Menos de una semana antes de que abandone el cargo, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, tiene una nueva crisis humanitaria en sus manos: otro conflicto en Somalia.
Si las armas no son silenciadas para la semana próxima, será el nuevo secretario general, el surcoreano Ban Ki-moon, quien heredará el problema el 2 de enero, cuando asuma sus deberes.
El conflicto se agravó esta semana, luego de que fuerzas de Etiopía intervinieron en Somalia para apoyar al gobierno del presidente interino Abdullahi Yusuf, con sede en la ciudad de Baidoa, que combate contra las milicias de la poderosa Unión de Cortes Islámicas (UCI), con dominio en varios poblados y en la capital, Mogadiscio.
La UCI, que busca crear un Estado islámico, logró desalojar a los señores de la guerra que habían dividido el país en feudos tras el derrocamiento del dictador Mohamed Siad Barre en 1991, y que contaban con el apoyo de Estados Unidos. Los islamistas ahora se oponen al gobierno federal de transición, respaldado por Etiopía.
"Puede ser un bautismo de fuego" para Ban, dijo un funcionario de la ONU, quien alertó que el nuevo conflicto en el Cuerno de África podría agravarse aun más por razones religiosas, ya que Etiopía es predominantemente cristiana, mientras Somalia es de mayoría musulmana.
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El periódico The New York Times informó que "el gobierno liderado por cristianos" de Etiopía y sus operaciones militares dentro de Somalia tienen el "apoyo tácito de Estados Unidos".
Tanto la influencia del gobierno de George W. Bush como el peligroso componente religioso amenazan con expandir el conflicto a toda la región. El diario británico The Times informó a que las fuerzas de la UCI en Mogadiscio se le sumaron combatientes islámicos de Yemen, Egipto, Siria y Libia.
Estados Unidos, que sigue peleando una batalla perdida en Afganistán e Iraq, podría también verse involucrado en un tercer frente, esta vez en África. Washington teme que las UCI logren un mayor dominio y consoliden a Somalia como un refugio para terroristas islámicos.
Pero mientras Annan estará ocupado intentando traer la paz al Cuerno de África en sus últimos días en el cargo, también se regocijará por los últimos avances políticos en Sudán.
El intransigente gobierno sudanés finalmente aceptó permitir el despliegue del primer contingente de tropas de la ONU para supervisar la seguridad en la occidental zona de Darfur, donde se libra un conflicto que cobró 200.000 vidas desde 2003 y ha provocado el desplazamiento de dos millones de personas.
Un portavoz de la ONU dijo que el pacto alcanzado entre Jartum y la Unión Africana el fin de semana pasado prepara el camino para el eventual envío de miles de soldados de paz del foro mundial.
Annan, quien se esperaba tomara un descanso antes de dejar el puesto a inicios de enero, se puso en contacto telefónico el martes con varios líderes para intentar aliviar la tensión en el Cuerno de África.
El saliente secretario general habló con el presidente de Kenia, Mwai Kibaki, quien seguía de cerca la situación, así como con el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, y con el comisionado de la Unión Europea para Desarrollo y la Ayuda Humanitaria, Louis Michel, quien había visitado recientemente Somalia.
Estados Unidos ha provisto de apoyo al gobierno de transición somalí y acusa a las fuerzas islámicas de tener vínculos con la red terrorista Al Qaeda.
Se espera que el Consejo de Seguridad de la ONU se reúna a fines de esta semana para analizar el conflicto y recibir un informe del representante especial del secretario general en Somalia, Francois Lonseny Fall.
Los combates amenazan con causar una grave crisis humanitaria debido al desplazamiento de miles de civiles en el centro y sur del país.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, dijo el martes que Somalia ha sido afectada en los últimos meses por una crisis tras otra.
A inicios de este año fue azotada por una sequía, a la que la siguió un conflicto interino que llevó a más de 34.000 refugiados a los campamentos de Dadaab, Kenia.
"Desde noviembre hemos visto severas inundaciones sobre una amplia área del sur, y ahora, en la última semana, muy graves combates", señaló en una declaración divulgada en Nueva York
"Pido a todas las partes del conflicto que respeten los principios humanitarios y protejan a la población civil", añadió.
También señaló que los trabajadores humanitarios afrontan varios obstáculos, incluyendo los desastres naturales y la falta de seguridad. "Lo último que nosotros y los habitantes de Somalia necesitamos es otra ronda de desplazamientos masivos", afirmó.
Desde el fin de semana pasado, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha enviado más comida a Somalia y a Kenia y ha expandido sus operaciones por tierra, agua y aire para ayudar a millones de personas afectadas por las últimas inundaciones.
Sin embargo, el PMA anunció que necesita urgentemente 6,7 millones de dólares para una operación especial, por un total de 16,6 millones, para enviar alimentos y realizar otros planes humanitarios por aire.