Los acuerdos comerciales por 2.000 millones de dólares firmados por empresarios y autoridades de China y África no impiden a observadores de ese continente criticar al país asiático por comportarse supuestamente como una moderna potencia colonial.
Además de esos conveniso suscriptos el fin de semana, el presidente chino Hu Jintao prometió establecer una línea de créditos blandos para África por 3.000 millones de dólares, otra por 2.000 millones en créditos para fortalecer el sector exportador y un fondo de hasta 5.000 millones de dólares para alentar las inversiones en el continente.
Hu declaró que la flamante estrategia con África se construiría sobre "la equidad política y la confianza mutua", y enfatizó que se trata de una "cooperación en la que todos ganan".
Entre China y África se intercambiaron 40.600 millones de dólares en bienes y servicios en los primeros nueve meses del año, 40 por ciento más que en el año anterior.
"Un destino común y objetivos comunes nos han unido", dijo Hu, evocando la lucha compartida de las naciones chinas y africanas contra el colonialismo.
Reconociendo el surgimiento de China como potencia económica, Hu prometió nuevas condonaciones de deudas a los países africanos más pobres y la eliminación de aranceles para sus productos. Hasta ahora China canceló la deuda de 31 países y otorgó unos 5.500 millones de dólares en asistencia.
Además, Beijing se negó a vincular su asistencia y las crecientes inversiones en el continente a la situación de los derechos humanos o la consolidación democrática, como demandan Estados Unidos y otros países occidentales.
"Nuestra ayuda a África es sincera, generosa e incondicional", dijo el primer ministro Wen Jiabao reunido con empresarios de ambas partes en el Foro de Cooperación China-África, celebrado el sábado y el domingo en Beijing.
Organizaciones de derechos humanos se mostraron preocupadas por la disposición del régimen comunista a hacer la vista gorda ante la falta de transparencia con que se manejan los gobiernos africanos en su búsqueda de petróleo y recursos naturales para alimentar la floreciente economía de China.
China recibió la visita del presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, aislado en el ámbito internacional por acusaciones de autoritarismo y racismo.
Beijing también es un firme defensor del régimen de Sudán, acusado de permitir el genocidio en la occidental región de Darfur. Al menos 200.000 personas murieron como consecuencia de los enfrentamientos en Jartum, pero la economía de Sudán florece gracias a las exportaciones de petróleo a China.
Mugabe y el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, figuraron entre los 48 representantes de gobiernos africanos que asistieron a la conferencia en Beijing.
Esto alentó a la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, a solicitar a las autoridades chinas que cesen su ayuda a esos regímenes, a los que incluso brinda asistencia y tecnología en materia de vigilancia electrónica.
"Un enfoque verdaderamente revolucionario para cualquier potencia en África, y particularmente una que se jacte de su solidaridad con el mundo en desarrollo, sería apoyar los derechos humanos básicos en el continente", declaró HRW.
Con medio siglo de gobierno comunista, China es reticente a intervenir abiertamente en la política interna de otros países. A medida que su influencia en el ámbito internacional aumenta, su política de "no interferencia" quedó bajo fuego.
Quienes la critican califican de interesada e inapropiada la injerencia de esta potencia mundial emergente en África.
Pero en una conferencia de prensa con los cancilleres de Etiopía y Egipto, el de China, Li Zhaoxing, sostuvo que su país respetaba las opciones tomadas por naciones africanas, a las que no les impondría su modelo de desarrollo.
Analistas chinos también describieron el foro como una oportunidad sin precedentes para que los líderes africanos hicieran oír sus voces en la arena internacional.
"Sin importar cuánto uno valore esta cumbre, uno no puede sobreestimarla", opinó Liu Naiya, experto africano de la Academia China de Ciencias Sociales.
Política y económicamente marginados luego de la Guerra Fría, los países africanos dependen de la cooperación con otros países del Sur en desarrollo para avanzar en su diálogo con el Norte industrial, alegó Liu.
Beijing se comprometió a ejercer presión para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) preste más atención al desarrollo económico de África, y promueva la cooperación Sur-Sur.
Los tratados comerciales por valor de 1.900 millones de dólares firmados durante la conferencia abarcan la cooperación en un amplio espectro de áreas, como recursos, infraestructura, finanzas, tecnología, textiles y comunicaciones.
Entre ellos, se destacan los 938 millones de dólares aportados por la compañía estatal china CITIC para la instalación de una planta de aluminio en Egipto, y otro por 300 millones de dólares para modernizar una autopista en Nigeria.
Eludiendo las críticas de que sus grandes proyectos de inversión conllevan expatriar a trabajadores chinos y no dejan ningún legado de transferencia de habilidades, Beijing anunció que entrenará a 15.000 profesionales africanos mientras envía a expertos en agricultura y jóvenes voluntarios a trabajar en el continente.
Para 2009, aseguró el gobierno chino, aumentarán a 4.000 la cantidad de becas otorgadas a estudiantes africanos.