Las autoridades de República Democrática del Congo temen que en los próximos días, tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el fin de semana pasado, se repita la violencia posterior a la primera ronda de los comicios en julio.
Mientras los funcionarios cuentan los votos, la retórica de los candidatos y los resultados apócrifos que circulan por correo electrónico y mensajes de texto alentó las advertencias de funcionarios electorales.
En las elecciones del fin de semana la ciudadanía optó por el presidente Joseph Kabila o el vicepresidente Jean-Pierre Bemba como primer jefe de gobierno democráticamente electo en la historia de este país devastado por la guerra.
Antes de la consulta electoral, diplomáticos occidentales y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que tiene su mayor misión de paz desplegada en República Democrática del Congo, alertaron reiteradamente que la difusión de resultados falsos o no oficiales podría incitar a la violencia entre partidarios de ambos candidatos.
La emisión de los resultados de la primera vuelta dio inicio a tres días de feroces batallas entre los ejércitos privados de Kabila y a Bemba en las calles de la capital congoleña, dejando como saldo al menos 40 muertos.
[related_articles]
Estos hechos de violencia fueron los peores registrados en este país de África central desde el fin de las guerras civiles que transcurrieron entre 1996 y 2002, cobrándose millones de vidas.
Los acuerdos de paz pusieron fin al más reciente conflicto civil (1998-2002) al darles a los insurgentes altos cargos en un gobierno de transición que debía ser reemplazado por uno de carácter permanente tras las elecciones.
El presidente de la Comisión Electoral Independiente, Apollinaire Malu Malu, expresó su preocupación por las "falsas y prematuras declaraciones sobre resultados", que podrían "crear un clima de tensión inútil y peligrosa".
En efecto, rumores sobre manipulación de votos fueron difundidos incluso antes de que los ciudadanos concurrieran a las urnas el domingo.
Una semana antes de la segunda vuelta electoral, circuló un correo electrónico con supuestos resultados, alegando que los comicios ya habían sido arreglados a favor de Kabila.
Portavoces de la Comisión Electoral manifestaron que el resultado oficial se dará a conocer el 19 de noviembre.
El escrutinio es un proceso que insume tiempo en República Democrática del Congo, dado que los sufragios deben ser recogidos en remotas provincias rurales en condiciones difíciles, y luego clasificados y contabilizados.
El extenso gobierno del presidente Mobutu Sese Seko (1965-1997) dejó al país con escasos recursos en materia de transporte o redes de telecomunicaciones.
Hasta la fecha, los medios congoleños fueron relativamente dominados en cuanto a resultados electorales, en marcado contraste con la situación que prevaleció luego de los comicios del 31 de julio, cuando periódicos, radios y canales de televisión proclamaron sus propios resultados.
Representantes tanto de Kabila como de Bemba firmaron un acuerdo para calmar disputas electorales, que incluía el descarte del uso de violencia, pero la tensión entre los dos campos es evidente. Partidarios de Bemba ya acusaron a Kabila de manipular votos a gran escala.
"Tenemos evidencia de fraude masivo", dijo François Muamba, alto funcionario del partido de Bemba, quien alegó que el de Kabila repartió tarjetas de identidad falsificadas, pagó a votantes para que lo apoyaran y adulteró urnas.
"Seguiremos procedimientos oficiales y legales para impugnar los irregularidades. Por ahora, estamos mirando y esperando", agregó.
Un asistente de Kabila desestimó estas acusaciones.
"Las urnas hablarán, y nosotros deberíamos abstenernos de declaraciones y reclamos preventivos semejantes", dijo Chikaya bin Karubi. "Los hombres de Bemba hacen exactamente lo que deberíamos evitar si lo que queremos es avanzar hacia una democracia".
La violencia que se suscitó tras las elecciones del domingo condujo a una nueva votación el miércoles, en el oriental pueblo de Fataki, donde un soldado mató a dos observadores electorales partidarios y provocó disturbios que terminaron con la destrucción de 43 centros de votación y quemaron 25.000 sobres para colocar las listas.
El portavoz de la ONU Leocadio Salmeron dijo que el soldado parecía estar borracho, mientras el ejército congoleño anunció que había sido condenado a muerte por un tribunal militar.
Las zonas orientales del país siguen siendo volátiles, aunque el conflicto civil allí oficialmente terminó.
Otra nueva votación por violencia electoral se realizó en Bumba. Según Radio Okapi, de la ONU, una persona resultó muerta allí y otra en Lisala. Aparentemente, los enfrentamientos estuvieron vinculados a acusaciones de adulteración de urnas a favor de Kabila.
Ambos pueblos se encuentran en la septentrional provincia de Equator, baluarte de Bemba. Antes se había informado que dos personas fueron asesinadas en Lisala, pero los detalles completos sobre la violencia en Equator surgieron días después de los comicios.
Pese a estos incidentes, controladores electorales de Sudáfrica, que enviaron una de las mayores misiones de observadores a República Democrática del Congo, difundieron el martes una declaración indicando que los comicios habían sido "democráticos, pacíficos, creíbles y transparentes".
La misión afirmó que no había "observado ningún incidente o irregularidad importante en el proceso de votación" y que la Alta Autoridad para los Medios había sido más exitosa en tomar medidas drásticas sobre la retórica que rodeó a las elecciones del domingo de lo que lo había sido durante la primera vuelta.
También el martes, el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Javier Solana, dijo que las tropas europeas abandonarían Kinshasa el 30 de noviembre, tal como estaba planeado, pese a las advertencias de funcionarios de la ONU y analistas de que retirar a los soldados demasiado pronto podría poner en peligro la paz.
La Unión Europea envió 2.000 efectivos militares extra para reforzar la seguridad para las elecciones, mientras que la ONU desplegó alrededor de 17.000 soldados en el país.
Kabila ganó 45 por ciento de los votos en la primera vuelta, y Bemba 20 por ciento. Las normas electorales exigían que se realizara una segunda vuelta si ningún candidato obtenía la mayoría de sufragios inicialmente, pero Kabila sigue siendo el firme favorito.
El presidente es popular en el este del país, región cuya población habla swahili y fue la más afectado por el reciente conflicto civil. Bemba concita apoyo en el oeste, de habla lingala y de donde es oriundo.
Buena parte de la retórica de la primera ronda electoral se centró en alegatos de que Kabila, quien pasó parte de su juventud exiliado en Tanzania, no era congoleño.
Quien sea que gane el liderazgo en República Democrática del Congo heredará un país con una sustancial riqueza mineral, que a lo largo de su historia fue más una pesadilla que una bendición.
La competencia por controlar las reservas de oro, diamantes, coltán (mineral necesario para la fabricación de teléfonos móviles), cobre y otros recursos estuvo en el centro de la lucha en el oriente del país en los últimos años.