CINE-CUBA: Una chica Almodóvar

Ella barría el piso, cambiaba ceniceros y seguía con la mirada ansiosa y hambrienta los platos de comida que servían los meseros. Después, cuando las luces se apagaban y sonaba la música, aparecía en el escenario y cantaba «yo quiero ser una chica Almodóvar…»

Crédito: Cubacine
Crédito: Cubacine
"Con un vestido brillante y un turbante, cantaba aquella canción que había repetido tantas veces frente al espejo de mi apartamento en La Habana, y al final le daba la espalda al público. Entonces se podía ver, bajo el traje de noche, mi pobre atuendo de camarera", cuenta a IPS la actriz cubana María Isabel Díaz.

El espectáculo había sido preparado por la propia Díaz tras su llegada a España, en 1996, y durante mucho tiempo lo adaptó para "bares y cantinas", despedidas de solteras y fiestas de todo tipo. Era la manera de ganarse la vida y abrirse paso en el país que había escogido para "vivir una experiencia nueva".

La futura actriz de talla internacional sintió "ganas de volar" en medio de la crisis económica que vivía Cuba en la pasada década.

Trabajar con Pedro Almodóvar, el director de películas "entrañables" para Díaz, como "Mujeres al borde de un ataque de nervios" o "Todo sobre mi madre", no era factible ni aun cuando viajó a Barcelona.

Ahora, convertida en la primera "chica Almodóvar" cubana, la actriz confiesa que trabajar con el director de sus sueños en la película "Volver" (2006), nominada a los premios Oscar y que cerró el XXVIII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, fue un reto "muy divertido".

"Se trabajó con tanta alegría. Hubo tensiones, como en todas las películas, pero no nos enterábamos. Pedro es un hombre que cuida mucho a los actores, es muy humano y pegado a la tierra. He llegado a pensar que tanto talento le viene de su humanidad. Me sorprendió mucho", aseguró.

Para Díaz, el director español es un hombre que "se preocupa de todo, hasta de si sientes frío". Y eso, comenta, "es algo muy raro en estos tiempos que vivimos".

Graduada en el Instituto Superior de Arte de Cuba (ISA), Díaz tendría 16 o 17 años cuando empezó a actuar en el grupo de teatro de su preuniversitario (secundaria), junto al hoy trovador Carlos Varela, la rockera Tanya, el actor René de la Cruz (hijo), la actriz Daysi Quintana, la cantante Mayra de la Vega y el director de teatro Víctor Varela.

Aún estudiaba en el ISA cuando fue llamada por el cineasta Orlando Rojas para el papel protagónico de La Gorda en la película "Una novia para David" (1985).

Después siguieron "Papeles secundarios" (Orlando Rojas, 1989), "La vida en rosa" (Rolando Díaz 1990), "Hello Hemingway" (Fernando Pérez, 1993), "El Plano" (Julio García Espinosa, 1995) y "Melodrama" (Rolando Díaz, 1996). Más tarde, y durante cuatro años, protagonizó el espacio televisivo "La hora de las brujas", que se transmitía en vivo una vez por semana.

Con esa trayectoria llegó a España y decidió permanecer allí por un tiempo. "Quería hacer algo tan superficial como conocer la nieve, y me fui quedando. No tenía dinero, me sentía como una 'mochilera' aunque lo que tenía era una maleta, pero nunca me faltaron los amigos. Siempre tuve techo, comida y afecto".

La realidad fue que, durante mucho tiempo, no pudo hacer nada de lo que había querido y pensado. "Me olvidé hasta de que era actriz. La gente me preguntaba y yo decía 'soy graduada del ISA', pero nunca decía que había actuado. Estaba viviendo tan lejos de mi mundo, tan lejos, que era como un chiste", confiesa.

"Trabajé en restaurantes, cuidé niños, fui camarera en un hotel", pese a que contaba con documentos legales, los cuales obtuvo enseguida que llegó a España. "Pero ni con la residencia conseguía un contrato laboral y mucho menos en mi profesión. En Barcelona, además, cuando hablaba me miraban con cara de '¿y ésta de dónde salió?'. Era una emigrante en toda regla".

Hasta conseguir un apartamento para alquilar era difícil. Cuando las personas reconocían su acento extranjero, ni siquiera la escuchaban. "Me decían 'lo siento, sólo para españoles' y yo pensaba qué duro va a ser esto, pero insistía. No sé por qué no volví entonces, ni siquiera pensaba que la vida me iba a mejorar", recuerda.

Pero estaba convencida de que su capítulo en España no se había cerrado. Así, después de cinco años y medio haciendo "cualquier cosa" en Barcelona, una pareja de actores cubanos le presentaron a su representante y dos meses después tenía un personaje en una serie televisiva en Madrid.

Nunca había querido mudarse a la capital española porque le parecía "una ciudad muy grande, desproporcionada, inhumana", pero se equivocó totalmente: "Madrid es una ciudad entrañable, caótica, muy habanera. No quería vivir en una ciudad sin mar y, de pronto, veía el mar en el Paseo del Prado".

Díaz se inventó su propio mar. Caminando por el centro de Madrid, su imaginación convertía el emblemático Prado madrileño en el no menos simbólico Malecón habanero, la avenida que separa la tierra del mar en unos 10 kilómetros del litoral norte de la capital de Cuba.

"No era un mar cualquiera, no era el de Barcelona, donde todo el tiempo me decía 'no huele', era mi mar. Y ahí me empezó a cambiar la vida", afirma.

Tras aquella primera serie, siguió haciendo televisión y retornó al cine con un "personaje pequeñísimo" en la película "Piedras" (2002), de Ramón Salazar. "Hice el papel de una prostituta que cantaba en francés 'La vida en rosa', y empecé a interpretar una cantidad de trabajadoras sexuales: apaleadas, robadas, informadoras, pero todas putas".

Díaz considera que en España los extranjeros no son valorados. "No logran darse cuenta del papel real que está jugando la inmigración en Madrid y en todo el país. Un personaje de inmigrante es siempre encasillado como criado, prostituta o mujer pobre, nunca es caracterizado como, por ejemplo, médico", asegura.

Además de "Piedras", filmó "Cosas que dejé en La Habana" (Manuel Gutiérrez Aragón, 1997), "Un rey en La Habana" (Alexis Valdés, 2005), "Locos por el sexo" (Javier Rebollo, 2006) y "Volver", la película de Almodóvar que ya acumula varios premios en los festivales de San Sebastián y Cannes.

El filme empieza cuando la hija adolescente de Raimunda mata a quien cree es su padre, que la acosaba sexualmente. Ese mismo día, la hermana de Raimunda, Sole, se ve obligada a viajar sola al entierro de una tía. Al volver del funeral descubre el fantasma de su madre en el maletero (baúl) del auto y la esconde en su casa.

Para todos, la madre había muerto hacía años durante un incendio, pero regresa como un fantasma para cambiar la vida de todos.

Díaz interpreta a una amiga de Raimunda (Penélope Cruz), a quien ayuda a desembarazarse del cadáver de su marido. Un personaje sencillo, pero que Almodóvar tenía muy bien pensado.

"Cuando vi la película era como si no hubiera trabajado ahí. Me gustó mucho la manera en que estaba contada, tenía tanto que ver conmigo… Me sentía como una espectadora que piensa 'yo quiero que eso me pase a mí'. Hace 25 años que mi mamá murió y era como si esa película me la hubiera mandado ella", dice la actriz.

Para Díaz, tan importante como trabajar en el filme fue haber podido verlo: "Yo tenía 17 años cuando mi mamá murió y desde ese mismo día, empecé a soñar que estaba en la ducha, ella llegaba, me abría la cortina y me decía 'ahhh…era para ver cómo se portaban'. Tengo 42 años y sigo imaginándome que va a llegar y sorprenderme".

"Me pasó lo mismo que con 'Suite Habana' (película cubana del director Fernando Pérez). Cuando vi 'Volver', no podía dejar de llorar", recuerda Díaz.

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