Tras meses de hostilidades, israelíes y palestinos acordaron una tregua. No es el resultado de negociaciones intensas ni de la apertura de una nueva vía diplomática, sino de un inevitable agotamiento.
A las seis de la mañana del domingo, el último soldado israelí abandonó la franja de Gaza, la misma hora en que los combatientes palestinos se habían comprometido a detener los lanzamientos de cohetes.
Algunos misiles cayeron en territorio israelí poco después de que entrara en efecto la tregua. El lunes hubo unos pocos más, pero nada como el aluvión de los días previos. Los líderes israelíes se mostraron pacientes, y reconocieron que tomará unos días para que el cese del fuego sea completo.
Líderes de ambos lados están de buen humor desde la mañana del domingo. Un asesor del presidente palestino Mahmoud Abbas señaló que los cohetes lanzadas luego de entrado en vigor el cese del fuego constituía una "violación", e instó a "todos a acatar el acuerdo".
El portavoz del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), Ghazi Hamed, subrayó que ese grupo palestino, en el poder desde inicios de este año, estaba "comprometido plenamente con el acuerdo y no permitirá que nadie lo rompa".
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Por su parte, el primer ministro israelí Ehud Olmert se mostró especialmente generoso. "A pesar de que todavía hay violaciones del alto al fuego de parte del lado palestino, he instruido a las autoridades de defensa que no respondan, que muestren moderación y que le den una oportunidad al cese del fuego para que entre en pleno efecto", afirmó.
Ésta es una tregua nacida del desgaste mutuo, no de la convicción en un nuevo horizonte diplomático. Más de 400 palestinos han muerto, la mayoría combatientes pero también muchos civiles, desde que Israel lanzó un operativo en Gaza en respuesta al secuestro de uno de sus soldados por parte de Hamas en junio.
A pesar del gran número de víctimas fatales —19 miembros de una familia murieron en un solo ataque israelí este mes—, la comunidad internacional no ejerció presión sobre Israel para que pusiera fin a su amplio operativo en Gaza.
Pero los ataques no lograron frenar los misiles palestinos. Incluso con soldados, tanques y vehículos blindados patrullando el norte de Gaza, los cohetes continuaron lloviendo sobre la meridional localidad israelí de Sderot. Dos residentes murieron a inicios de este mes, mientras crecían los llamados del gobierno para evacuar la zona y la presión sobre Olmert aumentaba.
El objetivo inicial de la incursión israelí en Gaza —la liberación del soldado Gilad Shalit— aún no ha sido alcanzado. En su discurso del lunes, Olmert dijo por primera vez estar dispuesto a un intercambio de prisioneros.
"Aquí declaro que cuando Gilad Shalit sea liberado y regrese a su familia sano y salvo, el gobierno de Israel estará dispuesto a liberar varios prisioneros palestinos, incluyendo aquellos sentenciados a una larga pena en prisión, con el objetivo de aumentar la confianza entre nosotros y demostrar que nuestras manos están extendidas hacia una genuina paz", afirmó.
Autoridades israelíes esperan que una tregua duradera y la liberación de Shalit preparen el camino para una reunión entre Olmert y Abbas y para la reanudación de las negociaciones de paz, congeladas desde que estalló hace seis años la segunda intifada (insurrección popular palestina contra la ocupación).
Olmert aseguró que, si se establece un nuevo gobierno palestino que reconozca a Israel, renuncie a la violencia y prometa observar acuerdos de paz interinos, invitaría a Abbas a una reunión "inmediatamente para conducir un diálogo real, abierto, genuino y serio".
A cambio de una "paz verdadera", el líder israelí ofreció evacuar "muchos territorios" y asentamientos judíos en Cisjordania, y aceptar la creación de un Estado palestino con "contigüidad territorial" y con "plena soberanía y fronteras definidas".
Para Olmert, cuya popularidad cayó tras la guerra con Líbano, un cese del fuego duradero con los palestinos podría darle un impulso político.
Pero líderes militares israelíes ven con sumo recelo al Hamas. El hecho de ese movimiento que haya aceptado la tregua significa que está debilitado y necesita tiempo para recuperarse con miras a una nueva ronda de hostilidades, sostienen. También creen que, pese a las promesas palestinas, el contrabando de armas subterráneo desde Egipto a Gaza continúa.
Para Abbas, una tregua es un elemento crucial en su plan de construir un gobierno de unidad nacional que reconozca a Israel y marque el camino para que Occidente levante las actuales sanciones que buscan castigar al Hamas por su actitud belicista pero que afectan a toda la población palestina.
La liberación de los prisioneros palestinos y una reunión con Olmert son elementos que fortalecerían su imagen dentro de Palestina.
Mientras ambas partes lamen sus heridas, la mayoría de los israelíes y de los palestinos ven a la tregua nada más que como una interrupción temporal de la violencia. La cuenta regresiva para otra ola de enfrentamientos, están convencidos, ya comenzó.