No fue una mera firma. La rúbrica estampada por el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, salvó de la horca al ciudadano británico Mirza Tahir Hussain, de 36 años y preso desde hacía 18.
"Hay tantas cosas que quiero hacer ahora que soy libre", dijo Tahir Hussein Hussain en entrevista telefónica con IPS.
Nativo de la septentrional ciudad inglesa de Leeds, Tahir Hussein pasó la mitad de su vida entre rejas con sentencia de muerte de un tribunal islámico pendiente. Fue condenado por el asesinato de un taxista, que él alega fue cometido en defensa propia.
Aunque un tribunal penal lo encontró inocente, en 1988 fue sentenciado a muerte por el Tribunal Federal de la Shariá (ley islámica).
Según su testimonio, Tahir Hussein, que entonces tenía 18 años, visitaba Pakistán por primera vez cuando un taxista intentó atacarlo. Ambos forcejearon en torno a un arma y el taxista resultó muerto.
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El 15 de este mes, Musharraf conmutó la condena a muerte de Tahir Hussein por una de cadena perpetua. Como el británico de origen pakistaní ya había pasado 18 años preso con buena conducta, quedó en libertad, de acuerdo con las leyes del país asiático.
La ejecución de Tahir Hussein había sido postergada cuatro veces. El gobierno de Pakistán afrontaba presión internacional para que no matara a un hombre que aseguraba ser inocente.
El último indulto fue anunciado apenas una semana antes de la visita del príncipe Carlos, heredero de la corona británica, el 29 de octubre.
Carlos, príncipe de Gales, así como el primer ministro británico Tony Blair, varios parlamentarios británicos y europeos y organizaciones de derechos humanos exigieron a Musharraf la liberación de Tahir Hussein.
El hermano mayor del condenado, Amjad Hussain, trabajó incansablemente durante los últimos 18 años por su libertad. Quien le anunció el indulto de Tahir Hussein fue la alta comisionada (embajadora) de Pakistán ante Gran Bretaña, Maleeha Lodhi.
"Parecía surrealista. Me temo que fui desprovisto de toda emoción", dijo Amjad por teléfono a IPS desde Gran Bretaña.
Ahora, menos de una semana después de su liberación, Tahir Hussein se encuentra en Gran Bretaña, está seguro con su familia en un sitio no revelado.
"Acabamos de ofrecer nuestras plegarias matinales", relató Amjad con entusiasmo.
"Sentí una inmensa ola de gratitud de que Dios todopoderoso mostrara piedad y liberara a mi hermano", expresó Amjad. "En ese momento también me di cuenta de que todos mis recelos en relación a la sociedad pakistaní y al presidente Pervez Musharraf estaban fuera de lugar. Él es verdaderamente un ser humano iluminado."
Los dos hermanos también agradecieron públicamente a Blair, al príncipe Carlos y a todos los otros que trabajaron por la liberación de Tahir Hussein.
"Yo también tengo planes. Hay muchas cosas que quiero hacer, si Dios quiere", dijo Tahir Hussein a IPS. En principio, planea continuar con su educación formal, que terminó abruptamente luego del incidente que desembocó en la muerte del taxista.
También quiere dedicar el resto de su vida a mejorar las condiciones de vida de quienes se encuentran en la cárcel.
Ni Tahir Hussein ni su hermano habían dormido en las 48 horas anteriores a la entrevista. La repentina liberación de Tahir Hussein de la prisión de Adiala, en Rawalpindi, tampoco tuvo lugar sin dramas.
Tahir Hussein fue liberado y llevado directamente a Faisalabad, un pueblo a 250 kilómetros de distancia. Pero luego fue conducido de regreso a Rawalpindi, donde abordó un avión que lo llevó a Gran Bretaña.
Le acompañaba Helen Feather, representante de la oficina del Alto Comisionado Británico (embajada) en Islamabad, a quien Amjad se refiere como "una cuerda de salvamento a Tahir Hussein". Feather fue quien abrió canales de contacto entre los dos hermanos.
Todo ocurrió tan rápidamente que Tahir Hussein nunca tuvo la oportunidad de buscar el perdón de la familia del taxista muerto. En una entrevista anterior, había dicho a IPS que eso sería lo primero que haría si alguna vez fuera liberado.
"Logísticamente, así como desde el punto de vista de la seguridad, esto era imposible", dijo Amjad.
En la pequeña aldea de Chakwal, la familia de Jamshed Khan, el taxista, está furiosa. "No podemos creer que haya ocurrido semejante injusticia", señaló Imran Khan, de 23 años, primo del fallecido.
"Si el tribunal dio un veredicto, entonces ¿por qué el presidente lo cambió? Aquí, sin el consentimiento de los gobiernos británico o estadounidense, ni una sola persona tiene el poder de tomar decisiones, ni siquiera el presidente Musharraf. Él se burló completamente del sistema judicial", dijo el tío de Jamshed, Sohbat Khan.
Los 18 años de lucha familiar para exigir venganza a través de la pena de muerte fueron en vano, se lamentó Khan.
Cuando el avión de Tahir Hussein llegó al londinense aeropuerto de Heathrow en la noche del viernes, Amjad ingresó a la nave para recibir a su hermano y se sorprendió con lo que vio.
En vez de encontrarse con un preso de desprolija barba blanca, cabellos largos y un ropaje básico, vio a Tahir Hussein de camisa y pantalones al estilo occidental. Su pelo y su barba también lucían prolijos.
"Desde su llegada, tanto a é como a mí se nos dio un trato de VIP ('persona muy importante'). Lo único que faltó fue la alfombra roja en la pista. Tahir Hussein se volvió una celebridad instantánea", relató Amjad.
"Cuando visité a Tahir Hussein en la cárcel en mayo, me quebré y lloré incontrolablemente. Fue muy desgarrador verlo tras las rejas. Lo abracé y lo besé, y él intentó calmarme. Su compostura y la fuerza interna y su terrible experiencia me impulsaron a continuar con esta campaña".
"Me desconcertó verlo tan en paz consigo mismo. En ese momento me dije a mí mismo que abrazaría a mi hermano una vez más, sin que las frías rejas de acero se interpusieran entre nosotros. Dios me concedió el deseo", dijo Amjad.
"Anoche controlé mis emociones ante a la mirada del público, y Tahir Hussein también", agregó.
La familia recibió muchas flores y tarjetas. Y también felicitaciones de extraños.
"Éste ni siquiera es nuestro hogar, pero hay mucha humanidad aquí. Hemos recibido tanto apoyo y amor, todos valores que una vez formaron parte integral de nuestra cultura y religión y de los que parece que nos estamos apartando", manifestó Amjad, que abandonó su trabajo hace dos años para dedicar su vida a la liberación de su hermano.
Ahora no tiene prisa en volver a su trabajo como científico. "Mi tarea de apoyar y proteger a Tahir Hussein no terminó. Ahora empieza el trabajo real. Necesitará rehabilitación y orientación para reinsertarse en la sociedad".
Además del envejecimiento prematuro, Tahir Hussein puede padecer alienación, síndrome de estrés postraumático o tendencias paranoides tras haber pasado 18 años preso, explicó el psicólogo pakistaní Asha Bedar.
Tahir Hussein no ha experimentado la vida ni visto cómo luce el mundo exterior durante la mitad de su existencia. Su único aprendizaje consistió en la lectura de ensayos de eruditos islámicos y el Corán.
Por opción, no lee literatura contemporánea ni mira televisión, "por la mugre que produce", dijo a IPS en una entrevista anterior.
I.A. Rehman, director de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, dijo creer que la constante presión pública "obligó al general Musharraf a pensar seriamente en su caso".
Aunque es inusual, ésta no es la primera vez que un presidente pakistaní perdona a un preso que espera ser conducido al cadalso. En 1988, el gobierno der Benazir Bhutto (primera ministra entre 1988 y1990 y entre 1993 y 1996) dictó clemencia a varios condenados, dijo Rehman.
El caso de Tahir Hussein "echa por tierra los argumentos a favor de la pena de muerte", porque un hombre inocente podría haber sido condenado a ella, sostuvo.
"Una característica especial del caso es la exposición del grado en que la sociedad ha sido brutalizada. La reacción de la familia de la víctima tras la conmutación de la sentencia de Mirza Tahir Hussein Hussain no debería dejar a nadie satisfecho del estado mental de Pakistán", afirmó Rehman.