La agricultura orgánica es una potente herramienta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero también para aliviar la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria en los países pobres, señalan expertos internacionales.
El uso que esta práctica sustentable hace del abono orgánico y de la diversidad de cultivos significa que podrá soportar mejor temperaturas más elevadas y lluvias más variables ocasionadas por el calentamiento planetario.
«La agricultura orgánica tiene que ver con optimizar rendimientos de los cultivos en todas las condiciones», explicó Louise Luttikholt, gerenta de relaciones estratégicas en la Federación Internacional de los Movimientos de Agricultura Orgánica (Ifoam, por sus siglas en inglés) en la occidental ciudad alemana de Bonn.
«Por ejemplo, la aldea en la septentrional región etíope de Tigray, que se había convertido a la agricultura orgánica, continuó cosechando incluso durante una severa sequía, mientras que las aldeas vecinas que usaban fertilizantes químicos convencionales no lograron que sus cultivos prosperaran», señaló Luttikholt al ser entrevistada.
Como el abono orgánico es usado en vez de los fertilizantes químicos, los suelos orgánicos contienen mucho más humus y carbón orgánico, lo que a cambio retiene mucha más agua.
«También pueden absorber más agua más rápidamente, lo que significa que es menos probable que se inunden», agregó.
«Adoptar la agricultura orgánica en el país llevó más trabajo, pero dio sus resultados cuando la sequía llegó a su tercer año», según Tewolde Berhan Gebre Egziabher, director general de la Autoridad de Protección Ambiental de Etiopía.
Tewolde, quien fue pionero de la revolución orgánica en varias comunidades de Etiopía septentrional como modo de garantizar la seguridad alimentaria, informó que el temprano éxito alentó a los departamentos agrícolas del gobierno a adoptar técnicas orgánicas.
Esta y otras formas de agroecología sustentable no dependen de fertilizantes químicos, así que deben hallar otras maneras de enriquecer los suelos. Generalmente los rendimientos de sus cultivos son buenos y la calidad de los alimentos alta.
Y el beneficio agregado es que los suelos orgánicos retienen mucho más carbono que los cultivados con métodos convencionales.
Los elevados niveles de dióxido de carbono en la atmósfera a partir de la quema de combustibles fósiles constituyen la principal causa del calentamiento global. Las plantas absorben ese gas del aire y pueden hacer que se deposite en el suelo de modo más o menos permanente en las condiciones correctas.
En una comparación realizada a lo largo de 23 años, los valores de carbono de los suelos orgánicos aumentaron entre 15 y 28 por ciento, mientras que hubo poco cambio en los sistemas no orgánicos, según los experimentos de sistemas agrícolas del Instituto Rodale, realizados en el nororiental estado estadounidense de Pennsylvania.
«Si solamente 10.000 establecimientos agrícolas de tamaño medio en Estados Unidos se convirtieran a la producción orgánica, almacenarían tanto carbono en el suelo que sería equivalente a sacar de la carretera un millón 174.400 automóviles», informó el instituto en 2003.
Y hay más. Elaborar fertilizantes químicos como el nitrógeno requiere enormes cantidades de energía, y los tractores también consumen grandes cantidades de combustibles fósiles. «En Estados Unidos, los sistemas de cultivo orgánico usan apenas 63 por ciento de la energía requerida por los sistemas agrícolas convencionales», halló David Pimentel, de la Universidad de Cornell, en el estado de Nueva York.
La agricultura orgánica también ofrece otros varios beneficios ambientales. Entre ellos, hidrovías libres de contaminación química y una biodiversidad mejorada. En América del Norte y Europa se deben usar sistemas caros con el fin de eliminar del agua para beber los productos químicos de uso agrícola.
«Alguien tiene que pagar esos costos externos de la agricultura convencional», afirmó Volkert Engelsman, presidente de Eosta BV, distribuidora europea de frutas y vegetales orgánicos.
«Lo orgánico brinda una amplia variedad de beneficios sociales y económicos, para países de ingresos bajos, eso significa más puestos laborales, porque la agricultura orgánica es intensiva desde el punto de vista de la mano de obra. También da valor a la pericia local y al conocimiento tradicional», dijo Engelsman en una entrevista desde la principal oficina de Eosta, en la localidad holandesa de Waddinxveen.
«Eso tiene más sentido económico que depender de la pericia técnica de las corporaciones occidentales», señaló Engelsman.
El empresario acaba de regresar de India, donde la agricultura orgánica está experimentando un «crecimiento explosivo». Enfrentado con suelos que se agotan rápidamente, el gobierno indio ahora apoya las técnicas orgánicas porque ninguna cantidad de fertilizante químico puede mejorar el suelo.
«Además, la escasez de agua, los mayores problemas sanitarios y los costos más elevados de los químicos y las semillas híbridas forzaron a India a repensar su estrategia agrícola. Es más económicamente sustentable invertir en los suelos que hacer más ricas a las compañías químicas», dijo.
Engelsman coincide con la destacada científica y ambientalista india Vandana Shiva en que la investigación en materia de agricultura amigable con el ambiente demostró que es altamente productiva y que constituye la única solución al hambre y la pobreza.
Ese punto de vista, otrora considerado radical, está comenzando a ganar más aceptación, dado que el hambre aumentó bajo el sistema globalizado de producción de alimentos.
Hoy, 10 años después de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación realizada en 1996 en Roma, donde los países se comprometieron a reducir a la mitad la cantidad de personas con hambre en el mundo para 2015, hay más personas hambrientas en los países en desarrollo.
«Lejos de disminuir, el número de personas hambrientas en el mundo actualmente está aumentando a un ritmo de cuatro millones por año», afirmó hace poco Jacques Diouf, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La FAO espera que lo orgánico juegue un rol en la reducción del hambre y el alivio de la pobreza, y realizará una importante conferencia en mayo de 2007 en Roma. «Muchos países requieren la asistencia de la FAO para desarrollar una agricultura sustentable, Hay una necesidad de arrojar luz sobre la contribución de la agricultura orgánica a la seguridad alimentaria», señaló en una declaración escrita Alexander Müller, director general adjunto de la entidad.
Muchos países ya se están moviendo en esa dirección.
El ministro de Agricultura de Brasil, Roberto Rodrigues, ha declarado que quiere que la agricultura orgánica crezca de tres a 20 por ciento de la producción del país en los próximos cinco a seis años.
El mes pasado, 308 delegados del sector agrícola de Filipinas acordaron optar por la producción orgánica, en parte porque puede ayudar a aliviar la pobreza en las comunidades rurales.
Estudios hechos por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), una agencia de las Naciones Unidas, mostraron que la agricultura orgánica reducía la pobreza. En casi todos los países donde se llevaron a cabo evaluaciones del FIDA, los pequeños cultivadores solamente necesitaron mejoras marginales a sus tecnologías para concretar el viraje a la producción libre de agrotóxicos.
«Ahora todos abrazan la agricultura orgánica. Y el cambio climático solamente estimulará ese interés», puntualizó Engelsman.
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales). Publicado originalmente el 16 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.