La región de América Latina y el Caribe no está preparada para afrontar el recalentamiento global, un fenómeno que pone coto a su desarrollo y al que contribuye con una creciente emisión de gases invernadero, advierte un informe presentado este miércoles en México por el Pnuma.
El documento titulado "Cambio Climático en América Latina y el Caribe 2006" indica que falta información "sobre la manera de considerar la adaptación" al fenómeno, hay incertidumbre respecto de la interacción entre cambio climático y otras presiones, un horizonte de planificación a corto plazo y carencias de mecanismos para la participación pública.
"La región avanzó mucho en medidas de defensa civil para enfrentar los desastres derivados del cambio climático, pero no lo hizo de manera similar en el tema de la adaptación, un asunto que va mucho más allá", dijo a IPS Ricardo Sánchez, director regional del Pnuma (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) para América Latina y el Caribe.
El recalentamiento global, que altera la temperatura y los patrones de clima del planeta, es producido por los gases de efecto invernadero derivados principalmente del uso de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas.
En la zona se expresa en el incremento en la intensidad y frecuencia de huracanes en el Caribe, cambios en los patrones de precipitaciones, aumento de los niveles de ríos en particular en Argentina y Brasil, y reducción de los glaciares en la Patagonia y en la cordillera de los Andes.
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El informe, elaborado entre el Pnuma y la secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, advierte que en los países latinoamericanos y caribeños hay pocos conocimientos económicos, jurídicos e institucionales para adaptarse a los cambios de clima, así como faltan herramientas y procedimientos para evaluar un proceso de ese tipo.
En el futuro, "el cambio climático será, cada vez más, un problema de desarrollo" para la región, que ya sufre ingentes pérdidas económicas y humanas por su causa, añade el documento.
"Es que el cambio climático ya no es ciencia ficción, es algo que nos está golpeando y que por ahora es inevitable", declaró Sánchez.
El huracán Stan azotó en octubre de 2005 a varios países centroamericanos, en particular a Guatemala y El Salvador y causando al menos 1.620 muertes, mientras que el Katrina había hecho estragos cuantiosos en el sur y el centro de Estados Unidos dos meses antes, constituyéndose en uno de los más devastadores registrados en la historia reciente en ese país.
Los países de América Central y el Caribe han sido especialmente golpeados por los huracanes.
En 1998, Mitch afectó a cerca de 1,2 millones de personas entre muertos y desaparecidos y dejó pérdidas cercanas a los 8.500 millones de dólares, cifra que supera el producto bruto doméstico anual combinado entre Honduras y Nicaragua, los dos países más golpeados.
Otros desastres fueron el huracán George, que golpeó a República Dominicana también en 1998, dejando 235 personas muertas, y el huracán Iván de 2004, que a su paso golpeó a Barbados, Trinidad y Tobago, San Vicente y las Granadinas, Granada, Jamaica, Cuba y Estados Unidos, causando más de 100 muertes e ingentes pérdidas económicas.
Cierto que los huracanes son ahora mejor enfrentados con medidas de emergencia, pero se requiere también una adaptación global que implica planes a largo plazo, recursos, desarrollo de fuentes alternativas de energía y combate a la pobreza y a la deforestación, señaló el director del Pnuma.
El documento "Cambio Climático en América Latina y el Caribe 2006" precisa que la responsabilidad de la región en el recalentamiento global es baja frente a los países desarrollados, pero advierte que va en aumento.
Aporta un siete por ciento a las emisiones globales y se calcula, de seguir a este ritmo, que en 2050 crezca a nueve por ciento.
No obstante ese escaso aumento previsto, hay "datos preocupantes" que indican que las emisiones de dióxido de carbono de la zona (derivados de procesos industriales) se dispararon 75 por ciento de 1980 a 2004 y que seguirían subiendo, indica el informe.
Poco más de 70 por ciento de las emisiones de los llamados gases de efecto invernadero provienen de Brasil, México, Venezuela y Argentina.
Al Pnuma le preocupan esas emisiones, que hasta ahora están escasamente compensadas con inversiones y proyectos en energías renovables, pero también la pobreza y la deforestación que afectan a la región, dos fenómenos que elevan el impacto del cambio climático.
Las más altas tasas de deforestación de la región corresponden a pequeños países como Santa Lucía y Haití. En América Central, la tala va desde tasas de 4,6 por ciento en El Salvador hasta 0,8 en Costa Rica. En América del Sur, los más altos índices de deforestación corresponden a Ecuador, que enfrenta una fuerte presión poblacional, y Argentina, que las pierde debido al incremento en el uso de las tierras agrícolas, mientras que en el resto de los países son moderados.
Aunque Brasil, donde se concentra 56 por ciento de los bosques de la región, ya no es el principal lugar de deforestación, el documento recuerda que la tala de árboles en la Amazonía de ese país se disparó 32 por ciento en la última década, pasando de 14.000 a más de 18.000 kilómetros cuadrados por año.
En cuando a los problemas sociales, el documento señala que la desigualdad y la pobreza imperantes dificultan mantener pautas de desarrollo que conduzcan "a una sustentabilidad capaz de responder a los retos ambientales del presente y para las generaciones futuras".
En la región, 10 por ciento de la población rica recibe 35 por ciento del ingreso total, mientras que el 40 por ciento más pobre recibe tan sólo 10 por ciento del ingreso.
"Estos indicadores han permanecido estables en la mayoría de los países, pese a las mejoras en el desempeño económico y, salvo en contados casos, también pese a las políticas dominantes de desarrollo social", indica el estudio.
"Las fallas en la adaptación y la vulnerabilidad aumentaron debido a la pobreza, a la degradación de los recursos naturales, a la carencia de planes para el uso del suelo y por la falta de preparación de un plan importante para contrarrestar los daños causados por los desastres relacionados con el clima", añade el informe.