaldan a la organización chiita, que acusó a Siniora y a su gobierno de ser lacayos de Estados Unidos.

Pero las fuerzas antisirias en Líbano —sunitas, drusos y algunos de los grupos cristianos—, que cuentan con el apoyo de Europa y Estados Unidos, denuncian que la oposición procura derrocar al gobierno con el fin de debilitar los planes para que un tribunal internacional juzgue a los acusados por el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri (1992-1998 y 2000-2004).

El ex mandatario murió en un atentado con coche bomba el 14 de febrero de 2005.

Entre los sospechosos hay cuatro generales libaneses considerados cercanos a Siria, lo que alimenta aún más la teoría defendida por muchos libaneses de que Damasco planificó el magnicidio.

El gobierno de Siria, que negó estar involucrado, se opone a la creación del tribunal y teme que investigadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) descubran vínculos entre sus funcionarios y los asesinos de Hariri.

El asesinato del primer ministro libanés motivó enormes manifestaciones que, combinadas con la presión internacional, obligaron a Siria a poner fin a sus 29 años de ocupación de Líbano.

Los esfuerzos de Beirut para avanzar en el establecimiento del tribunal —basados en un proyecto de acuerdo de la ONU— agravaron las tensiones.

El 11 de noviembre, todos los ministros chiitas renunciaron en protesta por el tribunal y declararon ilegítimo al gobierno.

"Éste es el momento de la verdad. Para los sunitas, cristianos y drusos, acceder a la demanda (de poder de veto) del Hezbolá" sería dar un paso de graves consecuencias, "especialmente luego de la batalla que libraron para sacar a los sirios de Líbano", dijo Bar.

Aunque Siniora pasó alrededor de una semana en su oficina, protegido por soldados y cercos con alambres de púa mientras opositores acampaban fuera, algunos observadores creen que, finalmente, las partes del conflicto cederán para evitar caer en la violencia.

Pero Bar es menos optimista. "Mientras Siniora tenga respaldo internacional, no creo que se rinda. Y cuanto más tiempo continúe esta situación, más peligro habrá de que derive en una guerra civil. Si esto ocurre, Siria podrá alegar que debe intervenir, e Irán estará habilitado para fortalecer su presencia en Líbano", sostuvo.

Observadores israelíes temen que, en caso de que el gobierno de Siniora se desmorone, la situación en el sur de Líbano regrese a lo que era antes de la ofensiva de Israel de julio y agosto contra el Hezbolá. Esa organización chiita controlaba la zona y operaba libremente, instalando miles de misiles, muchos de los cuales disparó contra el norte de Israel.

"Cuando Hezbolá pueda influir en las decisiones del gobierno, influirá también en el ejército instalado en el sur. Eso tendrá implicaciones directas para nuestra seguridad", dijo Sneh.

Durante seis años, desde el momento en que Israel se retiró unilateralmente en mayo de 2000 de una zona de exclusión que ocupaba en el sur libanés, el control del área por parte de Hezbolá no fue desafiado.

Pero desde la guerra del último verano boreal, y en línea con la resolución 1701 de la ONU, que puso fin a las hostilidades, el ejército libanés fue desplegado en el sur, junto con una fuerza internacional de paz.

"Por el momento, el ejército intenta mantener la soberanía libanesa en el sur y no permite a otra fuerza trasladar armas allí. Ellos están haciendo esto junto con los contingentes de la ONU. Pero nos preocupa que Hezbolá pueda volver a obtener el estatus que tenía antes de la guerra", señaló Sneh.

Ni Sneh ni Bar creen que Israel deba influir en Líbano. Los pasados esfuerzos para orquestar un cambio político en ese país —como los del entonces ministro de Defensa Ariel Sharon durante la guerra de 1981— tuvieron resultados negativos.

"Nosotros no intervenimos en política interna libanesa. No somos indiferentes, pero no interferimos", aseguró Sneh.

Bar cree que ese enfoque podría cambiar si el actual gobierno libanés es derrocado. "Por ahora, Israel está evitando realizar operaciones en Líbano a causa de Siniora. Existe un cese del fuego y nosotros no queremos debilitar al gobierno de Siniora", afirmó.

Pero si Hezbolá toma el control del gobierno, Israel abandonará estas cadenas autoimpuestas, alertó.

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