La decisión de la compañía multinacional de ingeniería Bechtel de retirarse de Iraq dejó a la población con la sensación de haber sido traicionada, ya que con su partida parecen agotarse las esperanzas de una reconstrucción.
"Es mucho peor que en la época de Saddam Hussein (1979-2003). Muchos iraquíes quieren que él regrese al poder ahora que padecen las penurias de la ocupación. Los estadounidenses no hicieron más que robar nuestro petróleo y matar a nuestra gente", dijo a IPS Nayif Jassim, miembro del Partido Comunista.
Bechtel, cuyo directorio tiene estrechos vínculos con el gobierno del presidente estadounidense George W. Bush, anunció la semana pasada que ya no iba a seguir trabajando en este país asolado por la guerra.
Esa empresa recibió 2.300 millones de dólares del fondo para la reconstrucción de Iraq, así como dinero de los contribuyentes estadounidenses, pero se va sin terminar la mayor parte del trabajo que se propuso realizar.
La situación de la infraestructura de este país es más grave ahora que durante el régimen de Saddam Hussein, que incluyó 12 años de sanciones económicas internacionales tras la primera guerra de Golfo en 1991. El coordinador humanitario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Iraq, Dennis Halliday, calificó de "genocidas" esas sanciones.
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Hoy, un hogar iraquí tiene en promedio solo dos horas de electricidad por día. El desempleo alcanza a 70 por ciento de la población activa, en tanto 68 por ciento de los habitantes no acceden a agua potable y sólo 19 por ciento tienen saneamiento.
Ni siquiera la producción de petróleo alcanzó los niveles registrados antes de la invasión de marzo de 2003.
A esto se le añade una terrible situación de seguridad. Un estudio publicado por la prestigiosa revista médica británica Lancet estima que 655.000 personas murieron desde la ocupación.
La también británica organización humanitaria Medact indicó que 70 por ciento de niños y niñas en este país mueren por enfermedades curables, como la diarrea y problemas respiratorios leves, y que "de las 180 clínicas médicas que Estados Unidos iba a construir para fines de 2005, sólo se terminaron cuatro, y ninguna está abierta".
Asimismo, un proyecto de 200 millones de dólares para construir 142 centros de atención primaria de salud se quedó sin fondos después de haber construido tan sólo 20, desempeño que la Organización Mundial de la Salud calificó de "vergonzoso".
Los iraquíes se quejan más ahora que en la época de las sanciones internacionales.
La falta de electricidad elevó la demanda de gasolina para usar generadores caseros. Ahora, ese combustible es uno de los productos más escasos en este país rico en petróleo.
"Heredamos un sistema de electricidad agotado en las estaciones generadoras y redes de distribución, pero pudimos dar suministro a 50 por ciento de los consumidores en periodos de mucha demanda y un porcentaje mucho mayor en días comunes", dijo a IPS un ingeniero del Ministerio de Electricidad.
"La situación ahora es mucho peor y parece no mejorar a pesar de los gigantescos contratos con empresas estadounidenses. Es extraño cómo los miles de millones de dólares gastados en electricidad no implicaron ninguna mejoría, más bien empeoraron la situación", afirmó.
"El Ministerio no recibió equipos para sus estaciones más viejas y los pequeños transformadores para las redes de distribución eran de muy baja calidad", apuntó el ingeniero.
El contrato de Bechtel prevé la reconstrucción de los sistemas de tratamiento de aguas, usinas eléctricas, sistemas de saneamiento, aeropuertos y caminos.
Dos ex ministros iraquíes de Electricidad fueron acusados de corrupción por la Comisión de Integridad establecida bajo la ocupación.
Los responsables de muchos departamentos de agua del país revelaron que las únicas reparaciones que habían hecho fueron por intermedio de oficinas de la ONU y de organizaciones humanitarias.
El Ministerio les entregó muy poco cloro para el tratamiento del agua. Los nuevos proyectos no fueron más que simples trabajos de mantenimiento que hicieron muy poco para evitar el deterioro de la infraestructura.
Bechtel fue una de las primeras empresas, junto a Halliburton —para la cual trabajó el ahora vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney—, en recibir contratos por honorarios fijos para así asegurar sus ganancias.
Ahmed al-Ani quien trabaja con una gran compañía de construcción iraquí señaló que el modelo adoptado por Bechtel estaba destinado al fracaso.
Esas empresas "cobraron enormes sumas de dinero por los contratos que firmaron, luego los vendieron a otras compañías más pequeñas que a su vez los revendieron a empresas iraquíes con poca experiencia", dijo Ani a IPS.
"Esas firmas sin experiencia hicieron mal su trabajo por lo poco que les pagaron y por la falta de capacidad", apuntó.
Pero muchos analistas políticos iraquíes, más bien optimistas, ven la partida de Bechtel desde otro ángulo.
"Creo que es el inicio del retiro estadounidense de Iraq", dijo a IPS Maki al-Nazzal.
"Comenzó con la propaganda de Bechtel y Halliburton y debería terminar con su huida. Vinieron con Paul Bremer (jefe de la hoy disuelta Autoridad Provisional de la Coalición) y se presentaron como héroes y salvadores que iban a traer prosperidad a Iraq, pero lo único que hicieron fue propaganda estadounidense".
Bush dijo a periodistas durante una visita a Iraq en junio: "Pueden medir el progreso en megavatios de electricidad ofrecidos. Pueden medir el progreso en términos del petróleo vendido en el mercado en nombre del pueblo iraquí".
Siguiendo su propio criterio, se concluye que la situación en Iraq está mucho peor ahora que durante el régimen de Saddam Hussein.