El cine popular, comunitario, de plazas y de calles regresará a partir de este mes a la capital venezolana, donde ver una película fuera de casa ya hace años que no es sinónimo de salir sino de encerrarse en un centro comercial.
La iniciativa de "Cine móvil popular" fue lanzada en conjunto por la alcaldía mayor de Caracas y Circuito Gran Cine, una asociación dedicada a promover la exhibición de filmes venezolanos y extranjeros de comprobada calidad artística o temática.
"Queremos llegar a las comunidades populares con una programación más cultural y no mostrada en el cine comercial, ofrecer una alternativa de buen cine, como el que mostramos en nuestros festivales anuales", explicó a IPS Bernardo Rotundo, presidente del Circuito. Su organización promueve festivales del cine propio de países latinoamericanos o europeos, así como muestras temáticas, pero usualmente esas exhibiciones utilizan salas selectas a las que acude un público privilegiado y reducido.
El "Cine móvil popular", en cambio, "busca interesar a sectores de público consumidor de películas hollywoodenses, las que exhiben las salas ubicadas en los centros comerciales, y confrontarles con producciones reconocidas en festivales nacionales e internacionales", postuló Rotundo.
Las exhibiciones comenzarán en bulliciosas plazas de las barriadas populares Catia, El Valle y El Cementerio, en el oeste de la ciudad, La Pastora y La Candelaria, en el centro-norte, y El Hatillo y Petare, en el este, donde se apretujan cuatro millones de habitantes.
Después de que anochezca, a las 19 horas, comenzarán las proyecciones, diarias, rotando las películas en las siete plazas escogidas. El repertorio inicial lo componen "El milagro de Candeal", del español Fernando Trueba, "Cinema Paradiso", del italiano Giuseppe Tornatore, e "Il Postino", del británico Michael Radford.
También producciones como la francesa "Marcha de los pingüinos", las españolas "Sodomía" y "Te doy mis ojos", y la independiente estadounidense "A los trece".
La proyección se efectuará sobre pantallas de seis metros de ancho por cuatro de alto, junto a consolas de sonido desmontable, y el público podrá sentarse en sillas portátiles. Cada vez que sea posible y se convenga con las comunidades, las películas serán seguidas de charlas o foros de discusión.
"Queremos desatar nuevas impresiones y reflexiones sobre el cine, la cultura y la participación en esos espacios públicos donde habitualmente imperan el ruido, el comercio informal o la inseguridad", comentó Rotundo.
Junto con la noción de crear más conciencia, sobre temas cardinales en una urbe como Caracas, como la violencia o el consumo de drogas, está la búsqueda de que la familia, el vecindario entero en algunos casos, pueda disfrutar de la película.
"Al acercar la gente a una nueva manera de disfrutar un cine que prácticamente no conoce, hacemos contraposición a la concentración del cine en centros comerciales, hecha por el mercado", argumentó Rotundo.
El veterano crítico de cine Rodolfo Izaguirre dijo a IPS que Caracas, como otras ciudades donde el consumismo ha impuesto sus reglas, vio desaparecer decenas de salas en el casco central y en las barriadas populares, mientras que en las modernas urbanizaciones residenciales de clase media o alta no se consideró su construcción. "Todavía recuerdo que en cines populares de las parroquias Santa Rosalía o La Pastora había incluso algún señor que iba a las funciones con pijama. Tal era la cercanía y familiaridad para con el cine", narró Izaguirre.
"Esas cosas han desaparecido. Barriadas, calles y salas en el centro o la periferia caraqueña, donde nos hicimos aficionados al cine, hoy son lugares degradados, abandonados", deploró.
Mientras se impone el cine de los centros comerciales, en manos de dos o tres empresas que en cada templo de consumo monopolizan esta actividad, las viejas salas de la ciudad se derrumban, dan paso a depósitos o talleres y, últimamente, a organizaciones religiosas como la brasileña "Oración fuerte al Espíritu Santo".
En Caracas han prosperado otras iniciativas que han ido desde las sedes culturales hacia la calle, como hizo el museo Arturo Michelena en la tradicional parroquia La Pastora, que copió en gran formato sobre muros, a la vista de automovilistas y peatones, varias de las pinturas que colgaban de sus paredes.
La iniciativa "Cine móvil popular", a un costo de 250.000 dólares colectados entre la alcaldía, un banco, una cadena de supermercados y la embajada de Suiza, podría reproducirse en ciudades del interior, indicó Rotundo.